sábado, enero 31, 2009

Presidentes por un SOCIALISMO FEMINISTA

Por: Mario Osava

"El verdadero socialismo es feminista" y ya está en construcción, sostuvo el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, junto a otros tres mandatarios sudamericanos, todos hombres, en un diálogo organizado este jueves en el ámbito del Foro Social Mundial (FSM)."Un nuevo mundo está naciendo, la utopía está en Sudamérica", reforzó Chávez, en un discurso que mencionó varias veces a Fidel Castro como el precursor de la ola de gobernantes de izquierda elegidos en los últimos años y de la Alternativa Bolivariana de para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).





Los mandatarios hablaron en el Diálogo sobre la Integración Popular de Nuestra América, organizado por Vía Campesina, una red de movimientos y grupos rurales de todo el mundo.

El presidente ecuatoriano Rafael Correa destacó, sin embargo, las varias diferencias entre el "socialismo del siglo XXI", que él comparte con su colega venezolano, y el "socialismo tradicional". Una de ellas es la "justicia de género", el fin de la discriminación de la mujer que, por ejemplo, busca el Estado ecuatoriano al igualar salarios de funcionarias y funcionarios.

La "equidad étnica", en favor de los pueblos indígenas y afrodescendientes, e intergeneracional serían otras distinciones, pero la crítica más general que hace Correa al "socialismo clásico" es que "no cuestionó el desarrollo" promovido por el capitalismo, proponiendo "sólo una forma más justa de alcanzarlo", con el mismo objetivo de elevar la productividad y el consumo.

Si China alcanza el mismo nivel de "desarrollo" de países industrializados, el planeta sería insuficiente para atender la demanda material, arguyó. Ahora se trata de perseguir otro desarrollo, preservando la naturaleza, la supervivencia de la biodiversidad y la diversidad cultural, explicó.

El socialismo de este siglo "ya existe en aplicación", reconoce la supremacía del trabajo humano, defiende la vida y el "valor social" de los ecosistemas, como "la selva amazónica, un pulmón del planeta". Los países amazónicos, al contrario de los industriales que devastaron sus bosques, preservaron un ambiente de "altísimo valor, pero sin precio", afirmó.

También dejar de extraer el petróleo, como intenta hacer Ecuador, representa un sacrificio en beneficio de la humanidad que "debería ser compensado por lo menos en mitad del ingreso que podríamos percibir", explotando las reservas, acotó.

Ante la crisis climática global, un desarrollo alternativo es hoy una "imposición incluso técnica", afirmó Correa.

Un "modelo alternativo ya existe" en América Latina y podrá avanzar mucho con la integración regional que ya tiene instrumentos financieros como el Banco del Sur y un posible marco institucional, con la Organización de los Estados Latinoamericanos y del Caribe, cuya construcción aprobó la cumbre regional de diciembre en Salvador, Brasil, agregó.

Los cambios en la región, reflejados en la presencia en Belém de los cuatro presidentes considerados los más izquierdistas, deben mucho al FSM, la "asamblea de la humanidad" que empezó a reunirse anualmente en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre en 2001, coincidieron los mandatarios.

"Paraguay cambió por la voz esperanzadora de ustedes, de los movimientos sociales", declaró Fernando Lugo, presidente de ese país desde agosto que informó haber participado de foros anteriores como obispo católico.

Con consignas antiimperialistas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, condenó la existencia de bases militares extranjeras en la región, producto del "intervencionismo americano" (estadounidense).

Con un discurso lleno de bromas y anécdotas, Chávez cosechó muchos aplausos cuando se declaró "feminista", especialmente entre las mujeres que coreaban "aguanta imperialista, América Latina será toda feminista".

Cerca de 1.200 personas participaron en el diálogo de Vía Campesina, de hecho organizada por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil, con invitados de otros grupos sociales. En la mesa, solo dos mujeres se sentaron junto a ocho hombres.

Magdalena León, de la Red Latinoamericana de Mujeres Transformando la Economía, dijo que las soberanías financiera y alimentaria y en otras áreas, como comunicación, son dimensiones esenciales del ALBA y que los pequeños productores, muchos de subsistencia, son la base de la "otra economía" en construcción.

El ALBA, una iniciativa de Chávez, está conformada por Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua y Venezuela.

La ausencia del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en un encuentro de tantos mandatarios sudamericanos "preocupa porque se trata del anfitrión" y una señal de "insuficiente interés en la integración", comentó a IPS Pedro Quimbiamba, dirigente de la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin) de Ecuador.

El socialismo proclamado por los cuatro líderes presentes defensores del ALBA, si bien Ecuador y Paraguay aún no formalizaron su adhesión, puede ser la diferencia que motivó la decisión de Lula, matizó María Gualán, dirigente de base de Fenocin.

Una mayor presencia de mujeres en la presidencia de los países "es cuestión de tiempo", dijo Gualán a IPS, justificando el dominio masculino por la demora en superar la cultura machista.

Tener un presidente indígena en Ecuador, como en Bolivia, aún demandará tiempo también, pero "un día vendrá", coincidieron los dos activistas de Fenocin, ambos aborígenes.

Por otra parte, el mandatario paraguayo Lugo afirmó que "no descansaremos en paz, y nuestra alma no descansará, mientras no alcancemos ese objetivo", refiriéndose a un precio mejor y la "libre disponibilidad" de la energía de la central hidroeléctrica de Itaipú, que Paraguay vende a Brasil.

Itaipú es compartida por los dos países, según las condiciones acordadas en "un tratado firmado en la época de las dictaduras" en 1973 y cuya revisión fue una de las principales banderas de Lugo en la campaña electoral del año pasado.

Paraguay quiere "reconquistar su dignidad" y ser "tratado de igual para igual", cumpliendo una profecía guaraní, señaló el mandatario.

La disputa no tiene razón de existir, según el gobierno de Brasil y los administradores brasileños de Itaipú, porque se trata de un precio justo y un acuerdo que benefició mucho a Paraguay. La construcción de Itaipú, una gigantesca central que aprovecha las aguas fronterizas del río Paraná, fue financiada por Brasil.

Para Paraguay "un negocio mejor que Itaipú solo podría ser otra Itaipú", afirmó a IPS Nelton Friedrich, director brasileño de Coordinación y Medio Ambiente de Itaipú Binacional, la empresa que administra la hidroeléctrica.

Paraguay gana 700 millones de dólares anuales sin haber invertido nada. Brasil se encargó de la obra y en un momento la deuda externa asumida para la construcción de Itaipú representó 20 por ciento del total del endeudamiento brasileño, arguyó.

Además, en los primeros años de operación, cuando no había en Brasil la demanda suficiente para absorber casi toda la energía de la central, el gobierno brasileño obligó a empresas de distribución a adquirir y pagar la electricidad de Itaipú, beneficiando a Paraguay, acotó.

La deuda de la empresa, actualmente de 18.000 millones de dólares, ya está decreciendo y será liquidada en 2023, cuando expire el tratado y Paraguay disponga de mitad de la hidroeléctrica que en el mercado vale hoy 60.000 millones de dólares, y podrá vender la energía a quien quiera, concluyó.

Por ahora, Paraguay solo consume cinco por ciento de la energía generada y está obligado a vender a Brasil todo el resto de la mitad que le corresponde.

Mujeres en marcha ¡hasta que todas seamos libres!

Por: Tica Moreno/Rebelión

La Marcha Mundial de las Mujeres se reunió en el marco del Foro Social Mundial para avanzar en la acción internacional de 2010.

La Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) empezó con una acción internacional en el 2000, en la que presentó 2000 razones para marchar contra la pobreza y la violencia sexista. Desde ahí, se constituyó como un movimiento permanente, feminista y anticapitalista. En el 2005, la acción internacional fue una marcha de relevo, en la que las mujeres de varios países se manifestaron presentando el mundo que las mujeres quieren construir, con la Carta Mundial de las Mujeres a la humanidad.


En el 2010, la acción internacional será una marcha realizada en los países, con una plataforma de reivindicaciones concretas en nivel mundial, así como en el interior de los países.

La actividad “Mujeres en Marcha: preparando la acción internacional de 2010” se organizó en distintos momentos. Primeramente, la batucada feminista hizo una retrospectiva de los 10 años de la Marcha Mundial de las Mujeres, recorriendo las principales consignas y luchas.

Las ponentes, de Brasil, Turquía, Perú y Nepal relacionaron los campos de acción de la MMM con el cotidiano de su actuación. Tatiana Cibele, por ejemplo, resaltó la importancia del combate a la violencia hacia las mujeres, que, en la región Amazónica, pasa por denunciar y combatir las rotas del tráfico internacional de mujeres, que pasan por la región.

Los otros campos de acción de la Marcha Mundial son el acceso a los bienes comunes, el trabajo de las mujeres, la paz y la desmilitarización. Yidiz Temurturkan, de la MMM de Turquía, resaltó el reto de poner fin al capitalismo patriarcal para lograr igualdad y autonomía para todas las mujeres.

La plataforma de reivindicación de la acción internacional de 2010 está en construcción en nivel internacional y también al interior de los países. Conceição Dantas, de la Coordinación de la Marcha Mundial de las Mujeres explicó que, en Brasil, la énfasis será en la lucha por autonomía económica de las mujeres. La MMM brasileña hará su marcha de 10 días, del 8 al 18 de marzo del 2010.

Las acciones internacionales van ocurrir desde el 8 de marzo hasta el 17 de octubre, con un cierre simbólico en la República Democrática del Congo. El motivo de ese cierre como explicó Adele Sasi, de la MMM del Congo, es que en aquel país, las mujeres son víctimas de las violaciones sistemáticas.

Comunicado del EZLN 28 de enero del 2009: Mujeres

Por: EZLN / La Haine

El día 8 de marzo del 2009 las comandantas zapatistas van a dar un mensaje de lucha.

¡LIBERTAD Y JUSTICIA PARA ATENCO! ¡LIBERTAD , JUSTICIA Y PRESENTACIÓN CON VIDA DE PRES@S Y DESAPARECID@S POLÍTIC@S!


EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
MÉXICO 28 de Enero del 2009
A las compañeras de la Otra Campaña, de la Zezta Internacional y mujeres adherentes a la VI Declaración:

Compañeras:

Como parte de las celebraciones por el próximo día Internacional de la Mujer que lucha, las Comandantas del CCRI-CG del EZLN van a organizar un evento deportivo, cultural y político los próximos días 7 y 8 de marzo de este año del 2009, en el Caracol de Oventik, en Los altos de Chiapas.

Cuando aún se discutían entre las Comandantas las características de este encuentro de Mujeres en Lucha, nos llegó la mala noticia del fallecimiento de nuestra compañera de la Otra Campaña en Chihuahua, Doña Concepción García de Corral.

“Mamá Corral” le decíamos nosotras, nosotros los zapatistas a esta mujer, madre de luchadores caídos en combate y tenaz luchadora por la presentación de los desaparecidos políticos. Ella nos acogió como sus hij@s sin oportunismos de temporada, sin condiciones y con un cariño sin templetes y fotos de por medio. Cuando la conocimos personalmente quienes formamos parte de la delegación de la Comisión Sexta, sentimos en ella esa fuerza que, es seguro levantó más de una vez a nuestras compañeras Madres de Desaparecidos Políticos de Chihuahua, nuestras “mamaces” en la lucha.

Aunque planeado inicialmente para mujeres zapatistas, las Comandantas pensaron también de invitar a las OTRAS mujeres que también son nuestras compañeras en México y en el Mundo, y, enteradas de la muerte de Doña Concepción García de Corral, decidieron llamar a esta celebración con el nombre de lucha con el que la conocimos y conocemos, “MAMÁ CORRAL”, para así honrar a las mujeres que son madres y que, sin importar la edad, ni se rinden, ni se venden, ni claudican.

