martes, septiembre 30, 2008

ALERTA A LA MUJER VENEZOLANA



Por: Rebeca E. Madriz Franco

El Comunicado presentado a continuación, debe llamar la atención de todo el pueblo venezolano, pero muy especialmente de nuestras mujeres pobres, bolivarianas, progresistas y revolucionarias, pues la burguesía nacional, así como intentó (y de hecho capitalizó) a sectores estudiantiles para servir de elementos de desestabilización de la Revolución Bolivariana, hoy pretende hacer lo mismo con las mujeres venezolanas.

No podemos permitir que bajo la hipócrita consigna de Mujeres por la Libertad, la Democracia y la Vida, se enmascare la mano del Imperialismo y sus lacayos internos. Las Mujeres debemos fortalecer cada vez más nuestra conciencia de género, pero como refuerzo de nuestra conciencia de clase. Nuestra lucha es por, para y con los sectores explotados y oprimidos de siempre, pues somos parte indispensable para la liberación de nuestra clase. A las mujeres como los hombres, nos une más la clase que el género.

Las Mujeres identificamos muy bien, que nuestra liberación sólo será posible en una Sociedad Socialista, y por ella estamos dispuestas a dar la vida, pues entendemos que nuestros principales enemigos son el Patriarcado y el Capitalismo, que se refuerzan y unen cada vez más, para aumentar su poder hegemónico y mantenernos oprimidas y sojuzgadas.

Las Mujeres Venezolanas respaldamos la Revolución Bolivariana:

- Porque aspiramos a un mañana donde la igualdad y la justicia social no sean una utopía discursiva.
- Porque en el Capitalismo los seres humanos no somos más que mercancía, creemos que es posible una sociedad superior y apostamos a su construcción.
- Porque en la historia venezolana ningún otro gobierno ha estado tan comprometido con los desposeídos, y ese compromiso solo lo puede asumir una revolución.
- Porque creemos y apostamos por la solidaridad, y hermandad de nuestros pueblos.
- Porque de Libertad no conocemos más que sus letras, y hoy luchamos por conquistarla.
- Porque rechazamos contundentemente la Dictadura… de las minorías…
- Porque jamás gobierno alguno ha hecho de los derechos un ejercicio verdaderamente humano.
- Porque para ser libres es necesaria la autodeterminación y soberanía de nuestro pueblo.
- Porque creemos en el internacionalismo.
- Porque creemos en una verdadera democracia, una verdadera vida, una verdadera libertad, y una patria libre; de iguales.
- Porque mujeres y hombres explotados, no tenemos nada más que perder que nuestras cadenas. Tenemos en cambio un mundo por ganar, y vamos por él…

MUJERES POR EL SOCIALISMO, CREANDO PODER POPULAR!


ANEXO COMUNICADO DE LA DERECHA VENEZOLANA QUE AHORA PRETENDE ASUMIR LA LUCHA DE LA MUJER COMO PROPIA, DESVIANDO DE SU VERDADERA ESENCIA ANTIIMPERIALISTA, ANTICAPITALISTA Y ANTIPATRIARCAL.

Manifiesto - Ovarios de Venezuela
La "Rebelión de Los Ovarios" llega y se instala para defender a Venezuela, porque SI amamos a nuestra Patria, porque SI luchamos por hacer cumplir nuestra voluntad expresada el 2D, porque SI respetamos la Constitución, porque SI somos y seremos libres y hacemos valer nuestra autodeterminación, porque SI exigimos Justicia ante todos los crímenes y atropellos cometidos por este régimen.
SI creemos en la soberanía y autodeterminación de los pueblos y en su derecho a decidir por si mismos su destino, nuestros militares deben estar en Venezuela y jamás salir de la patria a someter y derramar sangre de pueblos hermanos.
Venezuela es "Tierra de Gracia", todos aquellos que vengan a construir y engrandecer La Nación en paz y armonía son "Bienvenidos". Aquellos que han venido con intereses e intenciones inconfesables, contrarios a nuestro sentir deben irse de inmediato.
Repudiamos las amenazas y expulsiones sin justificación, basadas en mentiras y engaños, a representantes de países y organizaciones internacionales.
Repudiamos la permanencia en suelo patrio de representantes de países con regímenes tiránicos y auspiciadores del terrorismo y el narcotráfico.
Exigimos la derogación inmediata de todas las leyes que colidan con la Constitución.
Exigimos la libertad de todos los presos políticos y el cese de la persecución a todos los venezolanos que disienten del régimen, tanto de los que se encuentran en Venezuela como de los que se encuentran en el exilio.
Exigimos el retorno inmediato de todas las fuerzas de choque y adoctrinamiento venezolanas en países extranjeros.
Exigimos el cese inmediato de la injerencia del régimen comunista de Hugo Chávez en la política de países hermanos, muy especialmente en Colombia, Bolivia, El Salvador y demás países del Continente Americano.
Exigimos el cese del llamado, por parte de los representantes del régimen, al odio, a la violencia, a la división y a la destrucción.
Exigimos, la renuncia de quien funge como presidente de Venezuela, así como la de los representantes de los distintos poderes, ya que al ser éste un "régimen de FACTO", por haberse re-elegido en dos (2) oportunidades cuando la Constitución solo permite una (1) re-elección, son todos nombramientos írritos.
Exigimos a los venezolanos que se auto-postulan como líderes de la oposición, que de una vez por todas cesen en su empeño de autosatisfacer egos y ambiciones personales, y que por alguna vez piensen y actúen en función de la construcción de "LA NACION" y dejen de lado su empeño en fracturar el destino positivo que se merece Venezuela.
Exigimos el retorno inmediato a una democracia plena y al camino de construcción de La Nación en paz, unión y armonía...
Por la LIBERTAD, POR LA DEMOCRACIA Y POR LA VIDA
Venezuela despierta, actúa, lucha... OVARIOS DE VENEZUELA!!!

Mujeres Parlamentarias de las Américas


Tras la designación de la Diputada Venezolana Flor Ríos, Presidenta de la Subcomisión de Derechos de la Mujer de la AN, como Presidenta de la Red de Mujeres Parlamentarias de las Américas, las Mujeres Venezolanas recibimos con beneplácito tal designación, a la vez que exhortamos una vez más a nuestras y nuestros legisladores a emprender una lucha de envergadura en materia de Derechos de la Mujer, que finalmente nos ayude a consolidar y materializar las leyes existentes, a la par de que se sigan abriendo brechas de oportunidades a la mujer venezolana en materias aun pendientes que nos adeuda la Revolución Bolivariana, y que ha encontrado sus mayores trabas en éste órgano legislativo.

La penalización a la publicidad sexista y discriminatoria, el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, el verdadero reconocimiento del trabajo domético, la implantación de guarderías en los centros de trabajo, y la reducción de la jornada laboral, son sólo algunas de las deudas sociales que ya no pueden esperar, y que reclaman de una lucha y solidaridad continental.


El 12 de septiembre en la VII reunión anual de la Confederación Parlamentaria de las Américas, la Diputada Flor Ríos, Presidenta de la Subcomisión de los derechos de la Mujer fue electa Presidenta de la Red de Mujeres Parlamentarias de las Américas. La decisión se tomó en forma unánime por todas sus colegas legisladoras del continente.

La Red de Mujeres Parlamentaria COPA, es un espacio político que congrega a todas las legisladoras de las Américas y tiene como objetivos propiciar el diálogo e impulsar acciones en busca de la igualdad plena de las mujeres, en el desarrollo de sus derechos y la promoción de la participación en la política.

Desde esta responsabilidad la diputada comunica que trabajará con todo el empeño y la responsabilidad que la caracteriza y siempre en equipo, afirmó, porque tiene una gran responsabilidad con todas las mujeres del continente.

Finalmente, hay condiciones para crear una mayor articulación entre los movimientos de mujeres en el continente, tarea impostergable en la actual fase de globalización neoliberal que subsume y veja especialmente a las mujeres del mundo.

Irán sigue reprimiendo a las Mujeres



Red Feminista

Irán ha duplicado el número de policías asignados a las operaciones de represión contra las mujeres que desobedecen las normas de vestimenta del Islam, según informó hoy el periódico 'Kargozaran'.


Esta noticia y las declaraciones realizadas hoy por un policía a la agencia Reuters indican que las autoridades están decididas a continuar con la campaña de medidas drásticas más larga que se ha llevado a cabo contra el "comportamiento inmoral" en los últimos años.

El portavoz policial Mehdi Ahmadi declaró a Reuters que "la Policía concibe la represión del comportamiento inmoral, que incluye la lucha contra los bandidos, los narcotraficantes y las personas con prendas inapropiadas, como una parte inseparable de sus responsabilidades", por lo que "continuará con el plan igual que antes".

"La represión contra el 'hiyab' (velo musulmán) no islámico continuará hasta que la sociedad esté libre de inmoralidades", reza un comunicado de la Policía citado por 'Kargozaran'. Las normas de vestimenta exigen que las mujeres se cubran el pelo y lleven prendas largas y amplias que disimulen la forma de su cuerpo.

El director de la Policía aeroportuaria iraní señaló --según 'Kargozaran'-- que a un total de 128 mujeres se les ha prohibido coger distintos vuelos debido a que no llevaban un 'hiyab' adecuado, aunque no precisó a qué periodo de tiempo corresponde esta cifra.

La última campaña policial de este tipo comenzó a mediados de 2007. En los años posteriores a la Revolución Islámica de 1979, estas reglas se hacían cumplir de forma rigurosa, pero ahora las campañas suelen durar sólo unas semanas o meses. Las infractoras pueden ser castigadas con latigazos, multas o penas de cárcel, aunque la mayoría sólo reciben una advertencia.

UNA WEB XXX . . . (que no es lo que parece)



Por: Ivonne Urriola Pérez / lasmoiras.org

“Porno de contenido VIP”, “si no te has saciado y quieres ver mucho mas…”, “100% real”, “soy la chica de tus sueños”, suelen ser reclamos publicitarios que invitan a entrar en páginas web que ofrecen pornografía. Sin embargo hay una de ellas, que no es lo que parece: Médicos del Mundo ha creado una web para luchar contra la explotación sexual utilizando las mismas estrategias de “marketing” de quienes la sustentan.


Sofía sexy parece la web de una chica polaca que promete sexo. Pero al hacer click sobre ella, nos remite a una página que lucha contra la explotación sexual como una forma más de violencia de género.

Podemos conocer cifras sobre el tráfico de mujeres y las características del cliente habitual de prostitución. Algo similar ocurre si entramos al apartado en el que Sofía escribe sobre “todas sus intimidades”, podemos leer el diario en el que cuenta como la joven que es captada por las redes de la prostitución en Polonia y es llevada a trabajar de forma engañosa a Alemania (es violada, se le quita la documentación, etc) y después a España.

Todas las páginas nos llevan a firmar la campaña que ha organizado Médicos del Mundo contra la Explotación Sexual.

lunes, septiembre 29, 2008

El falso dilema del Aborto



Alba Carosio / Analítica

Dos médicos obstetras con experiencia y sensibilidad escribieron esta obra que es fundamental para entender las aristas del problema humano y de salud pública que deriva de la penalización del aborto. Con una actitud profundamente comprensiva los autores comienzan presentando la historia de varias mujeres que decidieron abortar, allí están reflejadas las circunstancias de la humilde campesina, la mujer urbana de clase media, la profesional joven, la adolescente trabajadora e incluso la médica madura de buena situación económica que toman la decisión de interrumpir su embarazo, todas esas historias revelan con claridad que no había para ellas otra alternativa.