Entonces, cumpliendo las órdenes de nuestros mandos, las Comandantas zapatistas, les hacemos la siguiente invitación al…

EVENTO POLÍTICO, DEPORTIVO, CULTURAL Y ARTÍSTICO “MAMÁ CORRAL”.

Que se realizará los dias 7 y 8 de marzo del 2009, en el Caracol de Oventik, Chiapas y que tendrá las siguientes características:

.-Sólo podrán participar directamente MUJERES, sin importar su edad, raza, creencia religiosa, idioma, nacionalidad o preferencia sexual, en los deportes y en los actos artísticos y culturales.

.- Los hombres que asistan sólo podrán participar cocinando o cuidando niñ@s o haciendo el aseo o trabajando para apoyar el evento.

.- Habrá 3 deportes: Basketbol, Volibol y Futbolito.

.- Habrá actos culturales como canciones, poesías, obras de teatro, periódicos murales, bailables.

.- Los equipos de mujeres que se formen para participar en deportes deben inscribirse en la página electrónica de Enlace Zapatista, diciendo en qué deporte van a entrar, cuántas mujeres forman el equipo, cómo se llama su equipo y cómo es su uniforme si es que se van a poner uniforme. Esto es para poder hacer la programación de los partidos en el torneo.

.- Las mujeres o grupos de mujeres que van a participar en los actos culturales deben también incribirse en la página electrónica de Enlace Zapatista, diciendo qué van a hacer de lo cultural, cuántas son y cómo se llaman si es que se ponen un su nombre, para así poder hacer la programación.

.-Los partidos deportivos van a empezar el dia 7 de marzo del 2009 en las canchas deportivas del Caracol de Oventik y según si son muchos equipos pues siguen el día 8 de marzo del 2009.

.-Los actos culturales se van a acomodar en la noche del 7 de marzo y la tarde y noche del 8 de marzo, según cuántas estén anotadas.

.- El día 8 de marzo del 2009 las comandantas zapatistas van a dar un mensaje de lucha.

Es todo.

¡LIBERTAD Y JUSTICIA PARA ATENCO! ¡LIBERTAD , JUSTICIA Y PRESENTACIÓN CON VIDA DE PRES@S Y DESAPARECID@S POLÍTIC@S!

Desde las montañas del Sureste Mexicano. Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Enero del 2009.

Agresión contra mujeres en Atenco, paradigmática de política estatal


Fuente: CIMAC/Noticias

Las violaciones a derechos humanos documentadas en Atenco, Estado de México, durante el operativo policíaco del 3 y 4 de mayo de 2006, resultaron paradigmáticas de las afectaciones que dichas políticas tienen en las mujeres, lo que se ha comprobado gracias al acompañamiento que organizaciones civiles brindaron a las mujeres que valientemente denunciaron tortura y violación sexual cometida por policías.


Así lo da a conocer un comunicado del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), a pocos días de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCNJ) inicie –el próximo 9 de febrero-- sus discusiones sobre el caso Atenco.

Recuerda el Centro Prodh el caudal de violaciones a los derechos humanos ocurridos en Atenco, como privaciones de la libertad, detenciones arbitrarias, allanamientos ilegales, uso excesivo de la fuerza, torturas y agresiones sexuales, cuando policías de los tres órdenes de gobierno reprimieron las acciones de protesta efectuadas por el Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra y grupos de comerciantes.

Considera el comunicado que lo anterior evidenció que las instituciones de seguridad y justicia adolecen de fallas estructurales, motivadas en buena medida por políticas que subordinan la seguridad de las personas a la seguridad del Estado.

Lo anterior debido a la próxima discusión del proyecto de dictamen del caso Atenco en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que contiene la investigación que ha realizado el máximo Tribunal con motivo de las violaciones a los derechos humanos cometidas en Texcoco y San Salvador Atenco.

ABUSOS

El comunicado del Centro Pro destaca la forma en que se realizó el despliegue masivo de la fuerza pública en las inmediaciones de dichos poblados, en respuesta a las acciones de protesta efectuadas por el Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra y grupos de comerciantes.

Estos operativos, asegura el comunicado, contaron con la participación de elementos de los tres niveles de gobierno y dejaron como saldo un caudal de violaciones a los derechos humanos.

Estos abusos, indica el comunicado, fueron documentados por diversas organizaciones civiles como el Centro Pro y corroborados posteriormente por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y otros mecanismos internacionales de protección de los derechos humanos.

Pese a la gravedad de los hechos y aún cuando ha trascurrido un tiempo más que razonable, puntualiza el comunicado, las víctimas no han tenido acceso a una justicia integral, sino por el contrario se ha sancionado penalmente con notoria desproporción a personas relacionadas con el Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra.

REVERTIR LA IMPUNIDAD

Sin embargo, la conclusión de las investigaciones de la SCJN, aunque tienen limitaciones, sí pueden contribuir a revertir la impunidad hasta ahora imperante y además, debido a que las pronuncia el máximo tribunal de la nación, no puede dejarse de lado su trascendencia.

Al discutir el caso, la SCJN podrá ahondar en las violaciones a derechos humanos documentadas y realizar señalamientos precisos a los responsables de acuerdo a la cadena de mando, por tanto, establecer las responsabilidades en que incurrieron no solo agentes que participaron en los operativos sino también altos funcionarios, señala el comunicado.

Y, en este sentido, manifiesta su inconformidad ante las reprochables e irresponsables declaraciones de gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien reiteró que “el uso de la fuerza pública durante los operativos desplegados en San Salvador Atenco fue legítimo y fue una facultad necesaria para el restablecimiento del orden y la paz en esa zona del estado”.

Las declaraciones, asegura el Centro, lejos de expresar respeto a la labor autónoma del Poder Judicial de la Federación y sometimiento al orden constitucional de la República, anticipan una significativa y cuestionable reticencia a acatar las conclusiones de la Corte.

Por lo anterior, el Centro Prodh reitera su llamado a que la SCJN concluya su investigación sobre el caso Atenco, cumpliéndolo a cabalidad como le marca la Constitución y atendiendo a que, si cuenta con esa facultad sui generis, es en buena medida porque el constituyente previó que las autoridades podrían violar los derechos humanos y no realizar investigaciones serias, como ocurre en el caso Atenco.

Dada la trascendencia de la inminente decisión de la SCJN, finaliza el Centro Prodh, debe haber sometimiento de todos los servidores públicos al dictado de la Corte, incluyendo al Gobernador del Estado de México y al Procurador General de la República, “es un deber ineludible”.

viernes, enero 30, 2009

Milka Duno y Naomi Soazo explican por qué apoyan la enmienda


Las Mujeres y el Deporte también se han reivindicado en la Revolución Bolivariana.


Con determinación, disciplina y trabajo se pueden lograr las metas, pero sin necesidad de violencia. Así lo expresaron, Naomi Suazo, Campeona Mundial Paralímpica, y Milka Duno, reconocida piloto venezolana, durante el programa Despertó Venezuela, que transmite VTV.


Suazo manifestó que nunca se inclinaría por una oposición que mantenga un mensaje de violencia porque, "la violencia no consigue nada bueno, y lo que estamos proponiendo es seguir adelante con el presidente, que nos ha apoyado y nos ha hecho crecer como personas. Él nos ha inculcado que tenemos que amarnos como personas y no lastimarnos entre nosotros mismos".

Por su parte, Duno denunció que los sectores violentos de la oposición, han destrozado en dos oportunidades la casa de su madre ubicada en la Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, además de haber golpeado a su hermano.

Suazo manifestó que en el deporte venezolano se ha visto un cambio positivo, debido a que el gobierno ha dado un gran apoyo al sector educativo y deportivo. "Hoy se están recogiendo todos los frutos que se cosecharon en el inicio del gobierno".

Finalmente, ofreció un mensaje a los jóvenes venezolanos. "Si en diez años hemos conseguido muchas cosas buenas, considero que vendrán cosas mejores y hay que trabajar por eso".

Entretanto, Duno manifestó que los jóvenes deben tomar en cuenta lo que se está haciendo por las personas más desfavorecidas, a quienes el gobierno bolivariano les ha dado un gran respaldo. "Tomemos lo positivo, seamos constructivos (...) No a la violencia, no a las descalificaciones, eso lo que hace es alejarnos más del futuro que queremos".

La explotación determina el grado de opresión sobre la mujer

Todas las mujeres son oprimidas por que sean mujeres, pero no son oprimidas de la misma forma. Lo que determina el grado de opresión que pesa sobre una mujer es la clase social a la cual ella pertenece, el grado de explotación que pesa sobre sus hombros.

Por: Cecília Toledo

La explotación, la apropiación de la fuerza de trabajo de las grandes masas de hombres y mujeres por la clase burguesa, es la máxima desigualdad que existe entre las personas.


Esa desigualdad significa un antagonismo total e irreconciliable entre los explotadores y los explotados, entre las clases y entre sus partidos y organizaciones. Desde que surgió, la explotación se convirtió en el hecho determinante de toda la historia de la humanidad de ahí en delante. No se trata de una sumisión injusta por razones culturales, raciales o sexuales, pero un hecho económico fundamental, que está en la base de la producción de toda la sociedad de clases.

En última instancia, la lucha entre los explotadores y los explotados es el motor de la historia. Y todas las formas de opresión sexual, racial, nacional o cultural están subordinadas la esa lucha fundamental.
Entonces, en la cuestión de la mujer tenemos que tener en cuenta las clases sociales, ver que ellas sufren la opresión de forma diferente conforme la clase a la cual pertenecen, y también tenemos que tener en cuenta los periodos históricos. Hoy nosotros vivimos dominados por la explotación capitalista y sofocados por el imperialismo. Esa es la lucha determinante. Mientras que no acabemos con eso, todas nuestras conquistas contra la opresión de la mujer tienden a perderse. Eso no significa que no luchemos contra la opresión, por el contrario, luchamos con más arraigo, exigiendo nuestros derechos. Pero sabiendo que en última instancia todo depende de nuestra lucha anticapitalista y antiimperialista.

Las mujeres trabajadoras y pobres deben organizarse junto a los de su clase

Mientras exista la explotación capitalista e imperialista, la mayoría de las mujeres tendrán que enfrentar todos los días los problemas que afectan a todos los explotados del mundo, independiente de su sexo, raza o color. Esos problemas comunes, que son el hambre, la miseria, el desempleo, los bajos salarios, la falta de servicios públicos de calidad, la incertidumbre delante del futuro, la violencia cotidiana y cada vez más brutal que destruye nuestras familias, unen con vínculos de hierro a todos los explotados del mundo. Y hacen que las mujeres trabajadoras tengan como preocupación central la misma que la de los hombres de su clase: la lucha por la supervivencia.

Y por eso las mujeres trabajadoras deben organizarse en las entidades de su clase, como los sindicatos, las centrales de lucha, los sin-tierra y otras, y en el partido revolucionario para poder luchar contra el capitalismo y el imperialismo, para acabar con la explotación económica. Sólo en casos excepcionales las mujeres trabajadoras llevan una lucha común con las mujeres burguesas contra la opresión.

Los trabajadores y sus organizaciones deben asumir la lucha contra la opresión de la mujer como una lucha de toda la clase.

Mientras exista la explotación capitalista y el imperialismo, sus problemas de opresión, como la legalización del aborto, las guarderías en los locales de trabajo, el fin del acoso sexual, el fin de la desigualdad salarial, el fin de la violencia doméstica, se transforman en banderas que deben ser asumidas por la clase trabajadora de conjunto, hombres y mujeres, porque la lucha contra la opresión tiene que venir junto con la lucha contra la explotación económica. Forma parte de nuestro trabajo revolucionario convencer a sectores cada vez más amplios de trabajadores sobre la importancia de las luchas contra la opresión de la mujer. Porque ellas pueden, dependiendo de la dirección, asumir una dinámica anticapitalista, al ganar para el movimiento a millones de mujeres trabajadoras.