El aborto es una decisión personal tomada habitualmente como último recurso frente a embarazos no deseados o inviables, en condiciones donde el apoyo social está ausente: "en la mayoría de los casos, la decisión de abortar es una expresión del sentido de responsabilidad de una mujer con respecto al hecho de ser madre, o una manera de proteger su propio futuro o el de los hijos que ya tiene" (Pag. 94). Sostienen Faúndes y Barzellatto que la mayoría de las mujeres tienen embarazos no deseados y abortos inducidos como consecuencia del fracaso de la sociedad en proteger sus derechos: el derecho a decidir libremente el ejercicio de su sexualidad, el derecho a recibir protección para la maternidad, el derecho a la corresponsabilidad paterna, etc.

La pobreza y sus consecuencias que impiden proporcionar una mínima seguridad al futuro hijo o a los ya existentes es la causa más frecuente de aborto en los países menos desarrollados, agravada por la baja disponibilidad de anticoncepción segura y eficaz. Como también sostiene Ivone Gebara[3] las mujeres pobres, son la mayoría de las que mueren en las interrupciones inseguras del embarazo, y lejos de ser criminales, son víctimas del modo de organización de la sociedad. Su principal pecado es ser pobres.

Globalmente, hay 46 millones de abortos cada año, cerca de 19 millones se realizan en condiciones de riesgo, el 95% de los abortos inseguros se realizan en países en desarrollo (OMS, 2003).

Un aporte importante es la revisión que Faúndes y Barzellatto hacen del proceso reproductivo, recorriendo desde la formación de células especializadas o gametos, pasando por la formación del pre-embrión y embrión, la implantación, el desarrollo fetal, el alcance de la viabilidad fetal y el período perinatal, que comienza una vez completadas las 22 semanas de embarazo. Manifiestan los autores que el término "concepción" –generalmente utilizado para referirse al comienzo de la vida- es confuso y no tiene un significado biológico exacto, explican que, de conformidad con la OMS y FIGO, el embarazo se define como "la etapa del proceso reproductivo durante la cual el cuerpo de la madre y el nuevo individuo en desarrollo se interrelacionan, es decir, la fase iniciada con la implantación y terminada cuando se producen un aborto o un nacimiento" (Pag. 45)

Desde la antigüedad hasta hoy se han utilizado métodos para interrumpir los embarazos, desde métodos primitivos e inseguros como introducción de objetos hasta el cuello del útero, pasando por pociones, hasta métodos más modernos y seguros. Estos últimos se clasifican en dos categorías: a) evacuación de la cavidad uterina, regulación menstrual por aspiración y otros; y b) administración de drogas, llamados abortos farmacológicos, por ejemplo con mifepristona/misoprostol. Demostradamente, las muertes por aborto son consecuencia del uso de métodos primitivos en condiciones antihigiénicas, pero permanece oculto bajo las estadísticas de mortalidad materna.

Partiendo de la necesidad de justicia social y considerando que es necesario impedir la muerte de las mujeres por abortos inseguros, Faúndes y Barzellatto proponen un consenso cruzado, despolarizando las posiciones (pro-vida y pro-elección) porque "la verdad es que prácticamente nadie propicia el aborto o se opone sin excepción alguna" (Pag. 217)

La mayoría de quienes se oponen al aborto -a la hora de la verdad- lo justifican en ciertas circunstancias o por lo menos en algún "caso especial y particular". Y quienes lo defienden, consideran que hay demasiados abortos evitables que podrían no ocurrir si se promoviera la reducción de embarazos no deseados, con acceso fácil a métodos anticonceptivos. La cultura patriarcal es una de las principales causas de los embarazos no deseados y la irresponsabilidad paterna (los hombres abortan con la boca cuando simplemente dicen "no es mío") que se acepta de manera pasiva y acrítica en nuestras sociedades es el más importante obstáculo para abordar el problema del aborto.

La penalización no ha evitado la práctica del aborto, sólo la ha mantenido en la clandestinidad, y le ha otorgado la calidad de bien prohibido. El aborto es un problema de salud pública, que se oculta bajo el dilema de "estar a favor" o "estar en contra", cuando su real dimensión está en las condiciones de seguridad o inseguridad en la que se realiza la interrupción del embarazo.

Faúndes, Aníbal[1] y Barzelatto, José[2] (2005) ""El Drama del Aborto: en busca de un consenso" Bogotá: Tercer Mundo Editores.


[1] Es Profesor de Ginecoobstetricia de la Universidad Estadual de Campinas, en Sao Paulo, Brasil; fue Presidente del Comité de Derechos Sexuales y Reproductivos de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO).

[2] Médico chileno (1926-2006) Dirigió el Programa Especial de Investigación en Reproducción Humana de la Organización Mundial de la Salud.

[3] Monja y teóloga ecofeminista brasileña.

domingo, septiembre 28, 2008

28 de Septiembre



Mujeres en Red

Hace dos décadas, mujeres latinoamericanas y caribeñas se han unido alrededor de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos y por justicia de género.
En el V Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe (Argentina, 1990) se creó el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, un tema de unánime y prioritaria preocupación.
Se eligió el 28 de Septiembre como fecha de referencia para esa Campaña, que desde 1993 viene impulsando acciones en los diferentes países de la región.

Objetivos de la Campaña:
• humanización de los servicios de atención a la salud;
• disminución de la morbi-mortalidad materna;
• cumplimiento de las leyes que permiten el aborto;
• liberalización de las leyes que lo punen.
• En la Reunión Ampliada Aborto en la América Latina y el Caribe - derechos de las mujeres frente a la conyuntura mundial, realizada por la Campaña los días 3 y 4 de diciembre de 2001, en Rio de Janeiro, han participado 98 representantes de organizaciones de 27 países.
En este evento ha sido lanzada la Carta de Guanabara, dirigida a los Estados, a los organismos internacionales y a la sociedad.
El DERECHO AL ABORTO FORMA PARTE DE LOS DERECHOS HUMANOS: Penalizar el aborto constituye discriminación y violencia contra las mujeres
¿Por qué la despenalización del aborto?
Anualmente, se someten a abortos en América Latina y el Caribe, cerca de 4 millones 200 mil mujeres, según datos de 1998 de la Organización Mundial de Salud. La mayor parte lo hacen en condiciones de riesgo y de forma clandestina, causando daños irreparables para su salud y muchas veces acabando con sus vidas. Los datos demuestran que ésta es una cuestión de salud pública y es así que el aborto debe ser tratado por los gobiernos.
Cuando la realidad rompe los ojos
1997 - En América Latina y el Caribe por lo menos 6.000 mujeres mueren, cada año, como consecuencia de complicaciones por abortos realizados en forma insegura. Y un número mayor aún, tiene su salud afectada para el resto de sus vidas (UNIFEM, 1997).
• En Guyana, la legalización del aborto entró en vigor a 1995. Desde ese año hasta 1997, la disminución de las hospitalizaciones por abortos provocados fue de 65% (Nunes y Delph).
• En Puerto Rico y Cuba, donde está permitido por las leyes, las tasas de aborto voluntario son más bajas que en Brasil, Colombia, República Dominicana, México y Chile, con sus legislaciones restrictivas. Chile, el único de estos países que no admite el aborto en ninguna circunstancia, es justamente el país con la mayor tasa de abortos (Yamila Azize-Vargas y Luis A. Avilés)
1998 - La región de América Latina y el Caribe es la más restrictiva con relación al aborto. Sin embargo, proporcionalmente, es la que practica el mayor número de procedimientos y en la que se producen más muertes debido a complicaciones por abortos inseguros (OMS)
1999 - Encuestas de opinión pública realizadas en poblaciones urbanas de Bolivia, México, Brasil y Uruguay, muestran una fuerte tendencia de la sociedad para debatir y considerar positivamente la cuestión del aborto como un derecho.
• Se calcula que el aborto realizado clandestinamente y en condiciones inseguras es la causa de 1 de cada 3 muertes maternas en la región, y que aproximadamente hay 800.000 hospitalizaciones como consecuencia de esos procedimientos (Singh y Sedgh).
¿Quiénes son las mujeres que interrumpen el embarazo?
Son personas comunes, de diferentes condiciones socioeconómicas, nivel de instrucción, razas, etnias, edades, religiones o situaciones conyugales. Existen estudios que muestran una mayor incidencia en mujeres casadas, con hijos, y con edad entre 20 y 30 años.
¿Quiénes son las mujeres perjudicadas?
La morbi-mortalidad por aborto está directamente relacionada con la condición de pobreza de las mujeres y sus familias, el bajo nivel de instrucción, la subordinación femenina y la multiparidad, entre otras causas.
Por lo tanto, las leyes restrictivas no previenen, ni evitan el aborto. Precisamente son éstas las que lo vuelven clandestino e inseguro, principalmente para las mujeres pobres, siendo que muchas de ellas viven en áreas rurales.
El aborto es una cuestión de derechos humanos
Considerando estos puntos, las organizaciones feministas vienen denunciando la prohibición del aborto como un atentado contra los derechos humanos - derecho a elegir, derecho a la salud, derecho a la ciudadanía - y una agresión a los principios de justicia social.
El aborto es un problema de salud pública
A través de la historia, las mujeres han recurrido a la inducción del aborto para interrumpir su embarazo. Gran parte de estos procedimientos es realizada en la clandestinidad, por personas sin habilitación y en ambientes que están fuera de patrones médicos adecuados.

• De los abortos inseguros realizados en el mundo (cerca de 20 millones por año), el 90% ocurre en los países en desarrollo causando la muerte de alrededor de 70.000 mujeres (FNUAP/1997).

• En América Latina y el Caribe, anualmente, cerca de 4.200.000 mujeres se realizan abortos, el 95% de ellos en la ilegalidad (OMS/1998).

• A cada año son 6 mil muertes de mujeres y adolescentes en razón de abortos inseguros (FNUAP-1997).

• Según la OMS 21% del total de muertes relacionadas con el embarazo y parto tienen como causa las complicaciones del aborto realizado en condiciones de riesgo.

• Estimase que, en el mundo, entre 60 mil a 80 mil mujeres mueren a cada año por causa de esos procedimientos.
El aborto es una cuestión de derechos fundamentales
Además de representar un grave problema de salud pública, la prohibición del aborto atenta contra los derechos humanos y hiere principios de justicia social.

El embarazo forzado - aquél que, por diversos motivos, la mujer considera como un riesgo para su integridad, su salud y su propia vida - representa una violación del:
• derecho a elegir
• derecho a la salud
• derecho a la ciudadanía
"El aborto es un derecho de las mujeres que puede ser conquistado con tu solidaridad"
Campaña 28 de Septiembre
El aborto es una cuestión social, la solidaridad es una necesidad básica, para las mujeres que por cualquier razón lleguen a interrumpir el embarazo.

La Campaña 28 de Septiembre convoca a los hombres, las familias, profesionales de la salud, de la prensa, parlamentarios, juristas, a la opinión pública en general, a establecer diálogos abiertos sobre el tema y a desarrollar prácticas solidarias.
En los países donde el aborto no es considerado un crimen, se abre para las mujeres la posibilidad de un recorrido diferente, que envuelve orientación médica y sicológica, consejo y encauce hacia servicios de contracepción, planeamiento familiar y de apoyo a víctimas de violencia sexual, rompiendo de esa manera, el círculo vicioso que suele atraparlas en las misma situación: a la de un nuevo embarazo no planificado o forzado.

Carta de Guanabara
Documento político de la Campaña 28 de Septiembre, la Carta de Guanabara defiende el derecho al aborto en el marco de los derechos humanos y de la democracia. Reivindica su despenalización y el respeto al libre ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.

La Carta de Guanabara ha sido aprobada en 2001, por 98 mujeres representantes de grupos en 27 países y de 7 redes regionales, presentes a la Plenaria Final de la Reunión Ampliada "Aborto en la América Latina y el Caribe - derechos de las mujeres frente a la conyuntura mundial" (Rio de Janeiro).

En agosto del 2002 la Carta de Guanabara recibió el apoyo de 420 mujeres de todo el mundo, presentes a la Plenaria Final del IX Encuentro Internacional Mujer y Salud (Toronto).