Mientras existir la explotación capitalista, las mujeres de la clase trabajadora y las masas exploradas del mundo entero tendrán como tarea prioritaria la lucha anti-imperialista y por la revolución socialista, único camino posible para comenzarse a construir una nueva sociedad, donde los problemas de la supervivencia cotidiana, ya resueltos, abrirán espacio para la solución definitiva de los problemas de opresión que alcanzan a todas las mujeres.
Por eso siempre conmemoramos el 8 de Marzo llamando a las mujeres trabajadoras y pobres a participar de las luchas de su clase contra la explotación capitalista y contra el imperialismo; a que se organicen en los partidos políticos de su clase y repudien a los partidos burgueses. A afiliarse a los sindicatos de su categoría, donde formen comisiones de mujeres trabajadoras para debatir sus problemas específicos y luchar contra el machismo y la marginalización de las mujeres.

La lucha contra la opresión no es mero discurso en los días de fiesta, en los 8 de marzo. Es una lucha diaria, y concreta. Cada mujer que se afilia al Sindicato o participa de una huelga da un paso fundamental en su emancipación. Cada vez que una mujer se concientiza de su situación y se dispone a enfrentarla, también está dando más un paso en la lucha contra la opresión. Cada mujer que se concientiza de su importancia en la lucha por el socialismo y se dispone a ayudar en la construcción del partido revolucionario, haciendo lo que mejor sepa hacer, es una mujer que está enfrentando su opresión, liberándose de sus amarras y abriendo el camino para la emancipación total de todas las mujeres.

Pero para conquistar la emancipación total de todas las mujeres es preciso que la clase trabajadora tome el poder en todos los países, y con eso podamos comenzar a construir una nueva sociedad, el socialismo, donde ahí sí los problemas relativos la opresión podrán entrar en vías de solución definitiva.

La revolución socialista en Rusia, por ejemplo, fue fundamental para la emancipación de la mujer. En sus primeros años, antes de la burocratización del Estado obrero por el stalinismo, los bolcheviques tuvieron una política consciente por liberar a la mujer de la esclavitud del hogar porque eran conscientes de que sin eso ella no podría ocupar el lugar que la revolución necesitaba en la conducción del Estado obrero. A pesar de la burocratización y de la restauración del capitalismo, la revolución socialista en Rusia dejó grandes lecciones y mostró al mundo que en pocos años, en un estado obrero en transición al socialismo, aún en economías atrasadas en comparación a las potencias imperialistas, las mujeres conquistaron mucho más que en siglos de capitalismo.
Las luchas de las mujeres son parte integral de la revolución socialista, porque el capitalismo sienta las bases objetivas para la independencia de las mujeres, pero no puede llevar eso hasta el fin, haciendo con que esa independencia se vuelva contra ella. La burguesía se hizo incapaz de cumplir las tareas democráticas, históricamente conectadas a su ascenso y sólo bajo la dirección de la clase trabajadora esas luchas pueden llegar a cumplir las tareas democráticas. Por eso, cualquier frente permanente con la burguesía lleva a abandonar la lucha por esas tareas.

En la actual época histórica, de decadencia cada vez mayor de las fuerzas productivas y de las condiciones de vida de los trabajadores, el imperialismo no puede solucionar ningún problema de forma definitiva y por eso las luchas democráticas, como las de las mujeres, pueden en un determinado momento y bajo determinadas condiciones, asumir una dinámica anticapitalista. Todo depende del contexto, del programa y, sobre todo, de la dirección.

Es por eso que nosotros llamamos a todas las mujeres de la clase trabajadora a que luchen contra su opresión pero desde dentro de su clase, como parte de la lucha de la clase trabajadora de conjunto contra la explotación capitalista, contra el imperialismo y por la revolución socialista. La grande y verdadera lucha de las mujeres por la emancipación está hoy en la lucha por la revolución socialista. Sin la participación masiva de las mujeres, la lucha por el socialismo y por el fin definitivo de todas las opresiones es un sueño imposible.

Reproducción biológica y maternidad

Por: Carmen Jiménez Castro

Al hablar de las actividades que la mujer realiza en el seno de la familia, suele confundirse, sistemáticamente, la reproducción estrictamente biológica con la reproducción privada de la fuerza de trabajo. Dicha confusión sirve de base para cimentar toda una serie de teorías, mediante las cuales se justifican la división del trabajo entre el hombre y la mujer y la propia opresión de la mujer.


Nadie puede negar el hecho de que la reproducción biológica ha ejercido su influencia a la hora de realizarse la división natural del trabajo entre los sexos en las comunidades primitivas. La mujer difícilmente podía ir a cazar en los períodos de embarazo y era lógico, por tanto, que se quedara en los asentamientos mientras el hombre se ausentaba por largas temporadas. El escaso desarrollo de las fuerzas productivas exigía esta división natural del trabajo entre los sexos; sin embargo, en modo alguno esto supuso la discriminación de la mujer, ni su alejamiento de las tareas productivas o de los trabajos pesados. En las primitivas gens, las mujeres fueron las primeras en dedicarse a la agricultura ya otra serie de tareas de vital importancia para la supervivencia de toda la comunidad. Incluso, en las mismas sociedades clasistas, sólo las mujeres de las clases explotadoras fueron reducidas a la ociosidad o al trabajo doméstico; ni las esclavas, ni las siervas o campesinas del feudalismo, estuvieron apartadas de los trabajos productivos; todas ellas eran capaces de parir, de realizar los trabajos domésticos y de participar en los trabajos agrícolas o artesanales. Bajo el capitalismo, con la incorporación de la mujer a la producción social, las trabajadoras vuelven a combinar estas tres facetas de su actividad, sin que nadie se acuerde de su inferioridad o debilidad ni de su incapacidad para realizar ciertas tareas. Sin embargo, el capitalismo ha sido capaz de extender, al mismo tiempo, entre las clases desposeídas y bajo la figura del ama de casa, el papel de la mujer como esclava del hogar para quien la producción social está vedada.
La reproducción biológica incide en la actividad económica de la mujer, dependiendo de las costumbres y, sobre todo, del desarrollo de la sociedad. Esta incidencia puede ser mucha o nula, pero, en cualquier caso, nunca justifica la opresión de la mujer ni su alejamiento de la esfera de la producción social. Por otra parte, dado el actual desarrollo de las fuerzas productivas, la mecanización del trabajo y la posibilidad de que la sociedad absorba las tareas domésticas, ya no existe razón alguna que justifique la división del trabajo entre los sexos; de ahí que su abolición sea una necesidad perentoria a la que no se opone, bajo ningún concepto, la función biológica de la mujer.

La misma confusión que existe a la hora de analizar la relación factor biológico-opresión de la mujer, nos la encontramos también a la hora de relacionar el papel biológico que la mujer cumple en la reproducción con toda una serie de tareas relacionadas con la crianza y educación de los hijos. Con mucha frecuencia, ambos aspectos se confunden, hasta el punto de convertirlos en una misma cosa. Dicha confusión es necesaria para justificar que el hombre se haya desentendido totalmente de su responsabilidad respecto a los hijos y que la tarea de su educación y cuidado haya recaído totalmente sobre la mujer. Así, nos encontramos ante una situación en que hombres y mujeres aceptan, como cosa lógica y justa, el hecho de que los hijos sean asunto de exclusiva incumbencia femenina, ya que las mujeres son las que los paren.

Esta situación se ha mantenido prácticamente invariable a lo largo de los siglos. Los hombres sólo han incidido a la hora de tomar las decisiones -pues así lo impone el derecho paterno-, lo que ha generado una concepción, plenamente vigente en nuestros días, según la cual, la maternidad no se circunscribe meramente al hecho de la gestación y la lactancia, sino que abarca la relación madre-hijo a lo largo de la existencia de ambos; relación que se ha convertido, para la mayoría de las mujeres, en el verdadero sentido de su existencia.
La mujer se convierte así, ante todo, en una madre sumisa, abnegada, sacrificada y dedicada íntegramente a los hijos y al hogar. Desde pequeñas, por todos los medios posibles, se inculca a las niñas que su único objetivo en la vida es casarse para ser ejemplares madres de familia; a su vez, esas futuras madres serán las encargadas de transmitir tal concepción a sus hijas; y, así, de generación en generación.
La mujer, por norma general, educa a sus hijos en las mismas concepciones y con las mismas ideas en que ella ha sido educada, transmitiéndoles todos los valores morales, los prejuicios y las lacras, en definitiva, toda la ideología conservadora que ella ha recibido. Este aspecto de la maternidad es sumamente importante para las clases dominantes, ya que les supone una garantía para la transmisión de su ideología a través de la familia y, más en concreto, a través de la figura de la madre.

La maternidad, así concebida, es reaccionaria y alienante para la mujer y para los propios hijos, pues las relaciones que se establecen entre ellos son egoístas y anuladoras; la madre depende por completo del hijo y, para que su vida pueda tener un sentido, necesita inculcarle un sentimiento de dependencia respecto a ella para aparecer ante él como imprescindible. De esta manera, en lugar de formar personas independientes, con iniciativa y espíritu creador, se educa a los hijos con una serie de debilidades y lacras de los que les va a ser muy difícil desprenderse y que, en cierta medida, transmitirán también a sus futuros hijos. A las mujeres se las mantiene en un estado de sumisión y dependencia ideológica muy favorable para la burguesía. Condicionadas por una represión tan refinada, se convierten en las educadoras que la burguesía necesita. No es solamente la madre quien educa al hijo como la sociedad quiere, es además la sociedad quien, por medio del hijo, educa a la madre según sus deseos. El hijo es un medio de presión destinado a encerrar a la madre en su papel de madre. Esto no quiere decir que el hijo oprima deliberadamente a la madre, él es más bien el sostén de toda clase de sueños, de deseos, de mitos que someten a la mujer a su ‘vocación de mártir’; el hijo es la continuación de la estirpe, el tributo que ella debe a su marido, la esperanza de un éxito que ella no conoce. Ella ayuda a aceptar las mezquindades y bajezas de una existencia que se detiene en el umbral de la casa, él es el sentido de su vida. Pero esta subordinación al hijo se duplica en compensaciones. Según la ideología burguesa, los deberes sagrados de la madre le dan derechos morales; todo sucede con una lógica comercial: dando, dando, dando. Sin saberlo, ella hace pagar muy caras las noches pasadas a la cabecera del hijo enfermo, pues tiene necesidad de que él no sea nada sin ella. Por eso, lo mutila, lo paraliza, lo asfixia. Para que pueda saciarse su deseo de brindarse, ella crea en el hijo una necesidad duplicada de ternura. Se autoriza a sí misma a limitar la vida de su hijo a su único amor, a su sola presencia.

Esta forma de entender y practicar la maternidad, entra en contradicción con los intereses de la mujer e impide su incorporación activa a todos los órdenes de la sociedad. Cuando la mujer se ve obligada a incorporarse al trabajo, éste termina siendo una carga que se suma a la realización de las tareas domésticas. De ahí que, bajo el capitalismo, la mujer nunca puede ejercer libremente su maternidad; por el contrario, se ve abocada a ella dependiendo del grado de desarrollo de la sociedad en que vive.

Así, por ejemplo, en las sociedades capitalistas desarrolladas, con una creciente incorporación de la mujer al trabajo social, ésta se ve obligada a reducir el número de hijos; hasta tal punto se da este fenómeno, que las tasas de crecimiento de la población de estos países suelen ser casi nulas, lo que llega a convertirse en un grave problema para el propio desarrollo de tales sociedades. Por lo demás, esta situación es lógica. La mujer se ve obligada a incorporarse a la producción para contribuir con su trabajo al sustento de la familia y mantenerla así acorde al nivel de vida propio de las sociedades desarrolladas; fruto de esta incorporación, la mujer alcanza una independencia económica y adquiere la posibilidad de abandonar los estrechos marcos del hogar y realizar otro tipo de actividades; esto hace que ya no se conforme con seguir siendo la «reina» del hogar. Al mismo tiempo, la sociedad, al no absorber las tareas domésticas, no le deja otra opción que la de reducir al máximo las responsabilidades que aún la atan en el hogar y, por tanto, renunciar a la posibilidad de tener hijos.