Si perteneces a un grupo u organización que también desea adherirse, basta con enviar un e-mail para Campaña con el texto: "mi institución firma la Carta de Guanabara". Por favor, informe el nombre de la institución, la ciudad y el país en donde está ubicada.

Carta de Guanabara
Rio de Janeiro, 5 de Diciembre del 2001
A los Estados, a los Organismos Internacionales y a la Sociedad, Nosotras mujeres del mundo, desde la diversidad que representamos y en el ejercicio de nuestra ciudadanía, exigimos el DERECHO A DECIDIR como expresión de LIBERTAD.
Hablamos desde una región donde la conquista de las democracias está marcada por procesos en los que las mujeres fuimos y somos protagonistas.

Históricamente, las ideologías y las instituciones restringieron los derechos de las mujeres.

Las políticas neoliberales sólo produjeron y siguen produciendo más pobreza y exclusión.

Hay que erradicarlas para promover justicia social y solidaridad.

Frente al avance de las diferentes formas de fundamentalismo que atentan contra los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales de todas las personas, en cualquier parte del mundo, es que unimos una vez más nuestras fuerzas para denunciar y enfrentar esta situación.

Los señores de la guerra, y todos aquellos que los apoyan, nunca se preocuparon por los derechos de las mujeres.
Son señores de la guerra aquellos que impusieron la Ley Mordaza - una regla de restricción financiera adoptada por el gobierno norteamericano - que afecta directamente a nuestros países, lesiona los derechos sexuales y los derechos reproductivos prohibiendo cualquier acción o mención referente al aborto.

Los derechos sexuales y reproductivos fueron creados y propuestos por el movimiento de mujeres para hacer más justa y democrática la vida social y extender la idea de igualdad y libertad de la esfera pública a la privada. Deben ser ejercidos sin ningún tipo de cohersión o discriminación, PORQUE SON PARTE DEL EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA.

EL DERECHO AL ABORTO ES PARTE DE LOS DERECHOS HUMANOS. Penalizarlo constituye una discriminación y es un acto de violencia contra las mujeres.

Los abortos practicados en la clandestinidad y en la ilegalidad afectan a todas las mujeres y, de manera especial, a las mujeres pobres, poniendo en riesgo su salud y su propia vida por no tener acceso a servicios seguros.

Para que se consolide una vida social democrática es preciso que mujeres de todas las clases, razas y etnias, de todas las edades, de todas las culturas, con distintas religiones y diversas orientaciones sexuales, puedan controlar sus cuerpos y tomar decisiones que deben ser respaldadas por un Estado laico.

Exigimos el respeto a la capacidad intelectual y ética de las mujeres de decidir autónomamente y de forma responsable, sobre su sexualidad y reproducción.

Exigimos la legitimidad de las distintas razones por las que, nosotras mujeres, recurrimos a un aborto.

Exigimos que los Estados cumplan los compromisos asumidos en las Conferencias y Convenciones de Naciones Unidas y de la OEA (Organización de Estados Americanos) porque son herramientas que contribuyen a eliminar las desigualdades sociales.

Exigimos la despenalización del aborto como cuestión de ciudadanía y justicia social.

Exigimos el derecho a interrumpir una gestación no deseada sin ser acusadas ni señaladas como delincuentes o pecadoras.

Y, finalmente, convocamos a todas las personas y movimientos comprometidos con:
• la promoción y protección de la vida digna y de los derechos humanos;
• la lucha contra la globalización neoliberal;
• la sustentabilidad ambiental;
• la defensa de la justicia social; y
• la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres,

para que se sumen a esta lucha por la DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO y por el EJERCICIO LIBRE DE LOS DERECHOS SEXUALES Y DE LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS.

Queremos dejar aquí nuestras huellas en el camino que va hacia la profundización y la defensa de las democracias y al fortalecimiento de las mujeres latinoamericanas, caribeñas y del mundo entero.

Día por la Despenalización del Aborto



Por: Rebeca E. Madriz Franco

Pocas voces se levantan, muchos Abortos se practican y miles de Mujeres mueren.

Desde 1990, el 28 de Septiembre ha sido tomado como Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe. Muchas luchas se han emprendido desde entonces (y desde mucho antes), y millones de mujeres han pasado a formar parte de la enorme lista de decesos por causas relacionadas con el parto y el embarazo, específicamente por abortos realizados en condiciones inseguras.

Vale la pena en esta fecha de trascendental importancia, destacar las condiciones por las cuales se hace impostergable hacer de ésta problemática una bandera de lucha de nuestros pueblos, especialmente de las mujeres más pobres.

En Venezuela, las condiciones están dadas, y las cifras son cada vez más alarmantes, como lo han manifestado recientemente representantes del Ministerio de Estado para Asuntos de la Mujer, quienes han develado que el 60% de las muertes maternas que se producen en la Maternidad Concepción Palacios de la Capital Venezolana, son producto de prácticas clandestinas de abortos, por lo que se estima que ésta sea la segunda causa de muerte de las mujeres embarazadas en nuestro país.

Repasemos nuestra historia más reciente: El proceso constituyente de 1999, atravesó una dura discusión, especialmente en lo referido al derecho a la vida del artículo 45 hoy artículo 43 de la CRBV, que fue formulado por la Comisión Constitucional en los siguientes términos: “El derecho a la vida, desde el momento de la concepción, es inviolable…”

De tal propuesta lo que generó mayor polémica fue “desde el momento de la concepción”, que no aparecía en el artículo 58 de la Constitución de 1961, y que tampoco era la propuesta original de la Comisión de DDHH.

Algunos de los argumentos esgrimidos por los Constituyentes apuntaban a favor y en contra, así encontramos que para Roberto Jiménez Maggiolo:

“…incluir aquí ` desde la concepción ´ es un agregado anticientífico, y producto de intereses que quieren más adelante coartar los derechos de la mujer en un campo tan grande e importante en la medicina contemporánea como es lo que llamamos reproducción asistida y el aborto…. Esto lesiona los derechos y dignidad de la mujer, derechos que son inalienables”.

Indiscutiblemente Maggiolo sintetiza de manera muy explícita argumentos suficientes para considerar, por un lado, que tales intereses se refieren particularmente a la influencia de sectores religiosos, y por otro, que se vulneran los derechos de la Mujer, quien al fin de cuentas es quien arriesga, sacrifica y atraviesa todas las trabas que se imponen sobre su propio cuerpo.

Para Rodolfo Sanz el problema del aborto es un problema de orden social, de orden moral, y en consecuencia:

“Es un debate que no se ha desarrollado suficientemente y por tanto no puede pretender ningún sector imponer una concepción a otro sector…”

Sin embargo, hoy por hoy, han transcurrido 9 años, y las mujeres Venezolanas seguimos esperando que se aperture este debate en la Asamblea Nacional, tras una serie de propuestas que han sido presentadas al respecto y que no han pasado de ser engavetadas en los curules de nuestros legisladores.

Tras la aprobación de la nueva Constitución, se establece la obligación del Estado de garantizar el goce y ejercicio irrenunciable e interdependiente de los derechos humanos de las mujeres, sin más limitaciones que las derivadas del derecho de las demás personas y del orden público y social. Por ello el Estado está obligado a brindar protección frente a situaciones que constituyan amenazas, vulnerabilidad o riesgo para la integridad de las mujeres, mediante el establecimiento de las condiciones jurídicas y administrativas necesarias y la adopción de medidas positivas a favor de éstas para que el ejercicio de sus derechos, de manera que la igualdad ante la ley sea real y efectiva.

Nuestra carta magna establece que: Las parejas tienen derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos e hijas que deseen concebir. Por lo que es indiscutible que hay, en nuestra constitución, los elementos suficientes para que el Estado garantice a las mujeres la interrupción voluntaria del embarazo, de manera segura, accesible y gratuita.

De esta manera sería posible garantizar este derecho a quienes deseen hacerlo o carguen con aspectos de carácter económico, social o moral, e incluir a esos sectores de la población que apuestan no a la muerte, sino a la vida de las mujeres que se practican abortos y que corren el riesgo de morir, cuando éstos se practican clandestinamente y de manera insalubre. La ley no obligaría a nadie a abortar, pero garantizaría que las mujeres más pobres no mueran por esa causa, pues legal o no, el Aborto se practica, y se practica de manera masiva, por lo que es menester que el Estado asuma el papel que le corresponde y garantice la seguridad social de sus ciudadanas y ciudadanos, lo que necesariamente debe pasar por el reconocimiento del aborto como un derecho sexual y reproductivo, y de esa manera atacarlo también como un factor que es generador de problemas de salud pública en nuestro país.

Se trata de que si bien es cierto, la despenalización del aborto no disminuirá su práctica, si evitará que miles de mujeres, que pese a la ilegalidad igualmente lo practican, no mueran ni arriesguen sus vidas en esas prácticas, es decir, que la despenalización del aborto tendrá como fin, aplicar los correctivos a una problemática de salud pública.

Al facilitarse a la población el acceso al aborto legal y seguro se pueden salvar las vidas y promover la igualdad de muchas mujeres. Las decisiones de las mujeres en materia de aborto no tienen que ver solamente con nuestros cuerpos, sino que se encuentran relacionadas con nuestros derechos humanos inherentes a nuestra condición de persona, a nuestra dignidad. En la procreación, es sólo la mujer quien arriesga su salud y hasta su vida y de allí emana su derecho a controlar su propio cuerpo y con ello su reproducción, sin interferencia por parte del Estado o de terceros, pero sí con garantías. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la despenalización del aborto tiene como principal responsable al Estado, pues el mismo, es un tema social (principalmente de salud pública), económico, jurídico, y político.

Los servicios de aborto deben ser establecidos en conformidad con los estándares internacionales en materia de derechos humanos, incluyendo los que se refieren a servicios de salud adecuados. Para todas las mujeres, se trata de una cuestión de igualdad. Para algunas, simplemente de una cuestión de vida o muerte.

Por otro parte es evidente la falta de cultura y la indolencia de los legisladores al respecto, pues parten de un criterio moral – religioso y no científico, a la hora de dictar leyes, aun cuando existen elementos jurídicos de carácter internacional y nacional que no son contradictorios a la hora de despenalizar el aborto.

Por ello en nombre de miles de mujeres venezolanas que han muerto, y en nombre de las millones que no queremos morir, exigimos a la Asamblea Nacional emprender una discusión de altura que permita legislar sobre la materia, pues hasta ahora su silencio los convierte en cómplices.

Mientras tanto, seguimos luchando y denunciando la apatía irresponsable de nuestros diputados y diputadas al respecto, producto de su conservadora y parcializada antipatía por esta problemática.

¡DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO YA!

Aborto seguro y legal es un derecho


Por Alessandra Moonens

El derecho a un aborto legal y seguro, no es solamente una cuestión de salud pública y un derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo si no también una cuestión de clase, que afecta a los sectores más pobres de la sociedad venezolana.

La práctica del aborto es una realidad, siempre existió. Un embarazo de cada cuatro termina en un aborto inducido.

No quiero entrar en el debate inútil de porque una mujer aborta y si está bien o no, pero quiero decir que siempre es una decisión difícil. Todas y todos conocemos una amiga, una pareja o nosotras mismas quien practicó un aborto y hemos entendido el porqué.
Cada año en el mundo se mueren 70.000 mujeres de las complicaciones de un aborto inseguro en países donde no está legalizado y 5 millones de mujeres tiene secuelas (se practican 20 millones de abortos inseguros). En Venezuela, se mueren de una a dos mujeres cada semana.

¿Pero quien son estas mujeres que mueren y porqué?

Las que mueren son las que no tienen el dinero para pagar una clínica privada donde se le practicará de manera limpia con técnicas que se conocen muy bien. Son las que no tienen los 3.500 BFs (hasta 5.000 BFs).

Estas mujeres se van por otras vías donde las técnicas no son seguras o se practican ellas misma el aborto (con cualquier cosa, ganchos, inyección de jabón…) y llegan muriendo a los hospitales donde no les hacen caso, las tratan mal y a veces las echan por haberse practicado este aborto.

Es un negocio muy bueno para los médicos, no son ellos los que se quejarán del sistema aunque haya también médicos que los practican porque creen en este derecho de las mujeres y no quieren que mueran más mujeres.

En esta situación, no son todas la mujeres iguales ante un embarazo no deseado y un aborto. ¡Hay una diferencia de clase entre ellas!

En una sociedad capitalista, patriarcal, muy católica y machista, el tema del aborto entra en el cuadro de la situación de la mujer en esta sociedad: oprimida, utilizada como un objeto de venta, excluida, menos pagada por un empleo igual que a un hombre, apartadas del espacio público donde el papel más valorado es la reproducción, la crianza de los niños y las tareas del hogar.

Pero en un país donde se está planteando el Socialismo se tiene que plantear la mujer como un actor entero de la sociedad pública y para esto necesita estar en plena posesión de sus derechos humanos, sexuales y reproductivos. El derecho al aborto es un paso imprescindible para lograr a ser este actor.

Pero aunque se tiene que hablar el tema en las estructuras legales del Estado. No habrá cambios de mentalidad del pueblo sin que se lleve el tema al mayor número de mesas posible, en las comunidades, grupos de mujeres, comités de salud, etc... Los grupos políticos, partidos y sindicatos revolucionarios tenemos que llevar esta lucha para lograr la sociedad que soñamos, que queremos.

Los casos de violencia contra la mujer.



Por: Eglimar Melero

Hoy siguen siendo alarmantes los niveles de maltrato en los que se encuentran las mujeres venezolanas, en nuestro país 7 de cada 10 mujeres sufre algún tipo de maltrato, y cada 10min muere una mujer a causa de violencia doméstica.

La violencia a la que son sometidas miles de mujeres por sus parejas es un fenómeno que parece no tener quien le detenga, cada vez mas esta sociedad naturaliza el hecho de que un hombre golpee salvajemente o “sutilmente” a su pareja (novia, cónyuge, esposa) y hay que aclarar a quien tenga duda que NO HAY MALTRATO JUSTIFICADO, todo maltrato debe ser condenado, ya basta de escuchar frases como “ es que ella se lo merecía, es una floja” o peor aun “nadie la manda, ella no debió contestarle, es su marido y debe respetar” ese tipo de conductas no aliviaran ni borraran todos los traumas psicológicos que genera convivir y sobrevivir bajo situación de violencia, es necesario que tod@s nos asumamos en esta problemática y entendamos el porqué suceden estos fenómenos en las sociedades, porque esto ya no es un problema solo de la pareja, dentro del circulo se ven envueltos hijos de la pareja, padres de la pareja, hermanos, etc. y toca por consecuencia a la sociedad en general.
Los problemas que genera la violencia van desde lo psicológico, lo sexual hasta lo social, de lo privado a lo público. De un asunto de cama a un asunto de estado, es una cadena que cada vez se va perfeccionando más en su manera y grado de maltrato.
En el país existe la “ley para una vida libre de violencia” hay que hacer uso de esta ley, hay que hacer del conocimiento de las mujeres esta ley, hay que educar a la población venezolana, es necesario educar a la población con una visión de género porque no será de manera espontánea que se concientizarán hombres y mujeres, no será por voluntad “divina” que cesará la violencia hacia la mujer, porque una problemática de esta magnitud no se superará solo por decreto, no basta con una o mil leyes, hay que ir más allá hay que transcender en las políticas aplicadas al tema de las mujeres.
El pueblo consiente de sus propias necesidades hará letra viva de esta y muchas otras leyes, en este caso somos las mujeres las que estamos llamadas a ser protagonistas de nuestras vidas, a ser quienes nos empoderemos y luchemos junto con los hombres por una sociedad sin maltrato, sin violencia, sin desigualdad, sin discriminación, una sociedad donde nos relacionemos de una manera sana, donde las relaciones no sean el yugo de uno y el goce del otro, una sociedad en donde el matrimonio ya no sea un contrato de propiedad, donde los hijos no sean escudo y escusa para permanecer juntos; esto debe ser objetivo de todo revolucionario, la emancipación de la mujer es tarea de revolucionarios.

Despenalización del Aborto: ¿Quiénes se benefician?, ¿Quiénes se perjudican?



Por Eglims L. Peñuela Lovera.

Cuando hablamos de aborto son muchos los elementos que se deben tocar, un tema tan polémico en sociedades como las nuestras merece un cuidadoso estudio. Primero hay que empezar a asumir al aborto como una REALIDAD cercana a cada un@ de nosotr@s, ¿Quién de nosotr@s no supo alguna vez de una mujer cercana que pensó en practicarse uno?, ¿Son los embarazos no deseados situaciones alejadas a la realidad de la mujer venezolana?, ¿Cuántas de nosotras hemos tenido alguna vez que practicarnos un aborto en la clandestinidad?...

...son éstas algunas de las preguntas que debemos respondernos al comenzar a tratar este tema. Sin duda alguna constantemente nos estamos enterando que a nuestro alrededor surgen en mujeres conocidas embarazos no deseados, la mayoría de ellas las más jóvenes, las que carecían de experiencia, y las que por su condición de pobres estuvieron alejadas de una educación sexual de calidad y de métodos anticonceptivos, ¿Qué pasa con esas mujeres pobres que quedan embarazadas cuando no lo desean?, con el aborto penalizado como se encuentra en estos momentos SE VEN OBLIGADAS A ENCARGARSE DE OTRA VIDA CUANDO NO LO DESEAN, tener hij@s no se trata de comprar muñec@s, se trata de las generaciones que nos reemplazaran, se trata de quienes se encargaran de este país y de este mundo, y cuando sus madres no están en condiciones para brindarle una educación de calidad, una buena alimentación, un hábitat digno y/o no se sienten preparadas psicosocialmente para encargarse de otra vida entonces el futuro de esa nueva generación no será el mejor.

Al sistema capitalista, fiel aliado del patriarcado, le interesa que las mujeres pobres se reproduzcan todo lo posible en medio de su pobreza, los beneficios que el capitalismo obtiene no son poca cosa, nada menos que futura mano de obra barata, sumergir a las mujeres en la producción de las fábricas y en la producción del hogar, obteniendo al mismo tiempo mantenerlas sumisas a sus intereses, sin que jamás puedan ver la verdadera causa de sus miserias.

Una sociedad socialista debe llevar inevitablemente integrada a su lucha la búsqueda de la emancipación de la mujer, para ser un(a) verdader@ socialista se debe ser, incondicionalmente, feminista. Comprendiendo que la lucha feminista no es en contra de nuestros compañeros hombres, es en contra del patriarcado, esa opresión universal histórica a la que es sometida la mujer, sólo por la condición de su sexo es menospreciada, maltratada en todos los aspectos, pisoteada, silenciada, dirigida. Nuestra lucha –en el feminismo de clase- es en contra del sistema capitalista, que nos somete a una doble explotación cuando nos obliga a encargarnos de la producción del hogar que no es reconocida, y mucho menos remunerada, y al mismo tiempo a mantener la producción en la fábrica para recibir un salario que nos ayude a sustentarnos. Es por esto que en la transición al sistema socialista a la mujer se le deben empezar a garantizar los derechos más elementales por los que siempre ha luchado y que le ha negado el capitalismo, y empezar a trabajar así por su liberación.

El aborto es uno de esos derechos elementales, pero no sólo basta con eso, se deben dirigir políticas para garantizarle a la población una buena salud sexual y reproductiva, el aborto debe ser el último método en la escala para evitar tener hij@s no desead@s, para esto se debe generar una excelente educación sexual a l@s niños, niñas y adolescentes, se debe abastecer masiva y gratuitamente anticonceptivos a toda la población, se debe garantizar acceso a consultas médicas en las distintas especialidades referentes al sexo y la reproducción para toda la población sin costo alguno, y se debe finalmente prestar de manera segura y gratuita en los centros de salud pública la práctica de abortos.

El aborto clandestino existe, y son muchas las consecuencias que genera. Es espeluznante que mueran tantas mujeres pobres por las prácticas inseguras, y por demás precarias, que se realizan, ya que su situación económica no les permite pagar los altísimos precios que cobran las mafias médicas por realizárselos de manera segura –a quienes les interesa mantener el aborto penalizado para seguir enriqueciéndose con sus altos precios-, en casos también trágicos muchas quedan con terribles daños en sus sistemas reproductivos. ¿No les importan éstas vidas a quienes tienen la tan nombrada posición “pro-vida”?, ¿Es acaso un feto con menos de doce semanas de gestación más vida humana que la de la mujer?, nosotros pedimos la despenalización del aborto hasta las doce semanas de gestación cuando el feto no se considera biológicamente aún vida humana, no ha desarrollado sus sentidos, no razona, está en formación, pero no está formado, además la mujer no corre con grandes riesgos, y el aborto puede ser realizado de manera segura.

Es por esto que hoy las mujeres venezolanas exigimos la despenalización del aborto, una buena educación sexual para prevenir, anticonceptivos de calidad y gratuitos para no abortar, y ABORTO SEGURO PARA NO MORIR. Es la clase trabajadora la única perjudicada, es la mujer la principal víctima, es el sistema capitalista el único beneficiado con la penalización del aborto. ¡Ni una muerta más!, ¡La mujer decide, el Estado garantiza, la sociedad respeta y la iglesia se calla y no se mete!

¡Mujeres por el socialismo, CREANDO PODER POPULAR!

viernes, septiembre 26, 2008

El Aborto en el Marco Jurídico Internacional



Rebeca E Madriz Franco

En los últimos años se han visto cambios importantes en la anuencia internacional sobre el vínculo entre el acceso al aborto y el ejercicio efectivo de los derechos humanos de las mujeres. Estos cambios se evidencian claramente en el trabajo de los órganos de supervisión de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en la adopción de un protocolo regional sobre derechos humanos, y en los documentos de consenso de varias conferencias mundiales concernientes a los derechos de las mujeres y la salud y los derechos reproductivos.

Aclaraciones facultadas del derecho internacional reconocen que el acceso al aborto legal y seguro resulta esencial para un disfrute y ejercicio efectivo de los derechos humanos de las mujeres. Los órganos de supervisión de los tratados internacionales de la ONU, a través de interpretaciones mesuradas del derecho internacional de los derechos humanos, han expresado sus opiniones sobre el acceso al aborto y las restricciones al mismo de manera sistemática y exhaustiva. De acuerdo con la información disponible, desde mediados de los 90 hasta comienzos de 2005, estos órganos han emitido al menos 122 observaciones finales referidas a noventa y tres países, abordando de manera sustantiva la relación entre el aborto y los derechos humanos básicos. Estos órganos sostienen que ciertos derechos humanos firmemente establecidos se ven comprometidos por leyes y prácticas en materia de aborto que poseen carácter punitivo y restrictivo.

En este sentido es imprescindible señalar algunos de los derechos que según las comisiones de la ONU, son violados al penalizar el aborto, y que a su vez están establecidos en convenios y Tratados Internacionales:

- El derecho a la salud y a la atención médica, el cual está reconocido en un gran número de tratados internacionales. Por ejemplo, La Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) que indica en su artículo 12: “los Estados Parte adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de la atención médica a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios de atención médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia”.

En este caso lo que debe tomarse en cuenta es que los abortos inseguros constituyen una amenaza grave a la salud de las mujeres: entre el 10 y el 50 por ciento de las mujeres que han padecido abortos inseguros requieren atención médica post-aborto por complicaciones tales como: abortos incompletos, infecciones, perforaciones uterinas, enfermedad pélvica inflamatoria, hemorragias, u otras lesiones de los órganos internos. Estas complicaciones pueden terminar en muertes, lesiones permanentes, o infertilidad. Por lo cual, restringir el derecho al aborto se constituye en una violación del derecho que tenemos las mujeres de acceder a la salud y a la atención médica.