En las sociedades subdesarrolladas sucede el fenómeno contrario. El bajo desarrollo de las fuerzas productivas, la sobreexplotación, la miseria y las condiciones infrahumanas en que viven los pueblos, provocan un envejecimiento prematuro de la población, una alta tasa de mortalidad -sobre todo, entre la población infantil- y, en consecuencia, una necesidad de renovar constantemente el desgaste de la población. Ante esto, las mujeres se ven obligadas a tener numerosos hijos para paliar, en parte, el peligro de extinción de la población. Domitila Barrios, dirigente revolucionaria boliviana, señala a este respecto: El control de la natalidad no se puede aplicar en mi país. Ya somos tan poquitos los bolivianos que, limitando todavía más la natalidad, Bolivia se va a quedar sin gente y, entonces, las riquezas de nuestro país se van a quedar como regalo para los que nos quieren controlar completamente.

Bajo el yugo imperialista, la maternidad está hasta tal punto condicionada que, en ocasiones, tener muchos hijos es una forma de combatir los planes de exterminio de muchos de los pueblos sojuzgados. En Puerto Rico, por ejemplo, en sólo 10 años, el imperialismo ha esterilizado al 80 por ciento de las mujeres en edad de procrear; es decir, casi a la totalidad de las mujeres fértiles. El régimen racista de Sudáfrica está estudiando la puesta en marcha de un plan para la esterilización masiva de las mujeres negras; al tiempo, a las mujeres blancas se les niega la utilización de anticonceptivos para fomentar el aumento de la población blanca. En Brasil, México y otros países latinoamericanos, se han llevado a cabo campañas masivas de esterilizaciones en determinadas zonas populares. En Bangladesh, los médicos y todo el personal sanitario reciben incentivos económicos por cada esterilización practicada y, si no consiguen cubrir al menos un 70 por ciento de la cuota mensual estipulada, son despedidos de sus trabajos.

A la luz de estos datos -y otros muchos que se podrían aportar-, podemos concluir que el ejercicio de la maternidad libre y voluntaria es un espejismo, tanto para las mujeres de los países desarrollados, que se ven obligadas a renunciar al ejercicio de la maternidad, como para las de los países subdesarrollados, ya que una mujer cargada de hijos jamás podrá emanciparse, menos aún en las condiciones del sistema de explotación capitalista, al recaer sobre ella todas las tareas relacionadas con la familia.

De este modo, lo que debiera ser una cuestión social de importancia al estar relacionada con el desarrollo de la humanidad y que, como tal, debiera corresponder a toda la sociedad, al estar íntegramente relacionada con la mujer, entra en contradicción con su emancipación y con el propio desarrollo social. Por ello, la disolución de la familia tradicional y del papel que la mujer cumple en su seno aparecen, de nuevo, como una inminente necesidad para acabar con esta contradicción.

jueves, enero 29, 2009

Movimiento de los No Alineados acuerda acciones para lograr desarrollo de mujeres

En la Declaración y Plan de Acción de Guatemala, suscrita al término del encuentro de cuatro días, los participantes reconocieron "la vital importancia mundial" por desarrollar "políticas públicas integrales" para beneficiar a las niñas y mujeres del mundo.

Más del 60% de las niñas y mujeres, a nivel mundial, viven en condiciones de pobreza y extrema pobreza, padecen de violencia intrafamiliar, social y sexual, y no tienen acceso a servicios básicos de salud y educación, según datos de las Naciones Unidas.


Las delegaciones de los 80 países que participaron en la II Conferencia Ministerial del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) en Guatemala acordaron un plan de acciones conjuntas para impulsar el desarrollo de las mujeres.

El compromiso de los países del NOAL, según la declaración divulgada hoy, se adhiere "a los esfuerzos mundiales" por lograr el cumplimento de los Objetivos del Milenio fijados por las Naciones Unidas en 2000, los cuales pretenden que para 2015, entre otros, se haya reducido a la mitad la pobreza en el mundo.

Las políticas públicas que cada país integrante del movimiento aceptó impulsar tienen que ver con la participación de las mujeres en la política y su "empoderamiento" como actores sociales, así como en materia de educación, salud, desarrollo y lucha contra la pobreza.

La primera dama de Guatemala, Sandra Torres de Colom, quien presidió la II Conferencia Ministerial, propuso como mecanismo de seguimiento a los acuerdos alcanzados, la realización periódica de reuniones regionales de evaluación, lo cual fue aceptado por unanimidad por las delegaciones participantes.

La conferencia a nivel ministerial fue inaugurada el jueves por el canciller de Cuba, Felipe Pérez Roque, quien en su discurso responsabilizó a los países ricos por el incumplimiento de las Metas del Milenio fijadas por las Naciones Unidas en 2000, por su "falta de voluntad" para ayudar a los países pobres en esta tarea.

La mayoría de países pobres y subdesarrollados del mundo, precisó el jefe de la diplomacia cubana, "ha hecho esfuerzos importantes" por cumplir con las Metas del Milenio, pero se ha fracasado, advirtió "por la falta de financiación" de parte de los países ricos.

En el encuentro, los países participantes dieron seguimiento a la primera conferencia de este tipo, realizada en 2005 en Putrajaya (Malasia), en la cual fueron abordados los principales problemas que afrontan las féminas a nivel mundial en la era de la globalización.

Guatemala asumió el compromiso de organizar la II Conferencia Ministerial en octubre de 2006, durante la XIV cumbre del NOAL celebrada en Cuba.

El NOAL se estableció en Belgrado en 1961, y Guatemala se adhirió en 1992 y en la actualidad ostenta la vicepresidencia de la Comisión de Ministros y Secretarios de Comunicación del movimiento.

Anorexia y bulimia, estrategias de control sobre la mujer

“Anorexia y bulimia deben entenderse como entidades que atentan contra la salud de las mujeres y, de esta forma, perpetúan la violencia hacia ellas mismas”, afirma el psicólogo Rodrigo León Hernández, encargado del área de investigación en la Fundación Ellen West en un comunicado.

Tanto anorexia como bulimia, dos de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) más conocidos y difundidos en el mundo, son padecimientos que afectan particularmente a mujeres, por lo que es necesaria una nueva visión critica hacia la cultura de la delgadez, que encarna una “estrategia de control sobre la mujer”, y resulta en violencia hacia ellas, señala León. “A veces, sin querer, la mujer es su peor enemigo”, afirma.

“Son frecuentes los anuncios que hablan de libertad femenina mientras que el cuerpo esbelto se vuelve prisión para muchas de ellas”, detalla León.


Las diferencias genéricas, sociales y psicológicas convierten a la obesidad y a la delgadez en temas preferentemente femeninos, de este modo, son las mujeres quienes resultan más presionadas y juzgadas por su apariencia física, “el peso y la silueta corporales se toman como criterios principales para conceptualizar el atractivo femenino”, explica.

“Los hombres miran a las mujeres y éstas observan cómo son miradas, lo que determina no sólo la mayor parte de las relaciones entre hombres y mujeres sino también la relación de la mujer consigo misma: el observador existente en la mujer es masculino, en tanto que la observada es femenina. Y al experimentar su propio cuerpo como si fueran los observadores masculinos de sí mismas, se transforman en un objeto, en particular en un objeto visual. Es una especie de misoginia funcional”, explicó el experto.

LOS TCA

Los TCA, continuó el investigador, son enfermedades multifactoriales, por lo que los roles de género y las expectativas socioculturales que se han construido para las mujeres están fuertemente implicadas en el desarrollo de los trastornos de la conducta alimentaria, reflejada en la constante insatisfacción corporal y los esfuerzos que las mujeres hacen para controlar el peso, aseguró.

Para el investigador, la "normativa de descontento" a la que están constantemente sometidas las mujeres representa una rutina de violencia ejercida por el entorno, además de la ejercida por ellas mismas al ser víctimas de estos trastornos. Algunos textos consideran la condición de “mujer como un factor de riesgo para estas enfermedades”.

Dijo León que en una investigación realizada entre 8 mil 700 mujeres de tres diferentes etapas de desarrollo (prepúberes, púberes y adolescentes), se descubrió que el descontento con la imagen corporal aumenta con la edad, así como una actitud negativa a la obesidad en niñas desde aproximadamente los ocho años de edad.

VIOLENCIA SIMBÓLICA

Las construcciones sociales que se hacen en torno a las mujeres desde el momento en que nacen, pueden traducirse muchas veces en la denominada “violencia simbólica” que se trata, según el investigador, de “Una violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce a través de los caminos simbólicos de la comunicación y el conocimiento, o más exactamente, del desconocimiento”.

Este tipo de violencia, explicó, se lleva a cabo mediante dispositivos ideológicos que consiguen que las mujeres consideren a la organización familiar y el espacio doméstico como su “lugar natural” y las necesidades de sus miembros se acaben convirtiendo en obligaciones y deseos propios. Para León esta violencia simbólica parece una especie de automutilación de la cual la mujer es victima y a la vez victimario.

“Vale la pena poner atención sobre las conductas que en la actualidad se han vuelto “normativas” y ubican en desventaja a aquellas mujeres que no se detienen a cuestionarlas”, aseveró.

En un estudio sobre género, cuerpo y alimentación realizado por la psicóloga Mabel García, se afirma, según el investigador, que esta desigualdad entre hombres y mujeres obedece a las construcciones de la identidad, al rol corporal y a los valores respecto a la comida, es decir, “las mujeres han sido productoras, nutridoras, servidoras, socializadoras, etcétera, y desde esta perspectiva se debe entender sus renuncias a “no-comer”, expuso León.

Según el investigador, para la autora Kin Chernin esta renuncia al alimento y lucha contra el trastorno, desde el mismo punto de vista sociocultural, se visualiza al ser negado su poder en la esfera pública, toma la revancha ejerciendo el control de la única área en donde ella siente que tiene autoridad: “su propio cuerpo”.

“Para amoldarse a los modelos de identidad que el entorno les impone, cada mujer ha de recortar algo de sí misma, ya sea que se trate de deseos, necesidades, aspiraciones o potencialidades personales. La renuncia, represión y alienación que generan esos ideales se pagan, como ha mostrado Freud, al precio de las neurosis u otras patologías, tal es el caso de anorexia o bulimia”, afirmó el psicólogo.


REVANCHA ESTÉTICA

León cita así mismo a la autora Naomi Wolf, quien introduce el término “revancha estética”, en la que explica que los desafíos de la belleza constituyen un recurso para recomponer la jerarquía tradicional de los sexos, para ubicar de nueva cuenta a las mujeres en su sitio y reinstalarlas en una condición de seres que existen más por su apariencia que por su hacer social, así lo refirió el psicólogo.

Para León, quien cita a otros autores, la belleza en realidad no es instantáneamente reconocible ni reconocible por instinto, de modo que desde la niñez se nos entrena para hacer estas discriminaciones. Por ello, la fijación cultural en la delgadez de las mujeres no es una obsesión acerca de la belleza femenina, sino una obsesión acerca de la obediencia femenina, aseguró.

Debido a que se trata de enfermedades provocadas por múltiples factores por medio de los cuales son transmitidas las ideas de delgadez y belleza, abarcan no sólo a la sociedad y a la mujer misma, sino también a los medios de comunicación y la familia.

En este sentido, afirma el investigador, existe otro tipo de transmisión que afecta de manera violenta a las mujeres, la transmisión inconsciente del machismo, que puede ser transmitido hasta de madre a hija “Las madres que han introyectado la condición femenina en desventaja al orden masculino y se someten al machismo, son el modelo de referencia, e incluso transmiten inconscientemente este rol”, explicó.

Estas mujeres víctimas de los TCA y sus múltiples factores tienen derecho de ser tratadas entendidas y respetadas como personas cuya condición tiene sus orígenes en aspectos psicológicos y socio-culturales que se exacerban por vulnerabilidades genéticas y fisiológicas, manifiestó.

“Creemos que estas enfermedades se han intensificado por los mensajes culturales contemporáneos que exaltan, de manera irreal, las virtudes de la delgadez y de las dietas objetivando el cuerpo femenino y creándole confusión en torno a su identidad y papel en el mundo actual. Así también creemos que hay que proponer un cese a la violencia inducida por estas enfermedades”, aseveró León.

TCA ¿BAJO LA LEY?

Sobre las iniciativas que existen en el Congreso para adicionar y reformar la Ley General de Salud, con el fin de crear el Programa contra los Trastornos Alimentarios --como la propuesta por el senador panista Guillermo Tamborrel Suárez en noviembre pasado-- el psicólogo Rodrigo León considera que esas medidas son necesarias, ya que es un tema que debe atacarse desde todas las áreas sociales, desde la casa hasta el Gobierno y los medios.

“Éstos, dijo León, son los primeros pasos que se dan para luchar contra estas enfermedades que las mujeres no deciden tener.

En su propuesta, Tamborrel hace énfasis en la elaboración de otras reformas que ayuden a frenar la incidencia cada vez mayor y las consecuencias difíciles de superar y en algunos casos fatales que los TCA han tenido en nuestro país. Es necesario, afirma en la iniciativa, adicionar y modificar leyes como la de Radio y Televisión, la Ley para la Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes y la Ley Federal de Protección al Consumidor.

Todo esto, concluye León, son los primeros pasos que se dan para luchar contra estas enfermedades que las mujeres no deciden tener”, finalizó.

JUDIBANA Y JOSEFA CAMEJO DOS HEROINAS EN PARAGUANÁ

Al evocar la gloriosa vida de Josefa Camejo, no podemos sustraernos al deseo de igualmente rendir tributo al recuerdo de Judibana, la brava guaricha que aparece finalizado la etapa precolombina y que heroica protagonista de un suceso avalado por menciones de quienes en verso en prosa historiaron nuestros orígenes indo-hípanos.


Fue el asalto de los piratas españoles a la vivienda y propiedades del valiente Hurehurebo, Cacique de Paraguaná, y su esposa Judibana, suceso señalado por varios historiadores de aquellas épocas e idealizado, a través de más de 430 años, por la leyenda oral o escrita. Judibana, guaricha muy bella e inteligente, era hija de Manaure, el Diao. Tal asalto cobra singular importancia porque origina el vínculo inicial entre Manaure y el aragonés, Juan de Ampíes, Factor de la Hacienda Real en Tierra Firme, residenciado en Santo Domingo. Supuestamente, los hechos ocurrieron así: Avisado Manaure de que se preparaba por los Taques una invasión de hombres blancos y se tenía proyectado destruir la vivienda del Cacique Hurehurebo, envió a su hermana Ayuramí a objeto de prevenir a éste. Inmediatamente de recibir el aviso, el joven Cacique tomó precauciones dispersando a los numerosos indios caquetios que residían o trabajaban en el gran conuco de su propiedad y junto con él cultivaban los sembradíos. En el rancho sólo quedaron Hurehurebo, Judibana, Ayuramí, varias mujeres y 20 arqueros muy dispuestos para la defensa. Mas a media noche una fuerte descarga de mosquetes les despertó a todos. El combate fue violento: bombas incendiarias acompañaban la lluvia de plomo que enviaban los mosqueteros y eran correspondidos con igual fiereza por las veloces flechas de los arqueros indígenas, quienes rodilla en tierra combatían heroicamente, aún con plena conciencia de su limitada capacidad de rechazo ante la temible fuerza de los salteadores. En el fragor de la lucha Judibana fue herida en una pierna, tal hecho despertó aún más a Hurehurebo y los suyos. La vivienda de madera, maures y paja, envuelta en llamas fue totalmente destruida. Varios arqueros pudieron huir por el monte; otros quedaron allí tendidos, muertos o heridos de gravedad, pero los pillos depredadores lograron capturar a unos cuantos, los que se encontraban más próximos a Judibana, entre ellos Hurehurebo y Ayurami. Los prisioneros incluso la guaricha sangrante, pero altiva e indómita, fueron llevados a Santo Domingo con el propósito de ofrecerlos en venta en un Mercado de Esclavos.

Pero la noticia llegó a conocimiento del magnánimo factor, quien rescató a los cautivos pagando el precio estipulado en el Mercado, y luego demandó a los autores de la fechoría y logró que los Oidores fallaran a su favor. Según el Dr. Pedro Manuel Arcaya, fue a petición de Ampíes que el Rey libró una Cédula Real en 1526 la cual entre otras cosas, dice: “Mandamos que ninguna, ni algunas personas no vayan con armadas ni en otra manera a las dichas islas, ni tocar en ellas sin licencia vuestra, su pena de muerte y de pedimentos de sus bienes”. Está claro que las Bulas y Cédulas Reales de los tiempos de la conquista estaban sujetas a diversas interpretaciones, así siempre negativas para los aborígenes; pero en este caso podía ser un freno para amedrentar a los piratas.

Llevados los prisioneros a la residencia personal del señor factor, donde habitaba éste con su esposa Doña Florencia de Ávila, sus hijos Juan Antonio y María y el esposo de ésta Lázaro Bejarano, fueron tratados como amigos y con la categoría que les correspondía. Mientras a Judibana le curaban la herida de la pierna, a todos le enseñaban el idioma castellano y la religión católica. También se les dotó de vestidos a la usanza europea. Posteriormente fueron bautizados: a Hurehurebo se le llamó Fernán García; a Judibana, Juana Manaure de García y a Ayuramí se le dio el nombre de Teresa Manaure. Igualmente todos los indios que les acompañaban recibieron, con el bautismo, nuevos nombres. En ceremonia católica se efectuó la boda de Judibana y su marido.

Un ilustre biznieto de Jhon Hill---aquél héroe de la Legión Británica que en el 1821 participó en la gloriosa Batalla de Carabobo y después vino a sembrar en sangre en Paraguaná---nuestro historiador Aníbal Hill Peña, escribe sobre Hurehurebo: “Citado con fervor por Juan de Castellanos en sus “Elegías”, y asimismo en la prosa sesuda de Pedro Manuel Arcaya, la figura heroica de Hurehurebo, el indio principal o Cacique de Paraguaná es, simplemente, signo de rebeldía y consigna luminosa del más puro nacionalismo”.

Varios meses habían transcurrido después de los sucesos narrados, cuando Ampiés devolvió sus jóvenes huéspedes a Coro con el encargo de echar las bases para un entendimiento cordial con el gran Cacique Manaure. Es así que Judibana, la heroína de los Taques, junto con su marido fue quien preparó los ánimos para una alianza que, de no sucederse circunstancias posteriores adversas-–como fue la llegada con los comerciantes alemanes—pudo llevar a Venezuela un indio-hispanismo por rumbos más fecundos y menos dolorosos que los conocidos por la historia. Especialmente fueron las gestiones de Judibana las que culminaron el 26 de julio de 1527 bajo la Cruz de Cují de San Clemente.

Judibana emerge, clara y radiante, en el umbral de la Historia, por entre las brumas y disolvencias de la Prehistoria. Es la bella y luminosa visión épica de la mujer excelsa, nimbada de gloria, que a sangre y fuego, con excepcional coraje, defiende el honor de su pueblo amenazado por la invasión de hombres feroces venidos de lejanos y distantes mundos.

Su figura es un símbolo de la Venezuela vestal, primitiva, incontaminada, recia, digna. Y también ella simboliza lo mejor de la alianza con la raza hispánica: Judibana, la recia combatiente de la noche del asalto en Los Taque, es ahora el puente humano, la voz de la comprensión, de la paz, del progreso.

martes, enero 27, 2009

Antipatriarcado

El capitalismo no inventó el patriarcado, obviamente. El propio Engels sitúa el origen de la opresión de las mujeres en el surgimiento de la propiedad privada de la tierra y del ganado. Es cierto que el capitalismo transforma las relaciones patriarcales, al igual que la existencia previa del patriarcado determina importantes aspectos del sistema capitalista.

Ambos sistemas son clasistas y probablemente sea el patriarcado la primera forma de clasismo, muy bien aprovechada siglos después por el capitalismo, hasta el punto de que se hallan tan estrechamente interrelacionados que difícilmente se puede concebir o explicar un sistema sin el otro, pero esto no implica que deban teorizarse como una sola cosa. Son dos sistemas independientes que se refuerzan y determinan cada uno por el otro.

Aclarar que no debemos entender antipatriarcado como un ataque hacia el hombre sino al poder institucionalizado del hombre hacia la mujer y sobre los hijos. Entender el patriarcado y el género como una construcción social: no se nace hombre o mujer sino que se aprende a serlo. El patriarcado no es una cuestión fundamentalmente ideológica, no es sólo un elemento más de la superestructura capitalista. El patriarcado es un sistema de explotación y opresión de las mujeres por los hombres. Estos se apropian de trabajos y servicios producidos por las mujeres. Y constituye también un elemento del modo de producción: la producción y reproducción de la gente. El patriarcado ha desarrollado históricamente una enorme capacidad de adaptación al desarrollo económico y en la etapa del capitalismo establece una alianza muy ventajosa para ambos sistemas que se entrelazan como las hebras de una cuerda hasta parecer una misma cosa, alcanzando ambos mediante el pacto una fortaleza difícil de doblegar. Como tal sistema, tiene su propia ideología, subsumida en muchos aspectos en la ideología del capitalismo y viceversa.

Al igual que el capitalismo extrae la fuerza laboral durante un tiempo mayor del que paga y se apropia del producto, los hombres se apropian del trabajo de las mujeres gratuitamente o a cambio del sustento (aunque ese sustento varíe mucho según la clase social del hombre concreto de que se trate). Estructura similar de explotación del capitalista y el trabajador y del hombre y la mujer. Engels afirmó con acierto que en la familia el hombre ejercía el rol del burgués y la mujer el del proletario.

No podemos obviar los beneficios económicos que el patriarcado ha brindado a lo largo de su historia, y sigue haciéndolo, al capitalismo; no es casualidad que sea este beneficio económico una de las causas que sostienen este sistema patriarcal. El trabajo que tradicionalmente se ha asignado a la mujer orientado en la esfera de lo familiar y doméstico ha hecho que las mujeres realicen un trabajo y un bien social no remunerado y poco reconocido, además de recluirlas en el ámbito privado de la familia: una actividad que las mujeres realizan de manera “natural” guiadas por un “instinto” que favorece de manera no casual al sistema económico capitalista. Esta situación ha mantenido a las mujeres en un segundo plano, fuera de los movimientos sociales y de la vida pública. Para mantener esta estructura desigual el capitalismo ha apelado a los sentimientos e instintos naturales, lo que ha complicado que la mujer comience a ser parte de la lucha por su emancipación, culpabilizándola de ir en contra de su propia naturaleza por romper con las estructuras que mantienen la base y el orden social imperante del sistema capitalista: la familia entendida desde el concepto tradicional de la misma.

Nosotras hoy día sufrimos una doble explotación, la del capitalismo y la del hombre.

En el trabajo, el capitalista nos explota como al obrero, pero además nos paga menos por ser mujer; pero por si fuera poco, ascender puestos para nosotras, es una tarea casi imposible, lo que se suele denominar “techo de cristal”. En una sociedad machista solo se nos considera adecuada para los puestos más bajos.

En el hogar, continúa nuestra explotación, es la mujer la que, en la mayoría de los casos, cuida a los hijos, limpia la casa, compra, cocina, lava, etc. cuida ancianos y enfermos. Y en algunos casos consigue que el hombre, como un “favor” y porque es “muy apañado”, ó “progre”, le eche una mano, lo que ellos dicen “colaboro en la casa”.