- El Derecho a la Vida que además de formar parte del derecho consuetudinario internacional, está consagrado en numerosos tratados internacionales y regionales. Las restricciones legales al aborto tienen un impacto devastador sobre el derecho a la vida de las mujeres: el 13 por ciento del promedio de las 1.400 muertes maternas que se registran diariamente a nivel mundial se atribuyen al aborto inseguro, y la evidencia indica que la mortalidad materna aumenta cuando un país criminaliza el aborto. Los gobiernos podrían salvar la vida de miles de mujeres cada año si aseguraran el acceso a servicios de aborto seguro.

El Comité de Derechos Humanos de la ONU (CDH) ha explicado que “la expresión ‘el derecho a la vida es inherente a la persona humana’ no puede entenderse de manera restrictiva y la protección de este derecho exige que los Estados adopten medidas positivas”. En su Observación General número 28, el CDH requiere que los Estados partes proporcionen información sobre las muertes maternas que se encuentran relacionadas con el embarazo y el parto. Más aún, ha expresado su preocupación por la interrelación entre las legislaciones restrictivas en materia de aborto, los abortos realizados en condiciones de clandestinidad, y el riesgo para la vida de las mujeres. En el caso donde el aborto es ilegal en todas las circunstancias el Comité indicó que: “La penalización de todo aborto, sin excepción, plantea graves problemas, sobre todo a la luz de informes incontestados según los cuales muchas mujeres se someten a abortos ilegales poniendo en peligro sus vidas. … El Estado Parte está en el deber de adoptar las medidas necesarias para garantizar el derecho a la vida de todas las personas, incluidas las mujeres embarazadas que deciden interrumpir su embarazo. … El Comité recomienda que se revise la ley para establecer excepciones de la prohibición general de todo aborto”.

- El Derecho a decidir el número y esparcimiento de los hijos. En este caso, la CEDAW estipula en su artículo 16 que “los Estados Parte adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares y, en particular, asegurarán en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres … los mismos derechos a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos y el intervalo entre los nacimientos y a tener acceso a la información, la educación y los medios que les permitan ejercer estos derechos.”

El derecho de las mujeres a decidir el número y espaciamiento de sus hijos sin discriminación sólo puede implementarse plenamente si éstas cuentan con acceso a todas las medidas efectivas para controlar el tamaño de sus familias, incluyendo el aborto. El Comité de la CEDAW ha enfatizado en repetidas oportunidades que el aborto en ninguna circunstancia debe ser utilizado como método de planificación familiar. Al mismo tiempo, al reconocer la necesidad de la despenalización del aborto, el Comité ha reconocido implícitamente que el aborto, en ciertas circunstancias, puede constituir la única manera en que una mujer ejercite su derecho a decidir de manera independiente sobre el número de hijos y el intervalo entre los nacimientos, en particular si quedó embarazada como resultado de violación o incesto, o si su vida o salud corren peligro.

La Recomendación General número 21 del Comité de la CEDAW sobre la igualdad señala: Las obligaciones de la mujer de tener hijos y criarlos afectan su derecho a la educación, al empleo y a otras actividades referentes a su desarrollo personal, además de imponerle una carga de trabajo injusta. El número y espaciamiento de los hijos repercuten de forma análoga en su vida y también afectan su salud física y mental, así como la de sus hijos. Por estas razones, la mujer tiene derecho a decidir el número y el espaciamiento de los hijos que tiene.

Este derecho ha sido reiterado y clarificado en documentos de consenso internacional. Por ejemplo, el párrafo 7.2 del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) explica que el concepto de la salud reproductiva implica que las personas tienen la libertad de decidir reproducirse o no, cuándo, y con qué frecuencia. El párrafo 7.3 también hace referencia al derecho básico de las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre éstos, y a disponer de la información y los medios necesarios para ejercer este derecho.

Las cifras de los Organismos Internacionales develan la necesidad de que se legisle en esta materia, pues para ilustrar un poco esta realidad debemos saber que de aproximadamente 45 millones de abortos inducidos que se practican cada año, unos 19 millones se realizan en malas condiciones (practicados por personal no capacitado, en circunstancias poco higiénicas); en consecuencia, casi 70.000 mujeres pierden la vida, un 13% de las defunciones relacionadas con el embarazo.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas, cuyo fin es proporcionar servicios de salud reproductiva para que las personas puedan conservar su salud y planificar sus familias y sus futuros, a priorizado el tratamiento de las consecuencias sobre la salud del aborto realizado en malas condiciones. Y es que la falta de acceso al tratamiento para el aborto incompleto sigue siendo un problema de grandes proporciones. Los tabúes sociales en torno al aborto y las penalidades establecidas tanto para las mujeres que lo solicitan como para quienes lo practican, son problemas adicionales en muchos países, aun cuando sea legal proporcionar tratamiento posterior al aborto.

En mayo de 2004, la 57ª Asamblea Mundial de la Salud aprobó por primera vez la estrategia de la Organización Mundial de la Salud sobre salud reproductiva, con el objetivo de acelerar el progreso hacia la conquista de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (MDG), donde se determinan cinco aspectos prioritarios de la salud reproductiva y sexual, siendo algunos de ellos, ofrecer servicios de alta calidad de planificación de la familia, inclusive servicios para tratamiento de la infecundidad; eliminar el aborto realizado en malas condiciones; y promover la salud sexual.

Hay unos 201 millones de mujeres cuyas necesidades de anticoncepción siguen insatisfechas. Si se compensaran sus necesidades, se evitarían cada año 52 millones de embarazos, además de 23 millones de alumbramientos no planificados (una reducción del 72%); 22 millones de abortos inducidos (una reducción del 64%); 1,4 millón de defunciones de menores de un año; 142.000 defunciones relacionadas con el embarazo (inclusive 53.000 a consecuencia del aborto realizado en malas condiciones); 505.000 niños que pierden sus madres por causas relacionadas con el embarazo.

Mientras que por otro lado, según proyecciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas, las necesidades de productos anticonceptivos en 2015 llegarán a unos 1.800 millones de dólares tomando en cuenta el crecimiento del número de parejas, y a su vez, por cada millón de dólares de déficit en la asistencia con destino a productos anticonceptivos, se producirán las siguientes consecuencias: 360.000 embarazos no deseados; 150.000 abortos inducidos; 800 defunciones de madres; 11.000 defunciones de niños menores de un año; 14.000 defunciones de niños menores de cinco años.

Aquí encontramos resumidos entonces, algunos de los derechos que ampara el marco jurídico internacional relacionados con el aborto, con las respectivas observaciones de los Organismos Internacionales los cuales, en términos generales, exhortan a los Estados a eliminar las legislaciones más restrictivas del Aborto, pues no sólo aumentan los índices de mortalidad por causas prevenibles relacionadas con los embarazos, sino que además son contradictorios con una serie de Derechos Humanos reconocidos a nivel internacional.

Exhortan al Estado definir políticas para despenalizar el aborto



Kaos en la Red
Luego de diez años revolucionando el sistema social y preventivo de todas y todos los venezolanos, “no se ha logrado garantizar la despenalización de la mujer por la práctica del aborto terapéutico”.
La declaración la brindó la representante del Estado venezolano ante el Comité de Expertas en Violencia de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, Asia Villegas, este miércoles en la noche durante una mesa de debate de género, promovida por el Centro Internacional Miranda (CIM).


La discusión principal de la jornada fue el aborto y cómo el mismo sigue siendo un tema tabú rumbo a celebrarse el próximo 28 de septiembre el día de la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe.

Según últimos reportes de la Maternidad Concepción Palacios y el Centro de Estudios para la Mujer, el 60% de las muertes maternas son a causa de la interrupción de embarazos inducidos por las pacientes o llevados a cabo sin instrucción médica, lo cual constituye la segunda causa de muerte en las embarazadas.

Indicó la experta: “es de índole que el gobierno defina una política de Estado eficiente en pro de garantizar el derecho a decidir de nuestras mujeres, todavía no lo ha conseguido”.

La penalización del aborto no disminuye estas prácticas de exposición al riesgo y a condiciones inseguras. Genera un mercado clandestino, marcado por la desigualdad de clases sociales.

Por ello es un problema de clase, porque las mujeres que tienen acceso a la red de clínicas privadas, donde se practican los abortos, lo hacen, pero nuestras mujeres del barrio, de los espacios rurales acuden a situaciones no seguras, expresó Villegas.

Es el Estado el que debe promover, educar y ayudar a prevenir esta situación y brindarle a la mujer que no desea continuar con su gestación por causas de peso todo el apoyo necesario, instó la representante del Comité de Expertas para la Violencia a la Mujer.

“Exhortamos al Estado a que asuma el control y la regulación que le garantice a la mujer el derecho a la vida y a la salud sexual reproductiva”.

Igualmente aclaró: “no promovemos el aborto como un método anticonceptivo pero sí que las mujeres gocen del derecho a decidir, creemos que deben ampliarse las propuestas de interrupción del embarazo a situaciones como el incesto, malformaciones congénitas no compatible con la vida y la violencia sexual”.

En la Maternidad Concepción Palacios ocurren mensualmente 82 casos de abortos sépticos y no sépticos, sin contar el subregistro que definitivamente existe, que es mayor.

Asegura Villegas que actualmente no hay un sistema de registro que sea efectivo, veraz y confiable, adicional, no se tiene acceso a las estadísticas de los centros privados.

El tema de llevar el tema a consulta popular se ha convertido en una verdadera piedra de tranca porque, según Villegas, el problema es la cultura patriarcal que nos marca y que tiene 6 mil años de historia. “Toda la culpa que generó en la mujer la religión judío cristiana pesa mucho en la definición de políticas más justas, aún y cuando el Estado se pronuncia como Laico”.

“Esto se evidencia porque luego de meses de haber sido introducido un proyecto de reforma del código penal para despenalizar a la mujer por el aborto, no ha habido ningún pronunciamiento por parte de la Asamblea Nacional, no fue incluida esta propuesta en la reforma constitucional refrendada el pasado diciembre y adicional, de primera fuente, conocemos que la mayoría de los diputados y diputadas están en contra del tema”, aseguró Villegas.

Hay una doble moral respecto al tema, penalizamos a la mujer, pero muchos de nosotros en algún momento hemos conocido, ayudado o acompañado en esta situación a alguna amiga o familiar que ha practicado un aborto.

Día Mundial de la Prevención del Embarazo Adolescente



Por: Eglimar Melero

El embarazo precoz en Latinoamérica y el Caribe contempla las cifras más elevadas, siendo Venezuela una de las principales abanderadas y estando superada sólo por Honduras, Guatemala y Nicaragua.

En Venezuela, 20 de cada 100 partos corresponden a mujeres jóvenes y en su mayoría de bajos recursos. Estas cifras convierten esta problemática en un asunto de salud pública, es decir, un problema de Estado.

Los venezolanos y venezolanas exigimos a este proceso revolucionario la ejecución de políticas acertadas en materia de salud sexual y reproductiva. Es ya absolutamente necesaria la voluntad política para hacerle frente a esta situación. Cada día son más las mujeres jóvenes que deben abandonar sus estudios y además de esto interrumpir su normal transición de la adolescencia para dar un salto abismal, no a la adultez, sino a convertirse en “madres precoces” y empezar a formar parte de todo un contingente humano en situación de riesgo (pobreza extrema).

Siendo las mujeres jóvenes las más susceptibles a los duros tratos del sistema capitalista. Son nuestras jóvenes quienes están a merced de los explotadores que muy bien se aprovechan de las necesidades de estas madres jóvenes para darles un trato discriminatorio, humillante y violento en sus respectivos espacios laborales y educativos entre otros, por mencionar algunas de las vejaciones a las tienen q ser sometidas.