Es una desigualdad a menudo justificada como natural e innata. Por ello, mujeres y hombres debemos luchar conjuntamente para acabar con el patriarcado. Las mujeres somos las protagonistas de este proceso de liberación, pero no debemos olvidar que el hombre forma parte de esta estructura y que, siendo el principal beneficiario del sistema patriarcal, está también encorsetado en una definición estrecha y limitante.

Nosotras queremos dejar claro nuestras reivindicaciones:

1.- A igual trabajo, igual salario.

2.- Se asciende en los puestos por méritos reales, no por los genitales.

3.-Las tareas en la casa se deben repartir por igual, de manera equitativa, y no con “colaboraciones espontáneas”, y “ocasionales”.

4.-Los hijos y ancianos o enfermos, son de ambos y por tanto, también se comparte el trabajo a realizar para ellos.

5.- Para ayudar a ambos y no solo como se dice a la mujer, exigimos, guarderías, colegios, centros de día para ancianos, residencias, etc. Todo ello gratuito y adaptado a las necesidades familiares.

6.-Por supuesto reivindicamos la “paternidad responsable” y para ello exigimos que los hijos que se tengan sean los buscados y deseados. Por tanto medios anticonceptivos y aborto libre y gratuito.

7.- La sexualidad es nuestra libre elección, así que entenderemos por familia, el núcleo de personas que voluntariamente, quieren convivir y llamarse así, sin que en ello se tenga en cuenta la heterosexualidad u homosexualidad . Respetándose todos sus derechos. Ya está bien de moral “judeocristiana”, que ha reprimido a tantas generaciones.

8.- Quizás el punto más importante, nuestra lucha va encaminada a lograr el Comunismo, pasando por un periodo socialista donde se logre una verdadera igualdad de clase y de género. Pero esta lucha por el comunismo debe ir en paralelo a la lucha antipatriarcal, no caemos en el error de pensar que tenemos que esperar al socialismo para arreglar el tema “patriarcal”, los hechos han demostrado que en países donde triunfó el socialismo hace muchos años (ejemplo Cuba), siguen teniendo que luchar contra el “machismo en el hogar”. Tampoco queremos caer en el feminismo a “ultranza” y olvidarnos de nuestra lucha por el comunismo, ambas luchas se complementan. Desde hoy, cada día , en el trabajo, en el hogar , en la calle, en nuestra organización , las mujeres y hombres que forman Iniciativa Comunista, seamos un ejemplo de igualdad y de lucha antipatriarcal.

9.- Para poder conciliar la vida familiar y laboral, así como para realizarnos como personas es imprescindible una jornada laboral intensiva de 35 horas semanales máximo, de momento. Tendiendo a ir reduciéndola con los adelantos técnicos y la incorporación de toda la población al trabajo. Así como un trabajo fijo y con un sueldo digno que permita cubrir todas las necesidades.

Los compañeros han de reconocer que los hombres gozan de privilegios a costa de las mujeres y que esos privilegios deben desaparecer, para empezar demos ejemplo en nuestras propias filas, mujeres y hombres compartamos todas las tareas políticas y de ocio, a la par, en nivel de igualdad.

Debemos asegurar que el socialismo por el que luchamos mujeres y hombres, es el mismo socialismo, sin clases y sin géneros.

Para luchar contra el patriarcado, se ha de empezar por revisar nuestras propias creencias y actitudes en un esfuerzo de permanente revisión y superación. No podemos luchar por el fin del capitalismo y de todas sus formas de explotación manteniendo una estructura desigual que implique el sometimiento, la dominación y el control en relación a hombres y mujeres.

La formación y la revisión continua son indispensables para conseguir el objetivo de la emancipación, así como para terminar con las estructuras materiales e ideológicas que mantienen la desigualdad de género; y no se trata de masculinizar a la mujer para que esta adquiera el mismo valor del hombre, sino de romper con las construcciones y estructuras sociales que definen lo que debe ser un hombre y una mujer.

>La lucha contra el patriarcado es fundamental y no podemos conseguir plenamente la victoria del socialismo, como hemos dicho, sin conseguir esta última. Una victoria de la clase obrera no implica necesariamente el fin del patriarcado. Por ello esta es una lucha única y primordial que a través de sus avances dará duros golpes a la base ideológica y material del capitalismo así como el avance en la lucha socialista dará lugar a un facilitamiento en la consecución del antipatriarcado.

Hay que trabajar desde dentro de nuestras organizaciones con estructuras igualitarias sin distinciones entre géneros, dando lugar a las variables individuales siempre enriquecedoras.

Hace ya tiempo que esta lucha está en marcha. No podemos creer que es una lucha de segundo orden o complementaria a otras: es una lucha que esta dentro del núcleo de todas las demás, que nace desde nosotros/as mismos/as y que implica lo que somos y lo que queremos ser.

Debemos participar y estar presentes en las reivindicaciones y movimientos que luchan por cambiar los diferentes aspectos de la sociedad patriarcal que mantienen la desigualdad de género.

Como organización debemos implicarnos en esta lucha y contribuir con el análisis marxista a entender mejor la función que cumple la construcción social del género dentro del capitalismo. Desde nuestra organización, queremos mostrar nuestra más firme voluntad ,de luchar contra cualquier tipo de discriminación. Los órganos sexuales no pueden determinar la vida de ningún ser humano.

En la historia la mujer siempre ha sido invisible y, por tanto, reivindicamos la memoria histórica de las mujeres.

Frente de Mujeres exige a Conferencia Episcopal rectificar ante declaración política-partidista

Fuente: ABN

Un grupo de representantes del Frente de Mujeres por el Sí a la Enmienda Constitucional exigió a la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) rectificar ante la posición política-partidista, que expone en la declaración denominada Situación del país y renovación ética, de fecha 13 de enero de 2009. La ministra de Estado para Asuntos de la Mujer y directiva del Frente Nacional de Mujeres por el Sí a la Enmienda Constitucional, María León, presidió el grupo de mujeres que acudió este lunes a la sede de la CEV a entregar el documento dirigido a su presidente, monseñor Ubaldo Santana, mediante el cual exhortan a la cúpula de la Iglesia católica venezolana a no mentir y reconocer los logros del Gobierno revolucionario.

Durante el encuentro con el subsecretario de la CEV, José Gregorio Salazar, la ministra María León también exhortó a los representantes de la Iglesia católica a realizar una asamblea extraordinaria con una representación de mujeres venezolanas para rectificar y decir la verdad, porque en este documento, producido en la XCI Asamblea Plenaria Ordinaria, no se dice la verdad.

Asimismo, el grupo de mujeres revolucionarias exige a la cúpula eclesiástica venezolana a no continuar protegiendo a Nixón Moreno y entregarlo a las autoridades, debido a que se encuentra protegido en la sede la Nunciatura Apostólica, desde hace más de un año, luego de ser acusado de agresiones e intento de violación por la funcionaria de la policía del estado Mérida, Sofía Aguilar.

Indicó que en su declaración, la CEV señala que quiere velar por la conciencia moral y ética del pueblo venezolano.

Del mismo modo, dijo que la CEV realiza un análisis vacío acerca de los crímenes y falta de aprecio por la vida en nuestro país.

“Entonces, si existe una crisis ética en el país, la primera responsabilidad, queridos hermanos, obispos, es de ustedes. Ha faltado en Venezuela el papel de los pastores de la iglesia, que enseñe a amar al prójimo, ha faltado el la presencia de la iglesia para no dejar descarriar a la población”, comentó.

También, exhortó a los representantes de la iglesia católica venezolana a reconocer los logros del gobierno revolucionario

Dijo que los representantes de la iglesia católica y sacerdotes deben tomar una posición al lado de los pobres, porque si los sacerdotes no están del lado de los pobres, están ofendiendo a Cristo.

María León recordó al poder eclesiástico que puede rectificar y estar de lado de las causas justas, “como lo hizo el Tribunal Supremo de Justicia, cuando eliminó un artículo de la ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia, rectificó y acompañó a las mujeres en su lucha por una nueva ley que las favoreciera”.

sábado, enero 24, 2009

Banmujer, un banco para la autonomía y el empleo femenino

Por Joana García Grenzner

Desde 2001 el Banco de Desarrollo de la Mujer (Banmujer) ha concedido más de 95.000 créditos a grupos y cooperativas de mujeres para paliar el desempleo femenino.

Banmujer ha creado más de 416.000 empleos con una filosofía totalmente horizontal. Las mujeres se agrupan en unidades o cooperativas de dos a nueve usuarias y se les da un crédito a devolver en cuatro años: 5.000 bolívares fuertes por cada integrante y 50.000 a la cooperativa, con un 6% de interés anual. “Cuando lo cancelan pueden pedir otro mayor. La idea es que inicien proyectos por sí mismas.

También pueden solicitar talleres de formación según la necesidad”, explica Yohana, promotora de estos proyectos en el Distrito Capital, donde, en cada barrio, se conceden entre 300 y 400 créditos. Las usuarias se agrupan en 195 redes que abarcan todo el país. Yedilma, maestra jubilada, montó una tras contactar con Banmujer en el consejo comunal: “junté a 27 personas interesadas, en mi grupo éramos cinco. La red se reúne en mi local”.


En estos diez años ha habido mejoras: la actividad laboral femenina ha aumentado un 10%, situándose en un 50% de las venezolanas en edad de trabajar (casi cinco millones), y el desempleo ha bajado del 9% al 8%. La pobreza extrema, que afecta especialmente a las mujeres, se ha reducido espectacularmente: del 42,5% de la población venezolana en 1996 al 9,5% en 2007. La Misión Madres del Barrio de Inamujer, iniciada en 2006, ha contribuido a ello asignando pensiones temporales del 60% al 80% del salario mínimo y capacitando profesionalmente a más de 100.000 madres en situación de extrema pobreza. Eso sí, casi tres millones de mujeres siguen dedicadas a “quehaceres del hogar”.


El apoyo mutuo intenta revertir la creciente precarización del empleo y el aumento del desempleo femenino desde mediados de los ‘90. Aunque algunos proyectos de Banmujer dan cabida a los hombres, explica Mirla, que también está en una cooperativa, se trata de “darle un empujoncito a las mujeres, porque muchas no tenemos la oportunidad de trabajar en una empresa. En otro banco no sería posible, te cobran, exigen...”. Pero más allá de invertir tendencias, los créditos de Banmujer transforman proyectos de vida. María Marta montó una cooperativa de costura y empezó a estudiar administración. “Cambia mucho tu vida pero es cuestión de organizarte. A veces mi hijo me lee mientras coso y mi hija me pasa a limpio los trabajos. Mi marido se va adaptando, sabe que tengo que participar. Es un cambio radical verme salir casi todos los días”.

viernes, enero 23, 2009

Lo que todo Marxista Vulgar debe saber sobre Feminismo

Por: LUDOLFO PARAMIO

"Las relaciones entre el movimiento feminista y el movimiento socialista se han visto entenebrecidas por un complejo edípico mal resuelto", afirma el autor, demostrando que la tendencia de las feministas a exigir de los partidos de izquierda la deseable condición de partidos feministas "es puro idealismo" e idealización. Critica al movimiento obrero y a los partidos socialistas su pretensión de arrastrar al movimiento feminista, poniendo de relieve la connotación cavernícola del verbo. Con variados argumentos demuestra que "el movimiento obrero debe conquistar la hegemonía sobre el movimiento feminista, para lo cual debe asumir las reivindicaciones de éste". Esto no puede ser un proceso mecánico sino de "reforma intelectual y moral", es decir, de refundación de ambos movimientos, pues también el movimiento feminista asumirá las reivindicaciones del movimiento obrero, no con vistas a una hegemonía que se reduzca a un mero fenómeno ideológico sino que se sustente económicamente en un nuevo modo de producción.



Aun admitiendo que en tiempos de incredulidad como los presentes no es fácil encontrar a nadie dispuesto a confesarse marxista, y menos aún marxista vulgar, cabe sospechar que las ideas que vinculamos a tales etiquetas no se habrán desva­ necido tan rápidamente como induciría a pensar su vertiginosa pérdida de popula­ridad. Así, puede tener sentido pese a todo intentar reflexionar sobre el problema del feminismo desde la perspectiva de aquellos marxistas que somos demasiado mayores para cambiar de oficio, y a los que precisamente la marcha del tiempo nos ha demostrado más allá de todo equívoco que el único marxismo posible para nosotros es el marxismo vulgar. Quizá así otros eviten caer en los errores en los que caímos nosotros.

FEMINISMO Y CAPITALISMO
Como he apuntado en otro lugar, se diría que las relaciones entre el movimiento feminista y el movimiento socialista se han visto entenebrecidas por un complejo edípico mal resuelto. El socialismo ha revelado una notable tendencia histórica a repetir frente al movimiento feminista los mismos errores que casi todos los padres cometen frente a sus hijas adolescentes, a saber, tratar de mantenerlas en casa a cualquier precio y afirmar sin ningún rebozo que ellos (los padres) saben mejor que ellas (las hijas) lo que éstas realmente necesitan y quieren.

El propio pensamiento marxista no es ajeno a tales pretensiones. En primer lugar, el peso de la filosofía hegeliana sobre los orígenes de la tradición marxista conduce a quienes se encuadran en ella a ver en la sociedad no solamente una totalidad orgánica, sino una totalidad que "se refleja en un principio interno único, que es la verdad de todas las determinaciones concretas". O dicho con palabras más sim­ples: los marxistas tratan de explicar el conjunto de las contradicciones y conflictos que atraviesan toda nuestra sociedad a partir de un único principio explicativo, la lucha de clases.

Esto tiene en la historia del pensamiento marxista distintas manifestaciones, todas ellas ligadas a graves problemas teóricos que sólo ahora parecen estar comenzando a resolverse, gracias al abandono del doctrinarismo y de la marxolatría, que es quizá el aspecto más llamativo del renacimiento en los años setenta (fruto a su vez de la aparición de la nueva izquierda en los sesenta).

Dos de estas manifestaciones serían la concepción instrumentalista del Estado - según la cual el Estado es el instrumento de dominación de una clase - y lo que Laclau ha llamado "reduccionismo de clase", es decir, la identificación inmediata de las fuerzas presentes en la escena política con las distintas clases o fracciones de clase discernibles en la formación social estudiada. Ambas concepciones conducen a un callejón sin salida, lo que puede comprobarse fácilmente observando el interminable papeleo y la creciente confusión terminológica que han provocado. De se­mejante impasse sólo parece posible salir cortando tal nudo gordiano - anudado por los propios Marx y Engels, como es bien sabido - y superando el temor al funesto pecado de revisionismo.

Al enfrentarse al movimiento feminista, el marxismo ha padecido los mismos achaques: para mantenerlo bajo la hegemonía del movimiento obrero ha intentado mos­trar la existencia de una relación esencial entre el problema de la mujer y la opre­sión de clase, en general, o el modo de producción capitalista, en particular.

El primer camino, como se sabe, es el que siguió Engels. Antes de señalar sus in suficiencias habría que hacer hincapié, frente a quienes parecen considerar a Engels el idiota de la familia al que es posible cargar con todos los errores y delitos, que El origen de la familia sigue siendo una obra estimulante y vigorosa, un verdadero clásico, en el que aún pueden encontrar inspiración análisis antropológicos femi­nistas como los de Rubin o Sacks.

La principal debilidad de la obra de Engels es, lógicamente, la que se deriva de la superación de sus fuentes etnográficas. Es en este punto donde suelen centrarse los ataques a El origen de la familia: la creciente convicción de que el matriarcado sólo es un mito carente de realidad histórica favorece especialmente estas críticas. Pero también aquí es posible ir más allá: se puede subrayar el hecho de que Engels bus­ca en Morgan una justificación para establecer una relación biunívoca entre el pro­blema de la mujer y la existencia de clases sociales. La razón es muy obvia, pues si aceptamos la existencia de tal relación es fácil concluir que los intereses de los
obreros y de las mujeres, en cuanto tales, convergen objetivamente. O dicho en términos más actuales: que el movimiento obrero y el movimiento feminista están condenados a entenderse.

Sin embargo, no es así. Sabemos que la presión por el salario familiar, que a lo lar­go del siglo pasado es parte fundamental de la lucha por la elevación del nivel de subsistencia de la familia obrera, es decir, de la clase obrera en su conjunto, se tra­duce para la mujer en un auténtico retroceso en lo referente a su autonomía. A lo largo del período de formación del movimiento socialista de masas, es decir, du­rante el desarrollo de la II Internacional, la clase obrera adopta progresivamente el sistema de valores burgués en lo concerniente a la familia, lo que para nosotros, los marxistas y vulgares, debe tener alguna relación con el hecho de que la consolidación de la familia y la consecución del salario familiar son en esta etapa el camino más corto para la defensa de los intereses económicos de la clase obrera.

Con el renacimiento del feminismo en los años sesenta surge dentro del marxismo un amplio debate sobre la relación existente entre trabajo doméstico y modo de producción capitalista.

Se podría buscar el hilo conductor de la polémica en el in­tento de precisar la función que el trabajo doméstico desempeña en el capitalismo. Si esta función fuera esencial, si la existencia de trabajo doméstico (impagado) fue­ra imprescindible para la reproducción del capitalismo, podríamos hablar nueva­mente de convergencia objetiva entre el movimiento obrero y el movimiento socia­lista. Pero incluso si esta función del trabajo doméstico no fuera imprescindible para el sistema, el hecho de que éste estuviera interesado en la preservación del trabajo doméstico debería obligar a las mujeres a enfrentarse con el capitalismo, ya que la abolición del trabajo doméstico sería una condición imprescindible para la liberación de la mujer.

Por desgracia este razonamiento, compartido por casi todos los marxistas en los años setenta (más o menos explícitamente), es rigurosamente falso. En primer lu­gar, porque es perfectamente concebible la liberación de la mujer sin la abolición del trabajo doméstico; como puede comprenderse fácilmente, a partir del ejemplo de las parejas en que hombre y mujer tienen trabajos remunerados de similar hora­rio, el problema no es la existencia de trabajo doméstico, sino la adjudicación de su exclusiva responsabilidad a la mujer. Y en segundo lugar, porque el capitalismo no necesita esencialmente la existencia de trabajo doméstico.

En efecto, lo más que podemos afirmar es que históricamente, y hasta el presente, el trabajo doméstico ha sido funcional para el capitalismo, al abaratar la reproducción de la fuerza de trabajo. Pero no es impensable una elevación de la productivi­dad en el sector servicios que permita socializar el trabajo doméstico. Más aún, probablemente la clave en este punto es la actitud del movimiento obrero y de los sindicatos en particular. Frente a una presión suficiente, y en una nueva etapa de expansión capitalista, los empresarios individuales pueden preferir una socializa­ción del trabajo doméstico (a través de servicios de empresa y/o del Estado) antes que subidas salariales que permitan a sus trabajadores obtener los correspondien­tes servicios en el mercado.

FEMINISMO Y PATRIARCADO
Llegados a este punto, los marxistas vulgares debemos admitir que los intentos de vincular esencialmente el problema de la mujer con la explotación de clase no lle­van a ninguna parte, y que es preciso enfocar el asunto de otra manera. Para no re­negar totalmente de nuestras costumbres podemos partir una vez más del trabajo doméstico y buscar su influencia en la lucha de clases. ¿En qué beneficia primordialmente al capital el hecho de que el trabajo doméstico corresponda exclusiva­mente a la mujer?

La respuesta, evidentemente, es que semejante división sexual del trabajo en la casa legitima la consideración de la mujer como mano de obra de segunda catego­ría. El trabajo de la mujer fuera de la casa es sólo un trabajo subsidiario: su labor primordial es la doméstica. Por tanto se produce una segmentación del mercado de trabajo, que supuestamente justifica el hecho de que las mujeres reciban salarios in­feriores o se especialicen en trabajos de baja calificación. De esta forma, las mujeres se convierten en una reserva de trabajo adicional. Y. como sabemos por nuestras lecturas de juventud, la función de un ejército de reserva en un mercado de trabajo es crear divisiones entre los trabajadores para disminuir su fuerza.

Al recordar esto suena una campanilla en el lento cerebro del marxista (vulgar).¿Qué otro caso de segmentación del mercado de trabajo en beneficio del capital se conoce? La discriminación racial, por supuesto: la utilización de mano de obra extranjera o de diferente origen étnico. Es preciso admitir, claro, que tampoco éste es un problema previsto en los manuales. Sin embargo, es cada vez más obvio que éste es un asunto de pura jerarquización social: se hace creer al trabajador blanco e indígena que el trabajador extranjero y/o de color es inferior, y después se le trata en consecuencia.

Las piezas del rompecabezas comienzan a encajar: el problema de la mujer no tiene su origen en la economía ni en la lucha de clases, sino que es un problema de dominación. Es la dominación de la mujer por el hombre lo que el capital utiliza a su favor para obtener ciertas ventajillas: división de los trabajadores y abaratamiento de la reproducción de la fuerza de trabajo. Pero esta dominación no la ha inventa­do el capital, ni tiene ninguna relación con la estructura de clase de la sociedad. Independientemente de cuál sea su origen, aparece como un fenómeno previo y separado del modo de producción capitalista.

Este fenómeno es lo que la literatura feminista designa como patriarcado. El sexo en cuanto hecho natural, se transforma en hecho social a través de lo que pode­mos llamar un sistema de género/sexo. El género es la forma social que adquiere cada sexo una vez que recibe connotaciones específicas en términos de valores y normas. Así, ser mujer implica sensibilidad y ternura, mientras que ser hombre implica racionalidad y agresividad. Las mujeres se ocupan de la esfera de lo privado, los hombres de los asuntos públicos.

El patriarcado, en este sentido, es un sistema de género/sexo que supone la dominación de la mujer por el hombre. Podemos decir entonces que la opresión de la mujer, fruto del patriarcado, es un problema distinto totalmente de la explotación del trabajador por el capital. Más aún, debemos admitir que en general los sistemas de dominación (política) y los sistemas de explotación (económica) no guardan en­tre sí ningún tipo de relación biunívoca, aunque evidentemente debe haber entre ellos cierta compatibilidad, excepto en posibles situaciones de transición.

A estas alturas, el marxista vulgar, nuestro fatigado héroe, puede encontrarse a la vez satisfecho de haber hallado la clave del problema y avergonzado, sin embargo, por haber dado tan arduos rodeos hasta llegar a ella. Puede consolarse, sin embar­go, meditando sobre la paradoja de que una parte del feminismo radical haya rein­ventado el reduccionismo de clase para presentar a la mujer como una clase social, como si el problema de la mujer sólo pudiese adquirir relevancia transformándose en un problema de clase . Se puede afirmar, por el contrario, que esta línea de desa­rrollo teórico no sólo supone una involución respecto a la marcha general de la teo­ría marxista, sino que además crea problemas graves de coherencia a todo intento de establecer criterios formales de definición de clases.

En efecto, para afirmar por ejemplo que la definición de clase de la mujer obrera no viene dada por su subsunción al capital, sino por su dominación por el hombre, es preciso afirmar que esta dominación implica la apropiación de la fuerza de trabajo de la mujer por el hombre, de forma que es el hombre el que vende al capitalista la fuerza de trabajo de la mujer. Pero es fácil ver que esta afirmación, que identificaría la dominación genérica con una forma de esclavitud, está en abierta contradicción con la autonomía, jurídica y efectiva, de la mujer en la sociedad capitalista actual.

La obrera casada puede abandonar a su marido sin renunciar a su trabajo, lo que ciertamente no es el caso del esclavo o del siervo feudal. La situación cambia, sin embargo, dentro de la casa: al realizar trabajo doméstico impagado, la mujer se encuentra frente al marido en una situación de incertidum­bre. Parece obvio que en este sentido se puede hablar de unas relaciones de produc­ción domésticas no capitalistas. Pero no todas las mujeres pueden realizar trabajo doméstico. Si se pretende definir a las mujeres como clase por su encuadramiento en las relaciones de producción doméstica se llega al resultado, paradójico e indeseable para una teoría feminista, de que las mujeres de la burguesía o de las clases medias que no realizan directamente trabajo doméstico - sino que emplean para su realización mano de obra asalariada - quedan fuera de la definición. Para solventar este problema es preciso acudir a criterios ideológicos que permitan ampliar la definición: personalmente pienso que la larga y triste historia de la teoría marxista de las clases demuestra que este tipo de artilugios sólo conducen a centuplicar la con­fusión y a vaciar de contenido y operatividad la definición de clase utilizada.

FEMINISMO Y SOCIALISMO
Las anteriores divagaciones muestran con cierta claridad una serie de puntos sobre los que el pensamiento socialista y/o marxista debe modificar su enfoque. El pri­mero de ellos es la interpretación en términos estrictamente económicos del proble­ma de la mujer. Según el razonamiento que hemos desarrollado hasta aquí, ni la existencia de trabajo doméstico, ni el hecho de que muchas mujeres se limiten a re­alizar este trabajo doméstico sin acceder al trabajo asalariado, y ni tan siquiera al hecho de que las mujeres que trabajan a la vez dentro y fuera de la casa deban rea­lizar una doble jornada de trabajo y padezcan a la vez una notable discriminación salarial, ninguno de estos fenómenos puede considerarse explicativo del problema de la mujer.

Por el contrario, todos ellos son manifestaciones de tal problema, cuya raíz es la dominación genérica de la mujer por el hombre. Otra cosa es que previsi­blemente el proceso de emancipación económica sea más o menos paralelo al pro­ceso de liberación de la mujer, pero es preciso subrayar que el segundo no se redu­ce al primero.

El segundo punto, ya aludido en el análisis anterior, se refiere a la necesidad gene­ral de superar el economismo y el reduccionismo de clase en el análisis político. Pues las mismas razones que han cegado al marxismo para comprender el proble­ma de la mujer son las que explican sus limitaciones al abordar otros problemas de notable envergadura, y entre ellos, muy especialmente, el de la construcción de un nuevo bloque social capaz de ofrecer una alternativa a la dominación del capital.

Llegamos así al tercer punto: el movimiento socialista, a lo largo de su consolidación histórica, desde el último tercio del pasado hasta el presente, ha padecido de un notable corporativismo, manifiesto en su sola identificación con los intereses particulares de la clase obrera. El hecho, por supuesto, no es sorprendente, ya que el movimiento obrero constituye la columna vertebral de los partidos socialistas en este período. (Entre paréntesis, también cabría pedir al movimiento feminista un cierto examen de conciencia; la otra cara de la relación edípica entre socialismo y feminismo en la llamativa tendencia por parte de muchas feministas a exigir a los partidos de izquierda virtudes que éstos sólo pueden desarrollar tras pagar el pre­cio de sus inevitables vicios de nacimiento. Pedir al socialismo que hubiera sido fe­minista desde el comienzo, es decir, que no hubiera sido nunca corporativista, es puro idealismo, que sólo puede explicarse recordando que para muchas feministas los partidos de izquierda no son sólo un difícil partenaire , sino también la imagen del padre idealizado).

Ahora bien, desde Gramsci sabemos que para acabar con la dominación de una cla­se - en esta ocasión la capitalista -, es preciso construir una nueva hegemonía . Y Gramsci subraya, en una párrafo equívoco por las razones que veremos más ade­lante, que la construcción de esta nueva hegemonía supone sacrificios de orden económico-corporativo para asumir los intereses de los demás grupos que van a componer el nuevo bloque. Esto implica que no es posible avanzar hacia el socialismo si la clase obrera y las demás fuerzas progresivas no asumen como propias las reivindicaciones del feminismo. O en otras palabras, sólo cuando la izquierda se someta a una reforma intelectual y moral que la transforme en una nueva izquier­da auténticamente feminista, se producirá una convergencia entre el movimiento socialista y el feminista, pues esta convergencia, como he tratado de mostrar, no es en absoluto una consecuencia inevitable de la existencia de ningún tipo de relación esencial entre lucha anticapitalista y lucha feminista.

Así, el movimiento obrero y los partidos socialistas deben plantearse netamente la apuesta: no es posible arrastrar al movimiento feminista - expresión, además, de innegables connotaciones cavernícolas -, sino que es preciso asumir seriamente sus reivindicaciones, discutir los posibles ritmos de su realización, sin caer en el idea­lismo ni en el oportunismo, y elaborar programas políticos en los que puedan tener un interés objetivo no sólo las tradicionales bases sociales de la izquierda, sino tam­bién las mujeres como grupo social. Sólo así será posible superar, al menos en este aspecto, la actual desintegración de las fuerzas progresistas, pulverizadas, deso­rientadas y escindidas frente a la ofensiva del capital.


LA HEGEMONÍA ES UN EFECTO SIN SUJETO

Es un hecho bien sabido que los conceptos de hegemonía que es posible extraer del discurso gramsciano en los Quaderni del Carcere son inevitablemente ambiguos. Los Quaderni no son una obra acabada, lista para su publicación, y para colmo de males fueron realizados en condiciones que favorecían especialmente el recurso a términos equívocos. Parece, no obstante, que el concepto de hegemonía más fre­cuentemente extraído de la obra gramsciana, y al que yo mismo me he remitido sistemáticamente a lo largo de seis años, debe ser sustancialmente revisado. "El hecho de la hegemonía presupone, indudablemente, que se tienen en cuenta los intereses y las tendencias de los grupos sobre los cuales se ejerce la hegemonía, que se forma un cierto equilibrio de compromiso, es decir, que el grupo dirigente hará sacrificios de orden económico corporativo...".

Este concepto es el que podríamos denominar de hegemonía con sujeto. La idea básica es muy obvia: la clase económicamente dominante, la burguesía, no mantie­ne su dominación política exclusivamente gracias a la fuerza, sino que también la asienta sobre el consenso. Pero dentro de la dominación política, es necesario dis­tinguir dos momentos. El primer momento se refiere a la dominación de un con­junto de clases subalternas por un bloque dominante. El segundo momento remite a la hegemonía, en el sentido de papel dirigente, de la clase económicamente domi­nante dentro de dicho bloque. Tenemos, pues, hegemonía en dos sentidos en cuanto consenso, en lo que se refiere a la relación entre el bloque dominante y las clases subalternas, y en cuanto dirección política, en lo que se refiere a la relación entre la clase predominante y el conjunto del bloque dominante. La discusión pue­de hacerse más matizada distinguiendo distintas fracciones dentro de las clases.

Este concepto de hegemonía burguesa tiene su imagen especular en una hipótesis estratégica sobre la conquista de la hegemonía por el proletariado. Y es aquí donde la noción de hegemonía con sujeto se revela más que nociva: se asume que el proletariado (en cuanto nuevo sujeto histórico) debe crear un nuevo bloque social, den­tro del cual establece su hegemonía. Este nuevo bloque social está destinado a con­vertirse en el nuevo bloque dominante. Así, en lo referente a la relación entre el movimiento obrero y el movimiento feminista las cosas están claras: el movimiento obrero debe conquistar la hegemonía sobre el movimiento feminista, para lo cual debe asumir las reivindicaciones de éste.

Visto en perspectiva, este planteamiento tiene un aspecto positivo: hace hincapié en el hecho de que el movimiento obrero no puede esperar que el movimiento fe­minista le apoye si no es capaz de asumir sus reivindicaciones y propulsarlas. Pero tiene demasiados aspectos negativos. Enprimer lugar, la idea de un movimiento obrero que "conquista la hegemonía" sobre el movimiento feminista puede poner fácilmente los pelos de punta a cualquier compañera de éste último. Y, en segundo lugar, remite a una problemática falsa, precisamente al tipo de problemática que he intentado criticar anteriormente.

En efecto, si negamos la existencia de una correspondencia biunivoca entre dominación económica y dominación política, debemos dejar en claro si al hablar de bloque dominante estamos pensando en términos políticos o económicos. Y es fá­cil ver que el bloque económicamente dominante no coincide con el bloque políti­camente dominante (o bloque de poder, utilizando la terminología de Nicos Pou­lantzas). En efecto, en casi todos los países capitalistas actuales la pequeña burgue­sía está excluida del primero y parcialmente incluida en el segundo, mientras que las mujeres de la burguesía se incluyen en el primero pero no en el segundo. Pero si optamos por ceñirnos al plano de lo político, no hay razón para atribuir a priori la hegemonía a la clase obrera, en una futura sociedad socialista, sobre la base de su postulado económicamente dominante. Tal atribución sería una nueva manifestación de esencialismo, de la creencia más o menos explícita en la existencia de una relación especial entre el plano de lo económico y el plano de lo político.

Más aún, es fácil ver que éste sentido del término (hegemonía dentro del bloque dominante) no es sino la reelaboración gramsciana del problema leniniano de las alianzas, en un contexto marcado radicalmente por la concepción del socialismo como dictadura del proletariado. En este sentido, sería razonable la crítica de numerosos intelectuales italianos, no comunistas, sobre el carácter fundamentalmente leninista de la más usual noción de hegemonía.

Por otra parte, resulta obvio que la cuestión sólo puede plantearse en el marco de una problemática subjetivista, en la que la clase obrera, sujeto de la historia, esta­blece el socialismo al conquistar su hegemonía, en un claro paralelismo con la vi­sión idealista que la burguesía nos ha legado de su propio ascenso histórico y del establecimiento del capitalismo como modo de producción dominante. Ahora bien, si rompemos con esta problemática podemos afirmar que la hegemo­nía no es el atributo de un sujeto dentro de la totalidad social, sino el principio po­lítico fundante de la unidad de ésta: un efecto estructural, por tanto, carente de su­jeto.

En la sociedad burguesa la hegemonía implica la unificación y articulación de un complejo de jerarquías sociales: la dominación capital/trabajo, hombre/mujer, padres/hijos, etc. En una sociedad socialista, por el contrario, la hegemonía se caracterizará por la progresiva disolución de estas jerarquías y por su desarticulación, para sustituirlas por nuevas formas de solidaridad e igualdad social. ¿Qué queda entonces del viejo concepto de hegemonía? En primer lugar, el hecho de que la construcción de una nueva hegemonía, alternativa a la hegemonía capita­lista, exige que el movimiento obrero asuma las reivindicaciones del movimiento feminista; y también a la inversa. Es obvio que éste no puede ser un proceso mecánico por el que se suman las reivindicaciones de uno y otro, sino un proceso de re­forma intelectual y moral, de refundación, de ambos movimientos. Y en segundo lugar, queda el hecho de que esta nueva hegemonía deberá sustentarse económica­mente en un nuevo modo de producción , pues no puede reducirse a un fenómeno puramente ideológico (hegemonía ideológica del proletariado). Por el contrario, la nueva hegemonía deberá legitimar a través de su autorrepresentación por una ide­ología a la que sería un sin sentido tratar de vincular (mediante análisis de sus ele­mentos) con cualquiera de los componentes del nuevo bloque social. Pienso que este nuevo concepto de hegemonía, que debe enmascararse en el hori­zonte de una reelaboración no esencialista del pensamiento marxista, puede per­mitirnos avanzar hacia una nueva teoría política, por supuesto revisionista, pero quizá más apta como herramienta en la lucha por una sociedad sin explotadores ni explotados, sin opresores ni oprimidos.