El problema del embarazo precoz es mucho más grave de lo que a simple vista se puede notar. Esta problemática acarrea situaciones de violencia hacia la mujer y/o hacia los y las niñas, marginalidad, triple explotación, prostitución, drogadicción y de exclusión social en general.

También se presentan situaciones de carácter psicológico muy graves tanto para la joven madre como para el o la niña en cuestión.

Por todo lo antes mencionado, por las miles de mujeres sin voz, por los miles de niños en situación de calle y de violencia, en aras de la construcción de esa tan anhelada sociedad de iguales, con justicia social y equidad, este 26 de septiembre y todos días restantes estaremos luchando por la prevención del embarazo no deseado.

De esta misma forma también luchamos por una educación sexual efectiva, por un modelo educativo que atienda las necesidades de nuestros jóvenes y así como también por la distribución masiva y eficiente de métodos anticonceptivos entre las y los jóvenes venezolanos.

jueves, septiembre 25, 2008

Pan y rosas por un feminismo revolucionario



Por: Livia Vargas González. Miembra de la agrupación Pan y Rosas Internacional

Publicado en www.aporrea.org el 12/04/07

Dedico estas páginas a las legendarias y luchadoras Louise Michelle, Flora Tristán, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Alexandra Kollontai, Pen pi Lan, a las mujeres de Oaxaca, a las de Atenco, a las mujeres de Irak, oprimidas por su cultura y oprimidas, vejadas y exterminadas ahora por las fuerzas del imperialismo estadounidense, y a todas aquellas mujeres trabajadoras, terribles y anónimas que han alzado sus frentes, sus brazos y su voces en aquellos momentos en los cuales la apuesta por la liberación y por un mundo sin explotadas, explotados, oprimidas ni primidos, ha tocado a sus puertas.

Hoy, en Venezuela, se vuelve a retomar el debate sobre la mujer y el feminismo, y ello ha sido a partir de que se abriera también el debate sobre el Socialismo del Siglo XXI, con sus distintas miradas y posiciones. Estamos asistiendo, me atrevería a decir, a la inauguración de la 4ta ola del pensamiento feminista. La discusión sobre la cuestión de la mujer vuelve al tapete, pero esta vez en clave revolucionaria, y luego de varias experiencias históricas que nos invitan a mirar hacia ellas con mayor detenimiento.
Quizás haya sido Pan y Rosas uno de los libros que haya trabajado y editado con mayor cariño, no solo por la cercanía afectiva y militante con su autora sino, sobre todo, porque me acercó a una visión del feminismo que logra resolver, desde mi punto de vista, la falsa contradicción entre feminismo y marxismo. No sé si en otros países haya ocurrido igual, pero crecí en un entorno donde por un lado, el feminismo se cuidaba mucho de preservar su pureza de lo político, resguardándose sobre todo en los espacios académicos o asistenciales y, por el otro, las distintas organizaciones de izquierda, salvo el anarquismo, despreciaban la lucha feminista, dándole el adjetivo de lucha ‘pequeñoburguesa’. En esa falsa dicotomía la mayor de las veces preferí subordinar la lucha de género a la sola lucha política, sin encontrar aún eliminar la aparente fisura. Afortunadamente, hoy me hallo escribiendo estas líneas.
Más que el título de un libro o el título de una película, Pan y Rosas fue la consigna esgrimida por las obreras textileras de Massachusetts durante la huelga que emprendieran en 1912 no solamente por obtener mejoras salariales, sino también por conquistar mejoras en la calidad de vida de estas y de sus familias. Esta fue una huelga que, gracias al apoyo de la organización de Trabajadores Industriales del Mundo, que dedicó atención especial a los hijos e hijas de las trabajadoras instalando guarderías y reuniones infantiles para contrarrestar la ofensiva y el ataque de vecinos, escuelas e iglesia, a la solidaridad de algunas familias que albergaron a los hijos e hijas de estas trabajadoras en sus hogares para que pudiesen mantenerse en pie de lucha y, finalmente, a la entereza, arrojo y valentía de estas mujeres que no dieron su brazo a torcer, logró no solo el aumento de los salarios, sino también la reducción de la jornada laboral y el derecho a la sindicalización.
¿Por qué llamar a un libro sobre feminismo Pan y Rosas? ¿Se trata solo de un homenaje a las mujeres que abanderaron esta cosigna o quizás trasciende y se apoya en este episodio histórico para postular una visión del feminismo que lo emparienta con el marxismo, dicho en otros términos, que sostiene la necesaria imbricación entre patriarcado y capitalismo, entre opresión y explotación, entre feminismo y socialismo revolucionario, entre emancipación de la mujer y supresión de las relaciones de explotación, entre clase y género?
Pan y Rosas expresa, en su misma nomenclatura, el carácter de clase y de género que supone un feminismo emancipatorio y revolucionario y, al mismo tiempo, la necesaria incorporación de la cuestión de la mujer en todo programa de transformación revolucionaria; ello porque toda apuesta revolucionaria debe contener las demandas de las y los explotados y oprimidos y, además, porque tal feminismo supone la caracterización y asunción del origen de clase del cual deriva la opresión de las mujeres.
Tal síntesis parecería solo un ejercicio retórico o de sola yuxtaposición discursiva sino tuviera su apoyo en una concepción materialista de la historia. Andrea D’ Atri tomará, así, los fundamentos marxistas en la comprensión de la historia, para con ello tejer en cada uno de los capítulos de su libro, la historia crítica del feminismo por un lado, y la fundamentación de un feminismo marxista por el otro, pues, Para las marxistas revolucionarias, la cuestión de la opresión de las mujeres se inscribe en la historia de la lucha de clases…
En este sentido, para Andrea D’ Atri, así como para muchas otras y otros marxistas, el patriarcado no surge y desarrolla al margen de la lucha de clases y, así mismo, dentro de la lucha de clases, la mujer comporta un rol fundamental.
Pero la perspectiva de género propuesta por D’ Atri, en la cual la lucha de clases comporta un carácter central, no descuida las contradicciones internas que existen en el seno de las clases explotadas y al interior del género femenino. Tanto el género femenino guarda un carácter interclasista, como las clases explotadas comportan un carácter intergénero.
Para Andrea, “…explotación y opresión se combinan de diversas maneras. La pertenencia de clase de un sujeto delimitará los contornos de su opresión”. Así, la situación de opresión de las mujeres pobres y asalariadas será mucho mayor y distinta a la opresión de aquellas que pertenecen a las clases dominantes y explotadoras. Ejemplos concretos podemos señalar: en Irak, mientras cientos y miles de niñas y mujeres se ven sometidas a los permanentes atropellos, violaciones, torturas y asesinatos de las tropas invasoras, las soldadas estadounidenses someten, torturan y humillan a hombres y mujeres iraquíes. Iguales en su condición de género, distintas en su ubicación de clase: una sufre los males de la opresión y la explotación imperialista, otra, quizás oprimida dentro de las lógicas patriarcales y capitalistas de la jerarquía militar, es capaz también de ser opresora “…aunque puede señalarse que el conjunto de las mujeres padece discriminaciones legales, educacionales, culturales, políticas y económicas, lo cierto es que existen evidentes diferencias de clase entre ellas que moldearán en forma variable no sólo las vivencias subjetivas de la opresión, sino también y, fundamentalmente, las posibilidades objetivas de enfrentamiento y superación parcial o no de estas condiciones sociales de discriminación.”
Esto nos lleva, pues, a delimitar diferencias en la caracterización del género femenino, muchas veces asumido por algunos feminismos como un género cuya “naturaleza” lo ubica en un grado de bondad radicalmente superior al de los varones. Si bien es cierto que toda mujer es oprimida por su condición de género, si bien es cierto también que sobre su cuerpo quienes deciden son el Estado, la Iglesia, el capital y los varones, sea pobre o sea rica, también es cierto que la bondad o maldad de las y los humanos no obedece a su género sino fundamentalmente a su posición de clase, y esto, más que una base ideológica, tiene una base material. Toda clase dominante, para mantener su dominio y sobre todo mantener los niveles de explotación a los que somete a mujeres y hombres, debe y tiene que subyugar y mantener en opresión a las clases a las cuales domina; “…si planteamos una perspectiva de clase es porque consideramos que la opresión de todas las mujeres obtiene la ‘legitimidad’ que le otorga un sistema basado en la explotación de la enorme mayoría de la humanidad por una pequeña minoría de parásitos capitalistas: un sistema donde la perpetuación de las jerarquías y las desigualdades son parte fundamental de su funcionamiento”.
Sobre todo en el capitalismo la opresión de la mujer cobra mayor fuerza. Para mantener una fuerza de trabajo productiva, es preciso que alguien se encargue de los asuntos “privados” del hogar; no podría ser productivo un varón si tuviese que encargarse de cuidar a los hijos e hijas y atender las cosas de la casa: comida, lavado de la ropa, limpieza y demás servicios. Claro que la mujer asalariada tiene que asumir esta carga del trabajo doméstico “privada”, una vez que llega de su otro trabajo (el que le pagan). Así mismo, el cuerpo de la mujer es cada vez más explotado como objeto mercantil y publicitario, condenándola a la sola cualidad de hembra.
Dentro de la explotación que supone el capital, pues, es la mujer la más explotada y quizás también la más oprimida, y su liberación no será lograda solamente con la conquista de algunos derechos democráticos, sociales y políticos, importantes sí, claro está, pero que no lograrán superar las condiciones de explotación y subyugación de la mayoría de las mujeres pobres y trabajadoras del mundo. Es por esto que el “discurso acerca de la conjeturada liberación femenina ya alcanzada, hace referencia exclusivamente a algunas mujeres y a determinados aspectos parciales de sus vidas y derechos, ocultando que la cuestión de la opresión de género está entrelazada indisolublemente también a la cuestión de la explotación de clases. Y velando también que, en última instancia, el supuesto respeto por las diferencias y la igualdad conseguido no es más que retórica en un sistema social que se sigue sosteniendo en una de las más abyectas jerarquizaciones dicotómicas: la que establece que millones de personas son condenadas a vender su fuerza de trabajo para que unos pocos sacien su sed de ganancias cada vez más exorbitantes”.
Así como se han logrado conquistas democráticas para la mujer, como el derecho al voto y a la posibilidad de asumir cargos importantes de Estado, así también siguen perpetuadas formas esclavistas que condenan a la mujer a la obligatoria jornada doméstica, siguen siendo violadas y asesinadas cientos y miles de mujeres por razón de su sexo o su género, o por prácticas de abortos inseguros, y así también las mujeres seguimos ocupando el 70% de los/las pobres del mundo.
“El capitalismo, basado en la explotación y la opresión de millones de individuos a lo largo y ancho del planeta,… ha introducido en su maquinaria de explotación a las mujeres, los niños y las niñas. Y aunque ha empujado a millones de mujeres al mercado laboral destruyendo los mitos oscurantistas que la condenaban exclusivamente a permanecer en el ámbito privado del hogar, lo ha hecho para explotarlas doblemente…”
Así, la lucha por la emancipación de la mujer tendrá que ir de la mano también de la lucha por la destrucción de las formas de producción del capital y por la consecución del socialismo en igualdad de condiciones (entendido el socialismo como la socialización de los medios de producción y como la toma del poder político por parte de las y los explotados y oprimidos).
“¿Podrá recorrerse el camino de la unidad y de la comprensión de que no habrá emancipación de las mujeres de esta barbarie en la que vivimos si no acabamos con este sistema que explota y oprime a millones, reproduciendo en su provecho el patriarcado? ¿Cuántas serán las feministas que piensen que: ‘tenemos que montarnos en el tren del futuro socialista’? A eso aspiramos quienes creemos que las mujeres y los hombres que lo hacen todo, las mujeres y los hombres que producen la riqueza del mundo que les es expropiada por los capitalistas, son los que pueden acabar con este sistema de epxlotación.”
Cierto es que el socialismo, de suyo, no garantiza la total emancipación de las mujeres sino viene acompañado de un necesario proceso de revolución cultural y permanente, pero más cierto es que no es posible emancipación de la mujer dentro de los marcos de una sociedad basada en la explotación, es decir, dentro del marco de una economía capitalista.

Feminismo y marxismo. O la condición de la mujer en el capitalismo y en el socialismo.



Por: Livia Vargas González

Éste artículo fue publicado el 26/09/07 en www.aporrea.org, debe considerarse esa fecha para la interpretación de los datos y estadísticas mencionados en el mismo.

Para el momento en que me hicieran la invitación de colaborar con este número de la revista A plena voz, lo primero que se me ocurrió fue escribir unas líneas dedicadas a la fundamentación de un feminismo marxista, partiendo de la premisa de que, en el capitalismo, no puede verse desligada la cuestión femenina de los antagonismos de clase.


Cierto es que el patriarcado no surge con el capitalismo, el propio Engels dirá en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado: “En un viejo manuscrito inédito, redactado en 1846 por Marx y por mí –se refiere a la Ideología Alemana–, encuentro esta frase: ‘La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos’. Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino”[1].

Sin embargo, nada más beneficioso al capitalismo que el dominio patriarcal, la opresión a la mujer expresa más abiertamente sus contradicciones, y digo que las expresa porque hoy más que nunca se puede ver el carácter de clase que trae consigo la opresión a la mujer.

Si bien es cierto que con el capitalismo las mujeres hemos logrado conquistar ciertos derechos democráticos progresivos: el derecho al voto, el derecho al divorcio, el derecho al trabajo fuera del hogar –y esto último no por un asunto de bondad, si no más bien por una necesidad del capitalismo por multiplicar la fuerza de trabajo y obtenerla a menor costo–, entre otros, siguen perpetuándose formas de dominio y explotación que no parecen ser superadas si no con la destrucción del propio capitalismo. Hoy vemos cómo en ningún país capitalista la mujer ha logrado deslastrarse de la doble y hasta triple jornada laboral que se le impone. Y es que la liberación de la mujer de la esclavitud doméstica implicaría muchos costos y, desde la lógica capitalista ni el Estado, ni el empresario, van a tener la “bondad” de asumir los costos, ni mucho menos socializar, un trabajo que históricamente ha tenido que asumir la mujer y en condiciones de esclavitud. Parte de la ganancia del capitalista se encuentra precisamente en el trabajo del hogar no remunerado sostenido por la mujer como parte de su “rol natural”.

La mujer sigue siendo vista como la gran reproductora de la fuerza de trabajo, es decir, como la máquina de parir hijos. Su sexualidad ha quedado reducida, aún hoy, a la simple tarea reproductora o, en el peor de los casos, como objeto del placer de los varones. El derecho a la libre decisión de la mujer sobre su propio cuerpo, proyecto y procreación, sigue estando secuestrado y encerrado dentro de una discusión escolástica y oscurantista. Solo en algunos países desarrollados, en Cuba, y ahora en México DF y Bogotá, la interrupción voluntaria del embarazo no es penalizada. Del resto, y sobre todo en los países semi coloniales, la interrupción del embarazo –aborto para el común– es asumida como un crimen que, a fin de cuentas, es pagado hasta con la muerte por las mujeres pobres que, al no contar con los recursos económicos suficientes, debe recurrir a prácticas completamente inseguras que atentan contra su propia vida.

Quizás sea bueno mirar la experiencia de la Revolución Rusa, fundamentalmente sus primeros años, para ver de qué manera es que allí se vislumbraban los primeros pasos para la emancipación de la mujer. Algunas de las conquistas logradas fueron la legalización del divorcio, la legalización del aborto, la legalización de la unión homosexual, entre otras. Según Trotsky, “La revolución intentó heroicamente destruir el antiguo ‘hogar familiar’ podrido, institución arcaica, rutinaria y aplastante en la que la mujer de las clases trabajadoras está condenada a trabajos forzados desde la infancia a la vejez. A la familia, considerada como una pequeña empresa cerrada, debía reemplazarla, según la intención de los revolucionarios, un sistema acabado de servicios sociales: maternidades, casas-cuna, jardines infantiles, restaurantes, lavanderías […] La absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, enlazando a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía traer a la mujer, y por ende a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular”[2]. Quizás este ensayo nos hubiese dado mejores luces si el proceso de burocratización, a la cabeza de Stalin, no hubiese frenado y echado para atrás las conquistas respecto al género que luego del 17 habrían logrado no solo mujeres, si no también homosexuales.

Creo pertinente, ahora, desviar un poco el sentido inicial del artículo, y dedicar las letras que restan a una discusión que, a mi juicio, comporta una importancia histórica y política mayor, sin dejar de estar escritas en clave marxista.

Durante las últimas semanas se ha reabierto un debate público alrededor de la condición de la mujer venezolana y la propuesta de reforma constitucional introducida por Chávez. Se comienzan a ver otra vez pintas en las calles que se atreven a exigir abiertamente algunos de los derechos por los que históricamente ha luchado la mujer: “anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, “las ricas abortan, las pobres mueren”, “reconocimiento al trabajo de la mujer ama de casa”, son algunas de las consignas que logran mostrar las paredes. Sin embargo, y aunque se exponga un discurso de equidad en el género, las demandas fundamentales de la mujer, una vez más, han quedado silenciadas y guardadas en el cajón de los “asuntos sin importancia”. Siguen quedando marginadas las demandas de la mujer, y sigue viéndosela desde la tradicional forma patriarcal que la asume como “espíritu sacrificado”. La condición de la mujer trabajadora no ha variado mucho en los últimos años, y las condiciones de explotación a las que está sometida, tampoco, aún cuando la mujer ha demostrado una y otra vez su total y entrega y disposición de lucha por la construcción de un mundo mejor. Alrededor de 5 mujeres son asesinadas semanalmente en nuestro país por razón de su género, según cifras anunciadas en el Diario VEA el pasado 2 de septiembre. Desconocemos la cantidad de mujeres que quedan estériles o que mueren por abortos clandestinos, en vista de la total ausencia de registros al respecto. Desconocemos también el número de violaciones y casos de violencia intrafamiliar que día a día suceden en cualquiera de los rincones y hogares del país, en tanto que este registro no es público o es de difícil acceso. “Según cifras del Instituto Nacional de Estadística correspondientes al segundo semestre del 2006, el 23% de las mujeres económicamente activas tiene entre 2 y más años buscando trabajo. Del total de las y los ocupados, sólo el 39,1% corresponde a las mujeres, sin contar con que, para este instituto, el trabajo doméstico no es considerado como ocupación y, más bien, se lo coloca junto con el sector inactivo junto con el estudio y la discapacidad. Del total de mujeres [económicamente activas] que residen en el país, el 21,60% se dedica de forma exclusiva al trabajo del hogar, mientras que, del total de los hombres, solo el 0,38% se dedica de forma exclusiva al trabajo doméstico [...] Es de acotar también que, de las mujeres ocupadas, el 63,8% percibe un ingreso menor a 500.000 bolívares, el 33,56% percibe entre 500.000 y 1.499.000 y solo el 2,68%, percibe un ingreso mayor al 1.500.000 bolívares […]”[3].

Visto este panorama, sigue en permanente vigencia la lucha por una verdadera revolución social que brinde las condiciones para la emancipación de la mujer, retomando y llevando hasta el final los pasos dados durante los primeros años de la Revolución Rusa.

[1] Friedrich Engels, La familia, la propiedad privada y el Estado, Obras escogidas, tomo III, Marx y Engels, Moscú, Editorial Progreso, 1974, p.p. 253 s.

[2] León Trotsky, La revolución traicionada, Argentina, El Yunque Editora, s.f.

[3] Tatiana Malaver, “Mujeres y socialismo del siglo XXI”, www.jir.org.ve/article.php3?id_article=394

editorasfeministas@yahoo.com

martes, septiembre 23, 2008

A tu Decoro canto...



Por: Jesús Santrich (Tomado de CCGM)

A Sonia, prisionera del imperio

Desde el subsuelo de mi alma;
desde la atalaya de mis esperanzas,
desde los arraigos de mi fe
en tus puras causas de pueblo
te profeso mi amor:
amor de pólvora y obuses
a tu osado ser de combatiente,
¡camarada!
¡compañera!
En el verde bosque y el rastrojo
escucho el vuelo de tu risa
y de tu voz hermana
de la voz del monte
y del relámpago
y del acero…, tu voz.

Humeante fusil de ideas
en la trinchera de las convicciones
dispara…
porfía…,
arenga…,
vence la distancia,
las infamias…,
y las rejas
desde tus libres manos campesinas,
guerrilleras.

Tu nombre de fuego,
compañera,
me sabe a libertad de pueblos,
camarada;
por eso te canto desde las trincheras
por eso te canto en las barricadas;
canto a tu decoro
que se me vuelve trigo,
y agua
y pan
que germina de tus pechos.

A tu dolor por la tristeza ajena canto,
canto a tu bucólica presencia encarcelada.

Con la mirada del sol
y el aliento de la luna
te entrego mi amor sin condición,
mi firme credo en tus razones
mientras
contra la infamia del imperio
canto…,
tomando la voz de tu rebeldía,
mi valiente guerrillera,
mi camarada:
por la redención de los pobres
es que te declamo
y canto.

La prostitución no es un trabajo, es una forma de violencia contra las mujeres



Por ANRed – Sur

"Consideramos que la prostitución no se ubica en la llamada "esfera privada" ni es el conjunto de actos individuales de un grupo determinado de personas sino que es una institución social patriarcal basada en la desigualdad social, sexual, económica, cultural y política entre varones y mujeres. Como consecuencia de ello no puede ser considerada expresión de libertad femenina, ni trabajo, ni inevitable.


Subsistirá mientras subsistan esas desigualdades. Ponemos en discusión el significado mismo de la prostitución". Este planteo lo realizan las mujeres de la Campaña "Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución". Aquí reproducimos dos artículos publicados en "Una perspectiva abolicionista sobre la prostitución y la trata".

La prostitución no es un trabajo, es una forma de violencia contra las mujeres
Existen hoy dos posiciones respecto a la prostitución:
1- La que la considera un trabajo como cualquier otro y una elección libre, fruto de un contrato entre dos individuos: cliente y mujer prostituida.
2- La que, en cambio, sostiene que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres.

Nosotras decimos que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres, una violación de los derechos de las humanas, porque:

La prostitución se inscribe en las relaciones de opresión patriarcales, que colocan a los varones del lado del dominio y a las mujeres de la sujeción. La pregunta no es, ¿por qué las mujeres ingresan a la prostitución?, sino: ¿por qué tantos varones compran cuerpos de mujeres y niñas para la satisfacción de su sexualidad? No es un contrato entre cliente y mujer en prostitución, porque no se puede hablar de consentimiento -condición de todo contrato- en condiciones de profunda desigualdad.

Las mujeres no "se prostituyen", son prostituidas por clientes y proxenetas protegidos por el Estado, compelidas por la necesidad económica, por presiones de todo tipo, por la violencia material y simbólica, por costumbres e ideas contenidas en los mensajes culturales que consideran que las mujeres de todas las clases sociales somos objetos disponibles para satisfacer supuestas "necesidades" de los varones también de todas las clases. La relación entre cliente y mujer prostituida no es una relación laboral entre empleador y empleada ni entra dentro del campo del derecho del trabajo.

Ninguna forma de trabajo puede separarse del cuerpo. Pero en la prostitución el comprador obtiene derecho unilateral al uso sexual del cuerpo de una mujer. El "cliente" prostituyente le impone su cuerpo, su sexualidad y su placer a la mujer prostituida. El placer de ella no importa. No es un intercambio sexual recíproco. Hechos que en cualquier trabajo se consideran acoso o abuso sexual: los toqueteos, las violaciones, las insinuaciones verbales, los requerimientos sexuales indeseados, en la prostitución forman parte de la naturaleza misma de la actividad. ¿Cómo reclamarían las mujeres prostituidas contra el acoso sexual, el abuso o la violación?. ¿Con qué parámetros se mediría?.

onsiderarla trabajo legitima la violencia y las desigualdades sociales y sexuales entre varones y mujeres. En todo trabajo está comprometida la subjetividad, pero en la prostitución lo está de una manera más profunda, ya que existe una relación inseparable entre cuerpo y subjetividad, entre cuerpo y sexualidad. La sexualidad es una parte fundamental e inescindible de la construcción de identidad. La identidad sexual está marcada por la masculinidad y la femineidad socialmente construidas, es decir por la desigualdad jerárquica entre los sexos. La prostitución daña a las mujeres de una manera muy distinta a la del trabajo. La prostitución produce daños físicos y psíquicos que algunos estudios comparan con los sufridos por quienes padecen una guerra.
Si prostituir menores de 18 años se considera un delito, ¿cómo puede convertirse en un trabajo y en una elección libre el día en que la mujer cumple 18 años?. El trabajo infantil está prohibido (en nuestro país, antes de los 14 años), pero se promueve la preparación educativa de niñas y niños para sus futuros trabajos: escuelas técnicas, comerciales, de magisterio, etc. Si la prostitución es trabajo, ¿cómo se formaría a las niñas para el mismo?, ¿cuáles serían los cursos de aprendizaje? ¿secundarios con orientación servicio sexual? ¿dónde y con quiénes se harían las prácticas? ¿con los padres, con los tíos, con los maestros?.

Considerar a la prostitución trabajo favorece la trata y la legalidad de proxenetas y rufianes, al convertir la explotación sexual en un negocio legal. Sirve también para crear la ficción de un descenso en la tasa de desempleo, útil para mejorar la imagen de la actual fase del capitalismo, que se caracteriza por el carácter estructural de la desocupación y la exclusión social.

La prostitución es una forma de violencia contra las mujeres, de violación de los derechos de las humanas, de explotación sexual, institución fundamental en la construcción de una sexualidad basada en el dominio masculino y la sumisión femenina y en la cosificación de nuestros cuerpos. No es, por tanto, una expresión de la libertad sexual de las mujeres.

Por todo esto sostenemos que no se debe hacer distinción entre prostitución y trata forzada y voluntaria, ni entre prostitución infantil y adulta, ni diferenciar entre personas menores y mayores de 18 años. Estas distinciones legitiman prácticas de explotación sexual, transformándolas en aceptables y permisibles. Utilizan una falsa idea de elección y consentimiento que no reconoce los condicionamientos sociales e individuales y el complejo proceso que lleva a una mujer a ejercer la prostitución y las diversas formas, sutiles o brutales de coerción, no siempre demostrables.

Enfoques jurídicos frente a la prostitución
La prostitución es el más violento punto de unión entre patriarcado y capitalismo, ya que reúne explotación económica y violencia de género. Las cifras son contundentes: en el informe del año 2000 del Fondo de Población de Naciones Unidas, se estimaba que cada año 4 millones de mujeres y niñas/os ingresan en los prostíbulos del mundo para ser consumidos sexualmente. El 90% de los casos de trata y tráfico son de mujeres y niñas para prostituirlas. Según Naciones Unidas, durante 4 siglos 11 millones de personas fueron reclutadas en África para el sistema esclavista, mientras que solamente desde el año 1990 al año 2000, más de 30 millones de mujeres y niñas/os fueron traficadas en el Sudeste Asiático. La globalización del mercado del sexo, unida a la pobreza expone a millones de mujeres y niñas/os excluidas (la población más vulnerable) al riesgo cierto de ser víctimas de tráfico y trata.

En general, los Estados establecen tres marcos jurídicos sobre los que basan sus posturas frente a la prostitución: ellas son la prohibición, la abolición o la reglamentación.

La prohibición: implica la sanción y el castigo, tanto para quienes acepten un pago a cambio de sexo como para quienes lo demanden. Penaliza la totalidad del sistema. Lo cierto es que en el marco de la cultura patriarcal la tendencia es a penalizar a las mujeres en situación de prostitución y a absolver, en la mayoría de los casos, a los clientes-prostituyentes.

La abolición: El abolicionismo afirma que todo tipo de prostitución es explotación del cuerpo de otra/o y la considera como un grave atentado contra la dignidad de las mujeres, ya que las que se encuentran en estado de prostitución son mayoritariamente mujeres. Esta postura ideológica, ética y política postula la desaparición de la prostitución y tuvo siempre el apoyo de gran parte del movimiento feminista. Considera que las mujeres en situación de prostitución son víctimas. No reconoce diferencia entre prostitución "libre" y "forzada" porque las situaciones de prostitución no se dan nunca en libertad, las mujeres son consideradas, en todos los casos, como mercancías. Todas son violencias contra las mujeres que se explican a partir de la existencia de la institución social de la prostitución. Las abolicionistas nos oponemos a toda posibilidad de reglamentación o legalización, ya que sería perpetuar la injusticia. Como feministas no apoyamos ni reivindicamos las opciones que sirven para los intereses de dominación patriarcales y refuerzan los sistemas de género (construcciones sociales alrededor de los sexos). Los argumentos sobre "asunción voluntaria" incluso "complaciente" de las funciones que el patriarcado nos asigna los consideramos una de las formas más eficaces de mantenimiento y reproducción del sistema de género (y en general de todo sistema de explotación social). Nuestro país tiene tradición abolicionista ya que ha firmado y ratificado la "Convención contra la Trata de personas y la Explotación de la prostitución ajena" (Naciones Unidas 1949), en la que se establece que el delito del tratante se configura aunque la víctima haya dado consentimiento. ¿Por qué entonces hay parte de nuestra sociedad que se resiste a la causa abolicionista? Son muchos los motivos, como algunos de los prevalecientes deberíamos anotar:

Porque es en nuestra cultura patriarcal en donde la prostitución está asociada a la sexualidad masculina.
Porque permite un control "moral" que nos divide entre "buenas" y "malas" y esto debe seguir existiendo para mantenernos disciplinadas.
Porque, además, es un negocio sumamente redituable, que habilita múltiples negocios igualmente redituables, en un sistema en donde el lucro es un valor primordial.

La reglamentación: Bajo este marco jurídico al Estado le correspondería censar y registrar a todas las prostituidas, darles un carnet identificatorio, controlar sus enfermedades de transmisión sexual a fin de evitar contagios a los clientes-prostituyentes, habilitar los locales para tal fin, establecer las zonas permitidas y cobrarles impuestos a todo el sector dedicado a éste "negocio". Los reglamentaristas contemporáneos, conservadores ó modernos y liberales, continuadores todos de la tradición pro-prostitución, convalidan y legitiman el uso sexual de las mujeres.

Para ello utilizan varias justificaciones:
Los conservadores, herederos directos de aquellos del siglo XIX y gran parte del XX, son los que consideran a la prostitución un mal necesario y proponen un control sanitario y moral sobre las mujeres. Consideran la prostitución como un mal inevitable, que es necesario aceptar y reglamentar para evitar la clandestinidad en la que se ejerce. Al Estado le cabe el rol de control sobre esta "actividad".

Los "modernos y liberales" defienden la "libertad de elección", están a favor del "consentimiento" y señalan a la prostitución como una de las formas de ejercicio de la sexualidad. ¿A qué libertad aluden estos sostenedores de la prostitución? Sin duda, se refieren a ellos mismos, hablan de la libertad de los usuarios de prostitución. Para las mujeres, los servicios prestados en esas condiciones, no constituyen prácticas sexuales mucho menos deseadas. Son prácticas de sobrevivencia. Se impone a las mujeres el acceso a su cuerpo por un precio. ¿Dónde esta la libertad? Curioso consentimiento que encubre relaciones sociales de desigualdad entre mujeres y varones, pobres y ricos, adultos y niñas/os.

Dicen favorecer a las mujeres en situación de prostitución, protegiéndolas. Les imponen con este motivo: su registro, controles sanitarios periódicos, lugares predeterminados donde realizar la "actividad", preservativos que podrán usar mientras el cliente-prostituyente no se oponga. Con estas medidas lo que en verdad se favorece es la explotación de la prostitución ajena en lugares cerrados, autorizados, con "libreta sanitaria" y con normas rígidas a cumplir, por parte de las prostituidas, bajo la vigilancia de los proxenetas y los fiolos, todo ello con la complicidad policial. Al reglamentar la prostitución, se esconde la figura de explotación sexual, sus víctimas serán ahora "trabajadoras". Los explotadores (proxenetas y fiolos) serán, ahora, "empresarios". Se está legitimando así la "industria de la prostitución" mediante unos compradores que siempre se mantienen invisibles.

Cuando una sociedad reglamenta la prostitución, no se limita a poner normas, sino que está dando un sistema de valores con un mensaje para toda la sociedad: es legítimo el uso comercial del cuerpo de las mujeres y esto se convierte en el paradigma de la sexualidad. Al mismo tiempo que la prostitución reglamentada concede al conjunto de varones la autorización moral y social para participar, sin responsabilidad ni escrúpulos, en la explotación de las mujeres ejerciendo su poder sobre ellas mediante la mediación del dinero.

El sistema prostitucional está relacionado con la pornografía, el turismo sexual, las líneas eróticas, el ciber-sexo, los sex-shops, los anuncios y publicidades, los programas televisivos que exponen a las mujeres como mercancía. Combatir la prostitución oponiéndose a su reglamentación implica, también, combatir el conjunto de actividades montadas alrededor de la mercantilización del cuerpo femenino.

Miremos qué les ha pasado a los países (casi todos del primer mundo) que han legalizado o reglamentado la prostitución. El tráfico y trata con fines de prostitución se ha convertido en una "industria" floreciente. Las mujeres y niñas/os que van a ser prostituidas provienen mayoritariamente de países pobres y son súper explotadas y esclavizadas en los locales para ese fin. Se ha banalizado y difundido el comercio sexual. No todas las mujeres en situación de prostitución quedan incluidas en esa falsa legalidad, pues sigue en parte ilegal, con dineros y con mujeres indocumentadas traídas mediante tráfico y trata. Se han aumentado la cantidad de prostíbulos. Se han diversificado otras formas de explotación sexual.

Nosotras, las mujeres involucradas en la Campaña "Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución", repetimos sin cansarnos que todas tenemos el derecho inalienable a ser libres.

Proponemos:
Exigir al poder legislativo que sancione la Ley de trata sin condicionar la definición del delito del proxeneta a la edad de las víctimas ni a su falta de consentimiento.
No perseguir, discriminar, ni penalizar a las mujeres en situación de prostitución.
Puesta en marcha de un verdadero proyecto igualitario entre mujeres y varones consensuado y con seguimiento de las organizaciones que sostenemos esta propuesta.
Trabajo genuino y con nivel de vida adecuado que permita satisfacer todas las necesidades.
Espacios de apoyo y contención para todas las mujeres víctimas de las redes de prostitución.
Potenciar a través políticas públicas sobre la educación y los medios de comunicación una práctica de la sexualidad desde condiciones de dignidad y respeto no sexistas, no androcéntricos (centradas en el hombre) y no discriminatorias.
Campaña que desnaturalice la prostitución, señale los daños que produce en las mujeres y marque la responsabilidad del "cliente".
Penalización de sitios pornográficos, paidófilos, racistas y el turismo sexual con penas de cumplimiento obligatorio.
Campaña "Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución"