domingo, mayo 31, 2009

La esclavitud asalariada tiene cara de mujer

Fuente: Pan y Rosas
El capitalismo, con su despiadada sed de ganancias, empujó –durante las últimas décadas- a millones de mujeres y jóvenes a trabajar a cambio de salarios miserables, en malas condiciones y sin derechos. Es que este sistema de explotación se vale de la discriminación hacia las mujeres, para incorporarlas al mundo laboral en peores condiciones que al resto de los trabajadores cuando las crisis amenazan las ganancias capitalistas. Es en esos momentos, que la patronal echa a millones de trabajadores a la calle e incorpora masivamente a las mujeres y los jóvenes, imponiendo una feroz competencia entre las filas de los explotados, para desunirnos.

Este fenómeno es lo que explica que, actualmente, el número de mujeres que participa en el mercado laboral mundial es el más alto de la historia pero que, a su vez, hasta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tenga que admitir que las trabajadoras están más expuestas que los hombres a sufrir peores condiciones laborales. Y más aún: aunque actualmente hay 1200 millones de mujeres trabajadoras (representando el 40% de la fuerza de trabajo mundial), también aumentó el número de mujeres desocupadas, que ya supera los 80 millones.


En Argentina, ya a partir de la década del ‘80 aumentó la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, dando un salto mayor en los ‘90. Esto se dio, principalmente, como consecuencia de las privatizaciones y cierres de fábricas que arrojaron a los varones jefes de hogar a la desocupación y haciendo que sus compañeras fueran el “salvataje” obligado de la familia, a costa de trabajar como fuere donde sea al mismo tiempo que se implementaba la Ley de Flexibilización Laboral.

Esta ley, que aún sigue vigente, posibilita los contratos por corto tiempo, permitiendo a la patronal no asumir los costos laborales, ni cumplir con los beneficios según los convenios, incluso la indemnización por despido. Aprovechándose del falso sentido común de que las mujeres sólo deben quedarse en la casa cuidando a sus hijos y haciendo las tareas del hogar, mientras son los hombres los que deben aportar el dinero para el mantenimiento de la familia, las mujeres fueron las principales destinatarias de estos contratos flexibilizados.

Esta situación se agudiza con la crisis abierta en diciembre de 2001. Ya a partir del 2003, en el marco de una tendencia de la economía mundial, se inicia una recuperación económica favorecida por la política devaluacionista de Duhalde y Kirchner, que mantiene los salarios en pesos mientras las ganancias de los empresarios empiezan a contarse en dólares: el neoliberalismo del “3 a 1”. Eso permitió que, en los siguientes cuatro años, ingresaran 3 nuevos millones de trabajadores y trabajadoras a la fuerza laboral. Pero mientras el PBI aumentó en un 31%, la masa salarial sólo se incrementó en un 16%.1

De más o de menos, las mujeres siempre perdemos…

Mientras la tasa mundial de empleo femenino es del 49,1%, frente a un 74,3% para la de empleo masculino, en Argentina sólo llega al 33,2%. Y a su vez, mientras a nivel mundial, la tasa de desempleo femenino es del 5,7%, frente a un 6,4% de los varones, aquí es más del doble.2 Aún a pesar de la manipulación que hace el gobierno de los indicadores, todavía la desocupación femenina permanece en cifras de dos dígitos.

El ingreso de las mujeres al mercado laboral aumentó también la presencia de las subocupadas que son casi la mitad de las trabajadoras.3 Falsamente, se explica esta situación diciendo que las mujeres “eligen” trabajos de medio día para conciliar el trabajo doméstico con el trabajo extra-doméstico. ¿Cuántas mujeres “eligirían” estos trabajos altamente flexibilizados, de pocas horas y menos salario, si las empresas garantizaran guarderías gratuitas para los hijos de las trabajadoras durante las 24 horas del día, si se cumplieran y aumentaran las licencias pagas por maternidad, para la lactancia y los cuidados que requieren los niños?

Pero el capitalismo está lleno de contradicciones y, mientras hay mujeres penando en trabajos de menos de 35 horas semanales, haciendo lo imposible para llegar a fin de mes con salarios de miseria, en el otro extremo hay un 20% de mujeres que están sobreocupadas con jornadas larguísimas y agotadoras.

De las mujeres trabajadoras, 1 de cada 3 es jefa de hogar, de su salario depende el sostén económico de la familia y 1 de cada 3 es integrante de un hogar pobre.

Contratadas o efectivas, la explotación no termina…

En Argentina, el 80% de las mujeres ocupadas son asalariadas, mientras sólo el 16% son cuentapropistas y apenas el 2,5% son patronas o empleadoras. Las engañosas estadísticas incluyen, además, un 2% de mujeres que trabajan sin recibir salario por su tarea. Nada indica si se trata de las esposas de prósperos empresarios de PyME’s, que pasan un rato por la oficina para colaborar con alguna tarea de gerenciamiento de la empresa, si estamos hablando de las hijas de un almacenero arruinado que tiene su negocio abierto todo el día para poder hacer la diferencia que le permite mantener a la familia o si se trata de una adolescente recién llegada del interior que cuida a los hijos de su tía, mientras ella se va a la fábrica, a cambio de la casa y la comida.

Para las estadísticas oficiales, casi la mitad de las mujeres trabajadoras está “en negro”, pero sólo se considera bajo este rubro a aquellas trabajadoras que le dicen al encuestador que sus patrones no le hacen los aportes. ¡Cuántas veces en el recibo de sueldo figuran los descuentos para jubilación y llegado el momento, se descubre la estafa de la patronal que nunca hizo los aportes!

Además, en base al último dato publicado de la Encuesta Permanente de Hogares del segundo semestre del 2006 (ver Números K), mientras el salario promedio de los varones que trabajan “en negro” es de 600 pesos, el de las mujeres sólo alcanza a la mitad de esa cifra. Las trabajadoras “en blanco” cobran casi un 30% menos que los varones, pero entre las más precarizadas, la diferencia es de ¡un 100%! Mientras tanto, la precarización sigue ocultándose bajo distintos disfraces: pasantías, becas, períodos de prueba, son las formas de explotación más comunes entre las jóvenes, el trabajo en talleres clandestinos y las condiciones más aberrantes que llegan casi al nivel de la esclavitud son el destino casi obligado para las mujeres inmigrantes.

Para las nenas, la cocinita… para los nenes, los rastis

La división sexual del trabajo se refleja en la preponderancia de las mujeres en el sector terciario.

Cuando se trata de actividades relacionadas con aquellas que tradicionalmente se consideran como propias de las mujeres, la cantidad de mujeres empleadas alcanza proporciones exorbitantes: el 75% de los trabajadores de la educación, el 70% de los trabajadores de salud y casi el 100% del servicio doméstico, son mujeres. El 40% de los trabajadores de Comercio, Hoteles y Restoranes también. Este último sector, en el que se incorporaron más trabajadoras, es el que tiene los salarios más bajos y trabajos de media jornada, en momentos donde el 3 a 1 impulsó el crecimiento del turismo, permitiendo embolsar millones de dólares y euros a los empresarios del sector.

En la industria, la participación de las mujeres es muchísimo menor que en otras ramas, pero dentro del rubro, los sectores con mayor inserción femenina son los de Confecciones y Productos Textiles. Lo novedoso es que, en el último período, hubo ramas de la industria que incorporaron más mujeres que varones como por ejemplo, Productos de Petróleo; sin embargo, aquí donde los salarios son más altos que en otras ramas de la industria, la brecha salarial entre mujeres y varones alcanza casi a un 40%.

Aún cuando en el último período se crearon 3 millones de puestos de trabajo, menos de la mitad son empleos asalariados registrados en empresas privadas de los sectores de industria, comercio y servicios. El resto corresponde a la construcción, a trabajos asalariados no registrados y cuentapropismo. Hasta el propio Ministerio de Trabajo tiene que publicar, cínicamente, que “En este contexto, la evolución del mercado de trabajo muestra que sólo el 44% del total de puestos de trabajo creados en 2006 (registrados y no registrados) fueron ocupados por mujeres, lo que resultó en un empeoramiento relativo de sus condiciones de inserción respecto a los varones.” 4

Como vemos, las mujeres son empleadas principalmente en sectores que implican menor calificación técnica y/o profesional, pese a que la mayoría de las trabajadoras terminó el secundario.

Cuando, de niñas, los “reyes magos” nos traen una máquina de coser de juguete, una cocinita y un set de limpieza empezamos a calificarnos para nuestro futuro laboral. Las mujeres, como vemos, trabajan de aquello que se supone que “saben” por el sólo hecho de ser mujeres. Las tareas que desarrollan, entonces, se consideran un trabajo no calificado. Además, cuanto menos tiempo mejor, porque para este sistema, las “verdaderas” mujeres sólo deben dedicar su vida a la atención del marido y los hijos. ¿Por qué no pagarle salarios bajos a las mujeres, si el mandato social indica que son los hombres los que deben sostener el hogar y que ellas sólo pueden manejar pequeñas sumas de dinero para sus “gustos personales”?

Naturalizar esta división del trabajo que se impone en las sociedades de clase, donde subsiste y se relegitima la opresión de las mujeres, sólo está destinado a dividir las filas de los explotados, para beneficio y perpetuación de la clase dominante.

¡Proletarias y proletarios, uníos!

Las mujeres trabajadoras sufrimos la explotación, pero no de la misma manera que nuestros compañeros. A la discriminación laboral, la limitación a ciertas tareas y la imposibilidad de ejercer otras, los salarios más bajos y los trabajos más precarios, se suma el riesgo permanente de ser víctimas del abuso de capataces y patrones. También sufrimos una doble explotación, sometidas a otra jornada de trabajo que nadie reconoce como tal y que hacemos gratuitamente: la que dedicamos a las tareas domésticas.

En estas condiciones, la patronal pretende imponer una división entre las filas de los explotados, obligándonos a competir entre nosotros. El marxismo revolucionario le contrapone la lucha por la unidad de las filas proletarias contra la explotación. Es necesario que hombres y mujeres de la clase trabajadora combatan la opresión y el sexismo, esos prejuicios patriarcales instilados por la clase dominante entre nosotros, que sólo sirven para perpetuar su dominio de hambre, miseria y barbarie.

Números K

A principios del 2007, empiezan a sentirse los síntomas de agotamiento del modelo K. Para colmo, se trataba de un año electoral donde se jugaba la candidatura de Cristina Fernández y la curva del salario real comienza a caer. Fue entonces que el gobierno decide intervenir el INDEC, para “dibujar” según sus necesidades los indicadores oficiales, ocultando la inflación y otros datos que se calculan sobre esta base. A fuerza de mandar matones contra las trabajadoras y trabajadores del INDEC, aportados por la burocracia del sindicato UPCN y la dirección del INDEC, se instalaron los desplazamientos de los lugares de trabajo habituales, persecuciones y despidos.

A partir del segundo trimestre de 2007 la información que se publica en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) no sólo está cuestionada, sino que además, se dejaron de publicar sus datos desagregados, siendo ésta la fuente oficial más completa para el análisis del mercado laboral.

1 Basualdo, Eduardo: “La distribución del ingreso en la Argentina y sus condicionantes estructurales”, publicado en Memoria Anual 2008, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Argentina.

2 La tasa de empleo indica la proporción entre ocupados y la población total.

3 Subocupado se considera, en las estadísticas, a las personas que trabajan menos de 35 horas semanales por causas ajenas y están dispuestas a trabajar más horas.

4 “Trabajo, ocupación y empleo. Los retos laborales en un proceso de crecimiento sostenido”, publicado recientemente por el Ministario de Trabajo, Noviembre 2007.

sábado, mayo 30, 2009

Guatemala: 65 mil abortos al año y escasa inversión en salud Sexual y Reproductiva

Fuente: CIMAC / Noticias
El Estado guatemalteco continúa con las violaciones del derecho de acceso a la salud de las mujeres, al permitir dos muertes maternas diarias, por la reducción de 81 millones de quetzales en presupuesto para la salud reproductiva y al mostrarse indiferente ante los 65 mil abortos al año, registrados a nivel nacional.

En el marco de conmemoración del Día de Acción Mundial a Favor de la Salud de las Mujeres, integrantes de la Coordinadora 28 de Mayo denunciaron que el Estado guatemalteco permanece indiferente ante las problemáticas que sufre la población femenina respecto a su salud sexual y reproductiva.

Nora Soto, representante de la Coordinadora, dijo a Cerigua que en Guatemala ocurren dos muertes diarias por causas de parto o embarazo, mientras que los abortos aumentaron a 65 mil en el último año; sólo 25 mil mujeres solicitaron ayuda en los centros asistenciales públicos luego de presentar complicaciones.

Soto enfatizó que las instituciones de gobierno encargadas de la salud de las mujeres, no elaboran cifras que revelen la situación de vigencia de ese derecho; tampoco divulgan información científica y laica que contribuya a que las jóvenes tomen mejores decisiones sobre su sexualidad.

La entrevistada indicó que se ha elevado considerablemente el número de amas de casa que han sido contagiadas con el Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida (VIH); las mujeres indígenas, en el área rural son las que tienen menos acceso a los tratamientos.

La activista recordó que el Organismo Ejecutivo aún no ha aprobado el Reglamento de la Ley de Acceso Universal y Equitativo a los Servicios de Planificación Familiar, por lo que el Congreso de la República no puede asignar presupuesto a la operatividad de la norma, tampoco sancionar a las entidades que la transgredan.

Dichas situaciones, dijo, constituyen una grave violación a los derechos de las mujeres y una forma de violencia institucional que debe ser erradicada.

Según un reporte preliminar en poder de la Auxiliatura de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) de Alta Verapaz revela que en los primeros cinco meses del año se rebasaron las estadísticas de mortalidad materna reportadas en el 2008.

Carlos Guillermo, del Comité de mortalidad materna de este departamento y oficial del Área política de la PDH, expresó que la alta incidencia en el 2009 es el resultado de la desatención que existe en las comunidades y la cultura machista del hombre, quien decide si la mujer puede ser trasladada a un centro asistencial para recibir atención médica integral.

Aparte de la cultura machista, existen otros factores que inciden en el aumento de la mortalidad materna, entre ellos la distancia entre los poblados y el centro de salud o el hospital y la falta de transporte, agregó el oficial de área política de la PDH, que no es más que un resultado de la desatención del estado guatemalteco hacía el derecho de las mujeres.

México: Gobierno protege a mujeres solo en calidad de madres, no de Ciudadanas

Por: Por Gladis Torres Ruiz /CIMAC
La Estrategia Integral para Acelerar la Reducción de la Mortalidad Materna en México, presentada ayer por Felipe Calderón, es una acción de refuerzo desde el ámbito Federal a los cambios constitucionales que están haciendo el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en varios estados de la República para limitar y criminalizar la interrupción legal del embarazo (ILE), poniendo en riesgo la vida de las mujeres.

Lo anterior lo señaló en entrevista con Cimacnoticias Daniela Díaz, especialista en derechos sexuales y reproductivos del Centro de Análisis Fundar, quien agregó que aunque esta estrategia -- atención al parto y a la urgencia obstétrica de manera gratuita y universal para toda mexicana-- responde a peticiones y señalamientos realizados desde hace años por Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), personal de salud, académicas y activistas, sólo tiene la perspectiva de la protección de la maternidad, pero no la de salud de las mujeres.

“No es casualidad que se haya escogido el 28 de mayo, Día Internacional de la Acción por la Salud de las Mujeres, afirma Daniela Díaz. “Podían haber realizado su acto en otra fecha cualquiera, sin embargo darla ha conocer en estos momentos es una acción de refuerzo para los cambios en las constituciones locales”.

Las modificaciones a las constituciones de doce estados se han dado a partir de octubre de 2008 (Chihuahua la realizó con anterioridad) y consisten en otorgar personalidad jurídica al producto de la gestación, dejando de lado los derechos y decisiones de las mujeres en cuanto a su reproducción, en franca oposición al Artículo 4º de la Constitución federal, que señala el derecho de la ciudadanía para decidir el número y espaciamiento de hijas o hijos.

A la fecha, suman ya 13 las entidades en las que se han realizado tales modificaciones: Baja California, Colima, Jalisco, Sonora, Puebla, Morelos, Campeche, Quintana Roo, Durango, Nayarit, Guanajuato, Chihuahua y San Luis Potosí.

Se trata de reformas, señala la Coalición por la Salud de las Mujeres, en las que el planteamiento de los derechos de un embrión prevalece en un primer plano en comparación con derechos de las mujeres, lo cual significa que están obligadas, so pena, a continuar embarazos no deseados, incluso producto de la violación o el incesto, abriendo la brecha para el aborto clandestino.

Daniela Díaz, subraya: “todo el discurso del Gobierno Federal es el de la mujer como madre, y pasa por alto, ignora, el origen de la celebración del 28 de mayo”.

El Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres fue instituido el 28 de mayo de 1987 en el V Encuentro Internacional de Salud de la Mujer, de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos, con el fin de exigir a los Estados que garanticen la salud sexual y reproductiva como un derecho humano y de ciudadanía, que pueda ser accesible para todas las mujeres, a través de la aplicación de recursos, normas y leyes.

Aborto legal para no morir, consignaron desde entonces las mujeres y es este año el tema de la campaña impulsada a favor de la salud de la población femenina, en respuesta a la escalada conservadora que vive la región latinoamericana en contra de los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres.

Es por eso que el anuncio de ayer es, según la especialista de Fundar, una acción “totalmente política de apoyo a las acciones en contra de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”, que están llevando a cabo legisladoras y legisladores del ala conservadora.

Implica además apoyo para los Congresos locales en los que están pendientes estas reformas constitucionales: Aguascalientes, Estado de México, Michoacán, Oaxaca, Querétaro, Veracruz, Tabasco, Nuevo León y Zacatecas.

De esta forma, se refuerzan las acciones legislativas de la tendencia conservadora que en su discurso ubica a las mujeres como madres, dadoras de vida, dentro de una política que indica que hay que “proteger” a las mujeres en el momento que son gestoras de vida, es decir durante el embarazo, parto y puerperio, pero no se ve a las mujeres como individuos políticos con derechos y obligaciones.

DESATINO E INCONFORMIDAD

En suma, dice Daniela Díaz, “hay una decisión política de dar a conocer en ese sentido y no está bien y es desatinado”.

Por eso numerosas organizaciones iniciaron actos de protesta en contra de la línea gubernamental que pretende desconocer y penalizar los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres.

El pasado 27 de mayo, diversas OSC integradas en la Coalición por la Salud de las Mujeres (CSM) realizaron una “Caravana de reclamo” ante las sedes de los partidos PRI, PAN y de la Revolución Democrática (PRD), por la avalancha de reformas legislativas iniciadas hace poco más de un año y que hoy se han realizado en 13 entidades, con el fin de limitar o abolir los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, entre ellos la ILE, bajo el argumento de proteger la vida desde el momento de la “concepción”.

La Coalición está integrada por 11 organizaciones especializadas en temas de la salud sexual y reproductiva de las mujeres, entre las que se encuentran: Católicas por el Derecho a Decidir, Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad; Fundar, Centro de Análisis e Investigación; Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam); Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE); Comité Promotor por una Maternidad sin Riesgos en México; Salud Integral para la mujer (Sipam).

ESFUERZOS INSUFICIENTES


Por su parte, el Comité por una Maternidad sin Riesgos, que por más de 15 años ha impulsado acciones que contribuyan a disminuir las muertes maternas en México, señaló que con el acceso universal de las mujeres embarazadas a estos servicios podrían salvarse muchas vidas de mujeres, pero este primer paso implica grandes retos para los gobiernos federal y estatales, por la magnitud de las inequidades y desigualdades que privan entre las mujeres y entre las familias mexicanas.

El Comité está constituido por 32 integrantes; representado por 8 organismos gubernamentales, 8 de la sociedad civil, 6 agencias internacionales de cooperación y 6 Comités estatales. Mantiene alianzas con organismos abocados al mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres y a la defensa del ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.

“Esta inequidad se refleja en las cifras: 25 por ciento de las muertes maternas del 2007 ocurrieron entre las beneficiarias de Oportunidades y 20 por ciento en derechohabientes del Seguro Popular, es decir, los esfuerzos no han sido suficientes para evitar la mortalidad materna en los sectores que viven en condiciones de pobreza”.

Por ello, este primer paso anunciado ayer debe de ir acompañado de instrucciones claras y precisas, accesibles a todas las mujeres mexicanas, en castellano, en las 64 lenguas indígenas con un lenguaje sencillo y comprensible, que les facilite el hacer valer este derecho.

“Las barreras para que una mujer indígena acceda a un servicio de salud no sólo incluyen la distancia y la inaccesibilidad geográfica, sino otros obstáculos culturales, como los trámites burocráticos o su subordinación social”, señala.

Junto a esta iniciativa, las organizaciones consideran necesario que todas las mujeres y sus familias --particularmente aquellas que viven en comunidades rurales e indígenas-- cuenten con un Plan de Seguridad que les permita reconocer los síntomas y signos de una urgencia obstétrica, conocer dónde está ubicado el servicio de salud más cercano que les brinde atención a cualquier hora durante todo el año, con personal capacitado y medicamentos suficientes, que asegure una atención oportuna, con calidad y respeto, puntualiza.

Rechazo feminista a la Ley del Aborto

Por: Teresa García Espejo / Rebelión
Las reacciones al Anteproyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y Salud Sexual y Reproductiva aprobado por el Consejo de Ministros han sido rápidas y contundentes. Las organizaciones feministas consideran insuficiente y regresivo el actual texto y han advertido al Gobierno de que habrá movilizaciones si no se reconoce “verdaderamente” el derecho de las mujeres a decidir. Por su parte, la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción Voluntaria del Embarazo (ACAI), que representa a los y las profesionales del sector, pese a hacer “en términos generales una valoración positiva del proyecto”, confía que en el trámite parlamentario se puedan superar “algunas deficiencias importantes”.

Una amplia plataforma de más de 60 organizaciones feministas y colectivos sociales, agrupadas en torno al manifiesto Mujeres ante el Congreso, ha anunciado que si el Gobierno no rectifica, llamarán a la movilización social. El lema de su comunicado no puede ser más claro: “Damos al Gobierno tres días para reflexionar. Reforma sí, pero no así”.

Abortar fuera de plazo

El punto más polémico del proyecto, que genera debate incluso dentro del movimiento feminista, es el límite de la libre decisión para la interrupción del embarazo fijado en 14 semanas. Empar Pineda, del grupo Otras Voces Feministas, propone que exista un período de libre decisión de 22 semanas, alegando que a partir de este momento el feto podría vivir de forma autónoma, pero no acepta el límite legal de las 14 semanas que plantea el Gobierno, porque a su juicio “se queda corta” y alienta la inseguridad jurídica. Por su parte, Justa Montero, de la Asamblea Feminista de Madrid, lo califica de “restrictivo” y asegura que establecer plazos es una forma de limitar “el derecho legítimo de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su maternidad”. Añade que la propuesta es “claramente insuficiente” porque “miles de embarazos no deseados” tardan más tiempo en detectarse, sobre todo los que se producen “en situaciones especialmente sensibles”, como en casos de marginación social o de embarazos en adolescentes. En ello coinciden otras organizaciones, como Mujeres Jóvenes, que interpretan que los plazos tratan de mantener “una de las bases sobre las que siempre se ha sustentado el patriarcado”, que es considerar a la población femenina como menor de edad, según su portavoz, Mayka Cuadrado.

Las feministas denuncian que esta concepción está detrás de otro de los apartados más criticados del anteproyecto, el que establece que las mujeres deberán ser informadas por escrito de las ayudas públicas de apoyo a la maternidad, y pasar después por un período obligatorio de tres días de reflexión antes de solicitar la intervención. En este sentido, el presidente de la asociación de clínicas ACAI, Santiago Barambio, sostiene que es innecesario porque “cuando una mujer solicita un aborto, ya ha reflexionado sobre ello”. En el fondo del debate planea la reivindicación, tanto de feministas como de profesionales, de despenalizar el aborto de forma total. Para el movimiento feminista, el anteproyecto no satisface esta exigencia, sino que mantiene la inseguridad jurídica y amenaza la intimidad, pues las mujeres que interrumpan su embarazo después de las 14 semanas podrían ser denunciadas y terminar en los juzgados. Además, agrega Barambio, “según como se midan [los plazos] se pueden generar retrasos”. Y remacha: “Nos podemos quedar atrás” como otros países europeos cuyas ciudadanas se ven obligadas a salir a abortar a otros países. El anteproyecto de ley prevé permitir el aborto en algunos supuestos, como cuando en las 22 primeras semanas de gestación exista un grave riesgo para la vida de la mujer o graves anomalías en el feto. Tras este período, sólo se permitiría la interrupción cuando las malformaciones sean incompatibles con la vida. ACAI está de acuerdo con este punto, pero no entiende por qué el comité clínico que debe valorar estos supuestos tiene que contar con dos médicos, en lugar de uno. “Tenemos experiencia en ello, introduce retrasos y genera más angustia en la mujer”, declara Barambio. Por el contrario, sí valoran como positivo que sea la mujer quien elija a uno de sus miembros y que se cierren las puertas al comité a los profesionales que se hayan manifestado en contra del aborto.

Otra de las críticas es que la reforma no dice nada de la objeción de conciencia, un asunto que debería delimitarse para que “ningún médico de la sanidad pública se pueda negar a practicar un aborto”, explica Lucía Mazarrasa, del Fórum de Política Feminista. Santiago Barambio también cree que la objeción debe regularse aunque matiza que es un asunto complicado en el que entran en juego otros actores, como los colegios de médicos.

El anteproyecto de ley, que está ahora en manos del Consejo Fiscal, tendrá que pasar por el Consejo General del Poder Judicial y por las dos Cámaras, para convertirse en ley. Mientras, PP y PSOE eclipsan todos estos temas centrándose en la disputa sobre si se debe permitir a las mujeres de 16 años abortar sin consentimiento paterno. Para las feministas esto no genera discusión; puesto que la ley permite tener relaciones sexuales a esa edad, les parece obvio que también se pueda decidir sobre si se aborta. Santiago Barambio, añade que las chicas de 16 años que acuden a las clínicas por un embarazo no deseado tienen la misma madurez que las de 22 años, salvo en casos de marginación social.

Venezuela: Homenajean a la mujer latinoamericana en el museo Alejandro Otero

Por: Prensa Fundación Museos Nacionales
El Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Fundación Museos Nacionales y la Fundación Red de Arte, inauguró la exposición "Las pitonisas de Guacache. Homenaje a la mujer latinoamericana", en el Museo Alejandro Otero. Esta apertura se lleva a cabo en el marco del Mes de la Afrovenezolanidad.

La nostalgia, el sentimiento, el amor y sacrificio, así como el valor del trabajo femenino en el trascender histórico de nuestro pueblo también forman parte de esta reflexión pictórica, desde una concepción figurativa y con una alta influencia abstracta a través del color, el gesto y las texturas.

La muestra, que presenta obras de José Vicente Guacache Melo, está dedicada a la mujer latinoamericana y sobre todo a la mujer venezolana, para destacar su idiosincrasia y su presencia heroica en la configuración de la historia nacional. Son 15 piezas con rostros que por sus características etnográficas evidencian elementos sincréticos producto de la mezcla indígena, hispana y africana.

Mis tres gracias, Pitonisa con manzana, Enfrentándose a la noche, Pitonisa 34 Y, Pitonisa esmeralda, Pitonisa X Y Z, Pitonisa 63, Cometa 45, Pitonisa con cesta, Pitonisa 24 y La bandola son parte de las obras, elaboradas durante el año 2008 y lo que va de 2009 con técnicas mixtas, que plenarán los espacios del MAO.

Pintor de la femineidad latinoamericana

José Vicente Guacache Melo, oriundo de Altagracia de Orituco, estado Guárico, egresó de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de México DF en 1968. Realizó una Especialización en Artes Plásticas y Diseño en el Instituto Pedagógico de Caracas entre 1980 y 1984. Posee una Maestría en Arte, Mención Artes Plásticas UPEL. Mención Publicación y obtuvo entre 2005 y 2008 un Doctorado en Cultura y Arte Latinoamericano y del Caribe, también de la UPEL. Sus creaciones han sido apreciadas en USA, Italia, México, además de numerosas salas y espacios venezolanos.

No desaproveche esta oportunidad de acercarse al MAO y observar en Las pitonisas de Guacache. Homenaje a la mujer latinoamericana este hilo conector con nuestras raíces culturales y con la esencia femenina de nuestra mujer. ¡Asista!

Argentina: Actividades por el Día Internacional por la Salud de las Mujeres

Fuente: Movimiento Libres del Sur
En las instalaciones del Centro de Capacitación y Formación Popular Paulo Freire, culminó la campaña que se desarrollo en el marco del Día Internacional de acción la salud de las mujeres, el mismo fue organizado por el Programa Juana Azurduy, la Subsecretaria de Derechos Humanos y el Bloque legislativo de Libres del Sur.

En la jornada de cierre se realizó una charla debate sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, a cargo de las Obstetras, Patricia Fernández y Rosa Troncoso, de la dirección Materno Infantil, dependiente del Ministerio de Salud de la provincia

Las profesionales de la salud abordaron distintos aspectos de las políticas de salud destinadas a las mujeres, especialmente las del programa de salud sexual y procreación responsable en lo referido a la promoción, prevención y el cuidado de la salud de las mujeres, desde un enfoque integral y participativo.



Por su parte, la Prof. Nancy Sotelo, coordinadora provincial del Programa Juana Azurduy, resaltó “la importancia de generar espacios de información, participación y reflexión que faciliten el empoderamiento en los distintos aspectos de la salud de las mujeres”.

"La rayuela de la salud y los derechos de las mujeres"

El Programa de Fortalecimiento de Derechos y Participación de las Mujeres, Juana Azurduy, que coordina la diputada nacional Cecilia Merchán realizó esta tarde en el marco del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres "La rayuela de la salud y los derechos de las mujeres"

Vecinas de la cuidad participaron entusiasta de la actividad mientras reconocían durante el desarrollo del juego sus derechos. Desde el programa Juana Azurduy creamos nuestra propia rayuela. Una rayuela que nos permitío encontrarnos con otras mujeres a jugar en espacios públicos conocer y difundir nuestros derechos, participando, divirtiéndonos, creando. Y así todas juntas llegar a que ninguna se quede afuera, todas tenemos los mismos derechos.

"Campaña Mujeres,Sanas Ciudadanas Libres"

Integrantes del Programa Juana Azurduy llevaron adelante en las peatonales Córdoba y San Martín de la ciudad de Rosario una instalación cultural que tuvo como objetivo la promoción de los Derechos Sexuales y Reproductivos de las Mujeres en el marco del 28 de Mayo "Dia Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres".

Durante la jornada Las Juanas se disfrazaron de preservativos , instalaron una muestra fotográfica, repartieron folletería y profilácticos con el objetivo de difundir lo importante del derecho a decirdir sobre nuestro propio cuerpo y cuidarlo para disfrutarlo en libertad.

Mitos sobre la violencia de género

Por: Beatriz Sarrión Soro
Existen determinados mitos acerca de la violencia de género que impiden que la intervención desde el punto de vista social y psicológico se produzca de forma eficaz sobre este problema. Estos mitos afectan tanto al entorno social de la víctima de las agresiones como a los distintos profesionales que podrían intervenir ante este problema. Me gustaría exponer algunos ejemplos de frases que se utilizan y que ejemplifican la creencia en estos mitos, que aparecen en un diálogo de “Hombres violentos, mujeres maltratadas” de Graciela Ferreira (1995).
a) Mitos sobre la violencia contra la mujer
* Es una cuestión privada. “No te metas, es la vida de ellos”.
* Se exagera la realidad. “No puedo creerte ¿No estarás exagerando?”, “En estos casos hay mucha manipulación”.
* Con el tiempo los problemas se solucionan. “Hable con él y vengan los dos, no se preocupe que los problemas de pareja se tratan y tienen solución”.
* Son pérdidas puntuales de control. “Es capaz de provocarlo todo el tiempo hasta que le hace perder el control y explota”.
* Si denuncia todo se acaba. “Eres masoquista. Sino ya habrías terminado con todo esto”.
*Donde hay amor, hay sufrimiento. “Es el inconveniente de tener un marido prestigioso. Su vida es su marido, sus hijos y su casa. Sea más paciente, trate de hablarlo, usted es su mujer y tiene que ayudarlo”.


b) Mitos sobre las mujeres en situación de maltrato

* Provocan la violencia. “Si es una plasta, no me extraña que el marido se harte y le dé dos guantazos. Con esa actitud, ella se lo busca”: “¿Qué hace usted señora que le moleste o le irrite?, “Las mujeres, muchas veces son las peores”.

* Buscan la violencia. “Las mujeres son así, un toque a tiempo y se calman”.

* Dicen no cuando quieren decir si. “Siempre montan bronca, pero después siguen juntos. Esos no tienen arreglo”.

* Si tienen hijas e hijos es mejor que aguanten. “Tienes que volver a tu casa. Piensa en tu vida y en la de tus hijos. Tienes que ser más responsable.”

* Son pasivas. “Necesitan a su lado a alguien superior y más fuerte que ellas”.

* Son malas y se lo merecen. “Trate de no darle motivos. Nadie se pone así porque sí”.

* Son débiles y tontas. “No hace nada bien”, “Estas siempre se arrepienten y no vuelven”.

* Tienen dependencia económica. “No tiene tiempo ni capacidad para pensar en otras cosas”, “Gano más que ella y pretende decidir de igual manera que yo”.

c) Mitos sobre los hombres violentos

* Son impulsivos y descontrolados. “Por estar muy estresados pueden perder el control un día”.

* No son del todo responsables. “¿Por qué se porta así?, ¿Tendrá algún problema que no me dice?, “¿Tendrá razón y me estaré volviendo loca?”, “Tan malo no debe de ser, cuando llevan tantos años juntos”.

Estos mitos producen una inhibición de la ayuda social que reciben las mujeres víctimas de la violencia de género. El contexto social (vecinos, amigos, familia), en ocasiones, no apoya a la víctima, justifica la agresión e incluso pone en duda la inocencia de la agredida.

Para una víctima de la violencia de género, es difícil reconocer el problema y más aún, pedir ayuda. El proceso que les lleva a tomar esta decisión, no es sencillo y por eso, es importante, ofrecerle apoyo en este momento. El mito de que “esto sólo le pasa a cierto tipo de personas, raras y de clase baja”, hace que a determinadas mujeres que no se ajustan a ese perfil les sea más difícil identificarse como víctimas de la violencia de género. La mujer piensa que esto no le puede ocurrir a ella y se siente fracasada como esposa por no saber complacer a su marido.

El sentimiento de culpabilidad, los sentimientos de vergüenza y la asunción de que si la pareja no funciona y sus maridos las tratan mal es porque han fracasado, dificulta la búsqueda de ayuda. Esto motiva que a pesar de los malos tratos, las mujeres intenten “cambiar al hombre” y no lo denuncien durante mucho tiempo. Como consecuencia, las agresiones cada vez son más intensas y frecuentes y las consecuencias sobre la mujer más devastadoras.

La sociedad continua manteniendo ciertas actitudes acerca de las mujeres y sus roles principales y suele juzgar a las mujeres maltratadas justificando el uso de la violencia aludiendo a la posible provocación de éstas. Las mujeres interiorizan estos roles y estereotipos que son aceptados en muchos ámbitos sociales, y que favorecen o incitan (incluso intentan justificar) la conducta del maltratador.

La violencia de género no tiene barreras de clase, educación, sexualidad, cultura, raza ni edad, es decir, que no existe un perfil de mujer víctima de la violencia doméstica sino que cualquier mujer, sólo por el hecho de ser mujer puede sufrirla. No es cierto que se dé este problema en gente primitiva e inculta, con escasos recursos o que afecte principalmente a las clases bajas.

Por lo que respecta a los maltratadores, no son fácilmente reconocibles y no responden a un perfil concreto (alcohólicos, enfermos, locos, impulsivos, etc.). En la mayoría de las ocasiones, los maltratadores tienen una buena imagen pública, son incluso seductores y es en el ámbito privado donde se sienten legitimados para ejercer la violencia.

No podemos afirmar a la vista de los datos que “se exagera la realidad”. Si vemos las estimaciones del British Council de 1999, las estimaciones a nivel mundial sobre la violencia de género, indican que una de cada cuatro mujeres en el mundo sufre violencia doméstica. Por otro lado, la violencia doméstica no es una cuestión privada, es un grave problema.

Referencia bibliográfica:

Ferreira, G.B. (1995). Hombres violentos, mujeres maltratadas: Aportes a la investigación y tratamiento de un problema social. Buenos Aires: Sudamericana.

Lydda Franco: Voz y Presencia Femenina en la Revuelta Estética

LYDDA FRANCO FARÍAS: Poetisa nacida en la Sierra de San Luís (Falcón – Venezuela). “Fue una poeta combatiente en el mejor sentido de la palabra. La suya es una poesía caminante, que toca la calle, el interior de ella y el de los otros, una poesía de coraje y una actitud de vida candente y dolorosa.” “La voz de Lydda se asume en la escritura a partir de la fragmentación y la fusión de géneros.”
Así te sueño amor:
las manos crispadas,
sonriendo como un niño inverosímil,
a un lado tu fusil y tu cisterna
y yo que te estaré besando
en la fuga precipitada,
en tu cuerpo
refugio,
en tus huesos
bloqueados.

Así te sueño amor:
boína roja,
corazón alerta.

"Si existiese la categoría, bien podría afirmarse que la poesía de Lydda Franco es una poesía de protesta. Pero una protesta llevada al límite de su madurez estética”.

“Estoy subestimando las posibilidades
de empezar a cantar con voz distinta ahora
soy un químico impaciente vierto frases extrañas”
Poemas Circunstanciales. L. F .F


La escritora contemporánea crea universos que corresponden a sus propios valores, sin negar su fisiología y desde su figura de mujer. El resultado es un nuevo canon en la literatura: una imagen de la realidad cautivada con ojos de mujer y plasmada con su propio discurso.

Representación que no había estado totalmente ausente de la literatura anterior pero que ahora se conforma en una variedad de textos publicados, los que han llegado a formar un corpus con su conveniente contexto, su apropiada voz y su propia visión, la cual debe ser juzgada por sus adecuados méritos.

Venezuela es un país de poetas prominentes, pero nadie ha portado su identidad creadora con más gentileza y talento que los hombres y mujeres nacidos en los Estados de frontera. Generaciones ubicadas entre los años 50 y 80 bastaron para que este país fuera reconocido como conveniente cultor de la palabra poética.

La poeta Lydda Franco Farías, mujer venezolana nacida en la Sierra de San Luis (Estado Falcón) en el año 1943, se radicó en Maracaibo y fallece en el año 2004, fue una poeta combativa en el mejor sentido de la palabra, ganadora de premios regionales y nacionales en poesía. Entre su obra poética se encuentra: Poemas circunstanciales, Summarius Prosa poética, Recordar a los dormidos, Descalabros en obertura mientras ejercito mi cuartada, Bolero a media luz y Antología poética.

La poesía de Lydda Franco Farías, nos muestra su intimidad, su interioridad reflexiva, existencial, dejando ver su preocupación por lo social:

“que hacer si no hay espacio para el grito postergado
Si la violencia está incubada en las axila
Si el amor se está licuando en la saliva...”. (Poemas circunstanciales, 1965)


La voz de Lydda emerge del ocultamiento, las interrogantes que muestra en su poema afloran un momento coyuntural de los años 60 en Venezuela, la poeta combinó la política con la poesía, es una manera de sobrevivirse, de liberarse de las estructuras rígidas de la sociedad y de su propio inconsciente. Los insurrectos son los que aleccionan una revolución confinada dentro de un régimen o estructura de poder establecido. Adeptos de una ideología específica pueden funcionar como revoltosos dentro de su propio partido político para efectuar cambio ideológico dentro del partido. En poemas circunstanciales deja ver su postura como mujer luchadora, incansable:
“No nací para ocupar un espacio y nada más
Ignoro cual será mi participación
me tocó ser mujer y no me quejo,
me tocó caer en la humedad del tiempo,
en la inhóspita sequedad de los caminos
pero aquí me quedo
entre escombros y desperdicios,”


Lo insubordinado se cuela en su poesía se convierte en tácticas escriturales para expresar su inconformidad, utilizando en su revuelta estética la ironía: “digan que no encuentro los pies/ que el reloj se detuvo/ que fui tras el rastro”, acá revela su valentía de mujer comprometida con su mundo, su ideología y responsabilidad social.

La poesía social vislumbra que el poeta no ofrece soluciones, sino que denuncia con su himno la tonalidad de injusticias que atañen al Mortal; parte de un realismo, en el sentido de observar y sentir al mundo en un contexto histórico determinado, pero no se une a las problemáticas sociales a través de la piedad o caridad, virtudes cristianas que pueden ser individualistas; ya que —establecen los teóricos de la poesía social—, ésta es ante todo, colectiva.

PALABRA Y COMPROMISO

Para Szymborska, (1997) la poesía es una huída y una entrega al mundo; la pérdida y la salvación; la desesperación y la esperanza. Para Lydda la palabra estaba comprometida con el mundo con la sociedad que le tocó vivir. …

En palabras de Octavio Paz (1965) “una sociedad sin poesía carecería de lenguaje: todos dirían la misma cosa o ninguno hablaría, sociedad trashumana en la que todos serían uno o cada uno sería un todo autosuficiente. Una poesía sin sociedad sería un poema sin autor, sin lector y, en rigor, sin palabras”.

En el caso de la mujer poeta, inmersa en el contexto que le ha tocado coexistir, no sólo padece la realidad social, sino que la compadece, está movida por el dolor ajeno, y es en ese compadecerse de las injusticias del mundo, que toma conciencia de sí misma, pues no le es ajena su situación de marginación histórica.

En la escritura de Lydda Franco no hay dispersiones verbales ni proyecciones mágicas, ni hedonismo lírico. Se trata de una honda y dolorosa intimidad expresada a la fuerza, por necesidad de comunicación, para no estallar; de humanísima, cansada y terrenal dimensión; de escritura parca y directa como su propósito de hablar desde una última instancia:

“destruyan mi epidermis resentida, despedacen mis sueños,
mi alegría,
aniquílenme…
porque un día aparecí sobre la tierra
y tuve voz y grité
y tuve fronteras y no quise despertar sin ellas
y tuve armas y allí están
perfiladas, inmóviles, ariscas (Poemas circunstanciales, 1965)


Desde esa posibilidad de morir y renacer constantemente y sin sentido preciso de la vida, entre los objetos de uso cotidiano, la soledad, escritura de una insondable emoción interior, una irrefutable naturalidad.

PROTESTA Y LÍMITE

Mandrillo (2004) “señala que si existiese la categoría, bien podría afirmarse que la poesía de Lydda Franco es una poesía de protesta. Pero una protesta llevada al límite de su madurez estética”. Con esta postura se puede inferir que la poeta utilizó la poesía como una estética de vida, con su palabra hace un llamado de conciencia:

“esta gente tiene la piel de las victorias pasadas no asimila
esta gente feliz sueña con héroes de la independencia en
esta ciudad nadie mata” (Las armas blancas, 1965)


En este orden de ideas Carrillo (2005) advierte que Las neovanguardias venezolanas en la década del sesenta manifestaron un marcado carácter subversivo. Algunos poetas asumieron una postura extrema; se centraron en la temática socio-política y acudieron a procedimientos textuales que enfatizaban la intención transgresora.

Por otro lado Paz (1986) acuñaba que la “la poesía contemporánea se mueve entre dos polos: por una parte, es una profunda afirmación de los valores mágicos; por la otra una vocación revolucionaria.”. Más adelante señala que la “Revolución apenas si tiene ideas. Es un estallido de la realidad: una revuelta y una comunión, un trasegar de viejas sustancias dormidas, un salir al aire muchas ferocidades, muchas ternuras y muchas finuras ocultas por el miedo a ser.

Con esta configuración se puede señalar que Lydda Franco, filtraba lo subversivo en su poesía, utilizando como recurso la ironía para mostrar su rebeldía e inconformidad:

“Dentro de un cuarto de hora de este agujero saldrá la primera hormiga
el gusano de seda una mariposa gigante sobrevolará el país y lo regará
de polen una mariposa radiactiva a la que todos tratarán de
cazar para salvarse”. (Summarius, 1985)


"LO QUE BUSCAMOS GOLPEA"...

Según Gackstetter (2003). En definitiva, desde Calcaño hasta hoy, las poetas venezolanas de la segunda mitad del siglo veinte no viven vidas de desesperación quieta, sino que empiezan a gritar a la sociedad que las reprime. Como insurgentes, usan uno de los mismos discursos del poder social; la poesía, para ampliar sus voces.

Lydda Franco Farías, es voz y presencia femenina en la revuelta estética, lleva al lector a hurgar en su espacio interior que en palabras de Bachelard (1986)” está en el espacio de su dicha. El inconsciente normal sabe estar a gusto en todas partes”.
El poeta según Zambrano (1996) “soporta únicamente este vivir errabundo y como sin asidero. Soporta el vivir instante a instante, pendiente de otro a quien ni siquiera conoce. Entrevee algo en la niebla y a eso que entrevee es fiel hasta la muerte”.

El uso de la poesía para efectuar una beligerancia guerrillera contra la tradicional postura de la mujer como madre, contra el pudor y el recato tradicional atenta contra el prototipo de la madre abnegada tan presente en la literatura y la sociedad. Lydda franco Farias la vida le golpea, la lucha social la fortalece dejando claro su postura de mujer aguerrida cuando sostiene:

“la excepción es conmovida imaginería
finísima y en orden
la excepción corta el hilo o prolonga el tejido
la excepción usa sus propias ofuscaciones
lo que buscamos golpea.” ( Estantes .Pág. 95)


La mujer poeta se revela y sigue una tradición mundial de insurrección femenina contra las normas establecidas. Julia Kristeva (1997) opina que la participación de las mujeres en los movimientos guerrillas/terroristas es un producto de la tendencia de la mujer a levantarse contra los sistemas de poder que la reprimen, y a adoptar la misma violencia que había sufrido en su proyecto de atacar las reglas o normas establecidas. Kristeva advierte que este proceso es la única manera en que una mujer puede defenderse, físicamente e intelectualmente. Más adelante nos comunica que, cuando un sujeto es excluido brutalmente del estrato socio / simbólico, cuando, por ejemplo, una mujer siente que su vida afectiva como mujer o su condición como ser social es brutalmente ignorada por el discurso o poder actual... ella puede, por invertir la violencia que ha sufrido, convertirse en agente “poseído” de esa violencia para combatir lo que experimentó como frustración, con armas que parecen desproporcionadas, pero que no lo son en comparación al sufrimiento subjetivo desde el cual proceden.

La palabra poética se reconcilia en un alegato concluyente de la Historia, esa otra tradición de las mujeres, donde dialogan costumbre y ruptura, rebeldía y libertad conquistada, a través del cantinela de la agudeza revoltosa.

La poeta Lydda Franco Farías cruza montañas, intensifica la palabra como asidero del tiempo para dejar huellas de su rebeldía inconclusa y en su búsqueda muestra el dolor de la injusticia a la que fue objeto:

“Mi primer hecho de sangre
Aconteció a la edad de 13 años
el odio sus abanicos
puso en acción su maquinaria
cancerberos me vigilaron los sueños
se dieron a la tarea infame de tapiar
las primicias de mi cuerpo (cuerpo del delito
prueba contundente del pecado a expiar…”
(Descalabros en obertura…pág.82)

La imagen poética, por su proscribo creador, hace que la poesía surja como una quimera de libertad, el poema, por sus conexiones envuelve contextos y por las configuraciones que fecunda, se compone en un alegato de igualdad, no solo íntimo sino, cultural. Las miradas que los poemas crean se corresponden, pues, valiosamente, con la comprensión intima. A manera de reflexión me apropio de las palabras de la poeta: tejer en el vacío es desprenderse de uno mismo / caer en el vacío es recuperar el revés lo que encandila


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Bachelard, Gastón (1986) La poética del espacio. Fondo de cultura económica .d.f.México
Carrillo, Carmen (2005) Entre la magia y la revolución: la vanguardia venezolana en busca de nuevos derroteros. Alpha, no.21, p.203-217. ISSN 0718-2201.
Franco, Lydda (2004) Antología Poética . Monte Ávila editores latinoamericana. Caracas
Kristeva, Julia. (1997). “Women’s Time” en Warhol, Robyn R. and Diane Price Herndl
Mandrillo, Cósimo (2004) Antología Poética. Lida Franco Farías. Prólogo. Monte Ávila editores latinoamericana. Caracas
Paz, Octavio. 1965 (2º). Las peras del olmo. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
-------------------1983 [1950]. El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica.
-------------------- (1986) .El arco y la lira. México: Fondo de Cultura Económica
Szymborska, Wislawa (1997), El gran número. Fin y principio y otros poemas. Ed. Maria -- Filipowiks y Juan Carlos Vidal. Estudio introductorio de Malgorzata Baranowska. Hiperión,
Elizabeth Gackstetter (2003). La insurrección poética: una revolución contra el arquetipo materno en la poesía contemporánea. Argos, 38, Julio 2003. pp. 99-112 6
Zambrano, María (1996) Filosofía y poesía. Fondo de cultura Económica. México



viernes, mayo 29, 2009

Natalicio de Louise Michel, revolucionaria y luchadora emblemática de la Comuna de París

Louise Michel nace el 29 de mayo de 1830 en Vroncourt-la-Côte, en el departamento de Haute-Marne (Francia), y muere el 9 de enero de 1905 en Marsella (Francia).
Destacada anarquista francesa y una de las principales figuras de la Comuna de París, fue también escritora, poetisa y educadora.
Fue la primera en enarbolar la bandeja negra, que bajo su impulso se convertirá en el símbolo del movimiento anarquista.

Hallan en Berlín supuesto cadaver de revolucionaria Rosa Luxemburgo

Por: Aporrea.org
Un cadáver sin identificar encontrado en el sótano de un hospital de Berlín podría ser el de la revolucionaria asesinada Rosa Luxemburgo, según las autoridades alemanas. El cadáver está decapitado y presenta "semejanzas asombrosas" con el de la líder izquierdista, según ha declarado a Der Spiegel un patólogo del hospital Charite, de Berlín, en una información recogida por la cadena británica BBC.

Rosa Luxemburgo fue asesinada por paramilitares de extrema derecha en 1919, cuando tenía 47 años, y fue arrojada a un canal helado. Meses después se halló un cadáver en el río, se supuso que era el de la política y se le dio sepultura. La tumba, en el cementerio de Friedrichsfelde, se conviertió desde entonces en un lugar de peregrinación para comunistas, feministas y activistas de izquierda. Sin embargo, Michael Tsokos, el jefe de departamento del Instituto de Medicina Legal y Ciencia Forense del hospital berlinés, discrepa.

Ha asegurado a Der Spiegel que duda de la identidad del cadáver enterrado allí. Sugiere que se dieron muchas inconsistencias en el examen post mortem acometido por sus predecesores en el hospital, lo que le ha hecho poner en cuestión sus conclusiones. Tales inconsistencias incluyen el hecho de que los patólogos no mencionan el defecto de las caderas y la diferente longitud de las piernas de la fallecida, lo que le hizo cojear toda su vida. El cadáver, además, no presentaba los golpes de culata que se sabe que Luxemburgo recibió en el cráneo ni del tiro en la cabeza que se supone que le provocó la muerte.

Tiroteada y arrojada al río

Por el contrario, el cuerpo con el que Tsokos se encontró hace dos años mostraba signos claros de ahogamiento, según Der Spiegel. Exámenes posteriores determinaron que el cadáver era el de una mujer de entre 40 y 50 años, que había padecido osteoartritis y cuyas piernas eran de diferentes longitudes. Las extremidades que faltan se pueden explicar por pruebas secundarias como la de que se ataron pesos a las manos y los pies de Luxemburgo antes de ser arrojada al canal, según Tsokos. El agua, al congelarse, habría separado los miembros del cuerpo.

El experto ha señalado que durante años se rumoreó que el cadáver de Luxemburgo se hallaba en el hospital. En cuanto lo encontró, Tsokos se dedicó a buscar muestras de ADN para cotejarlas con el cuerpo; por lo que buscó muestras de sus ropas. "Un sombrero estaría bien", señaló, "ya que podría contener trazas de cabello". En cualquier caso, los restos del cuerpo enterrado en Berlín no sea pueden analizar. El cementerio fue desacralizado durante el Tercer Reich y los restos fueron trasladados.

Murat Fakir, portavoz de la Fundación Rosa Luxemburgo, espera que los restos se identifiquen cuanto antes pero insiste en que, sea cual sea el resultado, no afectará al legado de la líder izquierdista: "Está considerada en el mundo entero como una revolucionaria de pensamiento avanzado -millones de visitantes acuden a su tumba cada año- y ella siempre lo será, sin importar dónde descansa su cuerpo".

Salud Sexual para Decidir...

Fuente: CCGM
VIERNES 29 DE MAYO
4:00pm
PLAZA LOS MUSEOS - CARACAS

Juárez: este año, 32 jóvenes muertas y 14 desaparecidas

Fuente: La Jornada
En la semana más reciente desaparecieron una adolescente de 16 años y otra de 17. Con ellas suman 14 jóvenes de cuyo paradero no se ha vuelto a saber en este año; al mismo tiempo, se han reportado 32 asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.
Entre las desaparecidas figuran dos estudiantes universitarias (Lidia Ramos, alumna de medicina, y Mónica Janeth Alanís, de administración). Todas eran delgadas, de cabello largo y tez morena. Lo último que se supo de muchas es que habían ido al centro de la ciudad. Cuatro se llamaban Brenda.
Los casos más recientes son los de Clara Yazmín Ibarra Zúñiga, de 16 años de edad, quien el 24 de mayo salió de la colonia Salvárcar, y Yazmín Ordóñez Cervantes, de 17 años, vista por última vez el 26 de mayo en la colonia Ampliación Las Flores, cuando tomó un camión al centro de la ciudad, informó la Subprocuraduría de Justicia para la zona norte de Chihuahua.
Estadísticas de la dependencia indican que entre 2007 y 2008 se reportó la desaparición de 794 mujeres en Ciudad Juárez, y 27 de ellas no han sido localizadas por la Unidad Especializada de Investigación de Personas Ausentes y/o Extraviadas (UEIPAE) de la Procuraduría estatal y corporaciones policiacas, apoyadas en la búsqueda por organizaciones no gubernamentales (ONG).


Según la UEIPAE, "en 2007 se registraron 417 casos de desaparición o extravío de mujeres, de las que 414 fueron localizadas, por lo que tres siguen ausentes y son casos considerados de alto riesgo. En 2008, el número de reportes de mujeres desaparecidas disminuyó a 377, pero fueron localizadas 313, por lo que 14 siguen pendientes y cuatro son de alto riesgo".
Foto
Yazmín Ordóñez Cervantes, de 17 años de edad, desapareció el martes 26 de mayo. Fue vista por última vez en la colonia Ampliación Las Flores, cuando tomó un autobús al centro de Ciudad Juárez, ChihuahuaFoto La Jornada

La UEIPAE informó que este año desaparecieron Ada Marlene Cárdenas Puga, de 16 años; Brenda Berenice Castillo García (17), Brenda Guadalupe Méndez Ochoa (16), Hilda Gabriela Rivas Campos (16), Lidia Ramos Mancha (17), Brenda Lizeth Vera Castro (16), María Guadalupe Pérez Morales (17), Marisela Ávila Hernández (22), Rubí Marisol Frayre Escobedo (17). Las familias de las otras tres mujeres pidieron no revelar sus datos.

De acuerdo con el subprocurador de Justicia para la zona norte de Chihuahua, Alejandro Pariente Núñez, se cree que las jóvenes huyeron de sus hogares o fueron secuestradas para explotarlas sexualmente. Sostuvo que "coincidencias" como el nombre Brenda o los rasgos físicos "no tienen fortaleza dentro de las investigaciones, pero otros factores, como la edad, sí".

Marilú García, activista de la ONG Nuestras Hijas de Regreso a Casa, afirmó: "La situación es muy grave, pues en menos de cinco meses (de 2009) ya se igualó el total de denuncias en todo 2008".

Las autoridades sólo han contabilizado cuatro denuncias, pero la ONG suma 14.

Mujeres indígenas condenan modelos económicos

Fuente: CNR
Las mujeres de las comunidades indígenas de América Latina, expresaron su condena al modelo de desarrollo de los Estados que impactan a sus comunidades, reafirmando que ellas son y deben seguir siendo “las guardianas de su comunidad, así como su demanda de políticas que asienten su rol de lideresas y nunca más sean víctimas de la violencia familiar, ni institucional”.
Estas fueron las primeras conclusiones de las casi dos mil participantes de la I Cumbre Continental de Mujeres Indígenas, realizada en el marco de la Cumbre Indígena de los Pueblos del Abya Yala, que se desarrolla en la ciudad de Puno.

“Desde nuestra condición de mujeres, madres y lideresas queremos ayudar a este proceso de consolidación del movimiento indígena. Por eso estamos aquí”, señaló con entusiasmo Blanca Chancoso, lideresa indígena Kichwa de Ecuador.
Temas como la violencia intrafamiliar, social y política, la violencia institucionalizada, la criminalización de las luchas, conflicto armado, soberanía alimentaria, mujer y biodiversidad, mujer y territorio, fueron tratados en cada sala escogidas.

Las participantes, en un promedio de cien en cada sala, pudieron exponer y escuchar el sentir de los testimonios de mujeres indígenas de Bolivia, Guatemala, Ecuador, Perú y otras naciones, afectadas por las políticas de sus autoridades locales y centrales.

Se presentaron diversos casos emblemáticos en cada uno de los temas mencionados anteriormente, resaltando que los derechos humanos de las mujeres deben ser prioridad en el quehacer diario en sus países.

La agenda conjunta acordada por las mujeres indígenas en su primera cita histórica en Puno, Perú, será alcanzada a la Cumbre Central que se inicia mañana viernes y concluye el domingo último.

Cabe destacar, que en el tema de la criminalización de las luchas se presentaron casos emblemáticos de Colombia y Perú. Las participantes colombianas de la etnia ‘Mingas’ denunciaron que el gobierno de ese país ‘matan a indígenas en nombre del desarrollo’. “En Colombia se destruye a los pueblos nativos con las concesiones mineras, si se protesta o se levanta, el gobierno dispara”, aseveró una de las ponentes.

La delegación boliviana expuso también su experiencia afirmando que para contrarrestar esta situación pasa por el fortalecimiento de sus organizaciones, a pesar de haber sufrido abusos y muertes de parte de las autoridades.

En el tema del conflicto armado, las mujeres indígenas hicieron sentir que tampoco son ajenas a esta situación, dado la presencia de grupos subversivos y de los enfrentamientos a raíz de la presencia de exploración y explotación minera, petrolera y foresta en sus jurisdicciones.

Antropología Y Género: Breve Revisión De Algunas Ideas Antropológicas Sobre Las Mujeres

Por: María Eugenia Carranza Aguilar
"Si soy feminista y antropóloga (...) los colegas antropólogos me acusarán de etnocentrismo y las compañeras feministas de relativismo exagerado, de poca convicción política."
Britt-Marie Thuren.

1. Introducción


La Antropología tiene como principal objetivo descubrir, analizar y explicar las diferencias y las similitudes entre culturas. O lo que es lo mismo, tiene la misión de encontrar lo que es universalmente humano y separarlo de aquellas concreciones culturales que distinguen unas sociedades de otras.

Ahora bien, dada la división sexual del trabajo imperante hasta hace pocas décadas en las sociedades occidentales, quienes han desarrollado mayoritariamente esta disciplina desde su nacimiento en el siglo XIX con las teorías evolucionistas, han sido, como no podía ser de otra forma, varones, antropólogos con una idea preconcebida de quiénes son los sujetos relevantes para el estudio antropológico, cuyas actividades, respuestas y valoraciones son, por tanto, las importantes.

La Antropología fue, así, en un principio, en busca de la voz del nativo varón y, aunque nunca obvió a las mujeres por completo, si se interesó por ellas fue en tanto madres. El interés antropológico en las mujeres hasta la segunda mitad del siglo XX se limitó a los temas de parentesco, es decir, no las estudió como sujetos con valor en sí mismas, sino como madres, en tanto generadoras de hijos y como agentes que equilibraban las dialécticas de poder entre grupos e individuos a través de su intercambio.

Las mujeres fueron consideradas mercancías, monedas de cambio, objetos de transacción en la mayoría de los casos, porque el etnocentrismo de los estudiosos les hacía buscar lo equivalente de su cultura occidental en las sociedades no occidentales que estudiaban, al tiempo que su ideología androcéntrica fijaba su atención en los elementos masculinos y despreciaba los femeninos.

Pero el problema no es sólo que la Antropología haya sido construída como cuerpo teórico por varones que han ido a buscar informantes de sexo masculino, olvidando la perspectiva de la mitad femenina de la especie, que no podía fabricar sus propias teorías y que, como posteriormente se ha visto, ha mostrado un interés mucho mayor en estudiar mujeres. Si esta fuera la cuestión a resolver, entonces, con la inclusión de mujeres en la disciplina estaría solucionada. Pero, no basta con que las mujeres hagan Antropología, que no es poco, sino que es necesario que antropólogos y antropólogas se cuestionen las bases en las que se apoya la ciencia en la que trabajan y, en última instancia se cuestionen a sí mismos como sujetos inmersos en una cultura que no es, ni mucho menos, neutra y objetiva y que les ha construido de una forma concreta como seres adscritos al género.

2. Sobre las mujeres: voces desde la Antropología


En el siglo XVIII y antes de la aparición de la Antropología como disciplina académica, el economista y filósofo Adam Smith realizó un análisis de orientación antropológica en el que sostiene que la institución del matrimonio surge con la aparición de la propiedad y que el grado de subordinación de las mujeres en la familia depende de factores económicos.
Así, de una mayor aportación económica de las mujeres en el matrimonio se deriva una menor subordinación al marido y, de igual modo, de una aportación económica menor se sigue una mayor subordinación de la esposa al esposo.

Para Smith, lo económico es la causa de las relaciones de poder entre los sexos. Resulta interesante observar que algunos estudios de campo recientes han demostrado, en efecto, que la estratificación de género aumentaba en las sociedades forrajeras cuando las mujeres contribuían con mucho más o con mucho menos que sus compañeros y tendía a disminuir cuando la contribución a la subsistencia era la misma (KOTTAK, 1994: 313-330).

A. Smith divide la historia de la humanidad en cuatro períodos a los que asigna distintas formas de matrimonio y distintos grados de subordinación de las mujeres. Como cualquier explicación de la opresión de las mujeres que tenga en cuenta solamente las variables económicas, la de Smith falla. No sabemos qué diría hoy el autor al respecto de que muchas mujeres que son económicamente independientes soporten malos tratos físicos o psíquicos por parte de sus parejas. Indudablemente, la posición económica de una mujer influye decisivamente en su situación de menor o mayor opresión, pero no se puede establecer una explicación unicausal economicista de la opresión de género, porque otros factores, ideológicos y simbólicos contribuyen a que exista.

En el siglo XIX, surgen los grandes debates sobre el matriarcado con las teorías antropológicas evolucionistas. Como ya he señalado en la introducción, la Antropología se interesó en un principio por las mujeres casi exclusivamente por su importancia en los temas de parentesco, dentro de los que se incluye la polémica sobre si existió o no un sistema de organización social en el que las mujeres detentaran el poder.

Bachofen, basándose en la mitología y en el derecho clásicos, sostiene la existencia de un matriarcado o ginecocracia y lo sitúa en un estadio de evolución humana anterior al patriarcado. Según el estudioso suizo, este matriarcado primitivo "se marchitó con el victorioso desarrollo" del patriarcado (BACHOFEN, 1988:55). El autor confunde “el gobierno de las mujeres” con la matrilinealidad o pertenencia exclusiva de la descendencia a la línea de la madre, como sucederá en los escritos de todos los antropólogos que, hasta Malinowski, sostendrán la existencia de un matriarcado primitivo.

Para Bachofen, la existencia de divinidades femeninas es prueba de que las mujeres dominaron la sociedad en algún momento de la historia porque, a su juicio, la tradición mítica refleja con fidelidad la realidad social y sus leyes.

Sin embargo, el culto a las diosas no implica necesariamente un estatus superior para las mujeres “de carne y hueso” y, mucho menos, que el poder estuviera en sus manos. Por el contrario, el culto a las divinidades femeninas puede interpretarse como una exaltación de las funciones reproductoras de las mujeres (PULEO en AMORÓS, 1995:42), fenómeno éste que se produce en el orden patriarcal que considera a las mujeres en tanto productoras de hijos.

Para Bachofen, la existencia de un sistema ginecocrático primitivo queda probada por la "radical oposición al orden patriarcal" inherente a estos mitos. Afirma que los relatos que sitúan a las mujeres en una situación de poder no habrían podido ser inventados en el seno de una cultura patriarcal (BACHOFEN, 1988:58). Pero, podemos preguntarnos: ¿por qué no? Podríamos interpretar estos mitos como un recurso patriarcal para justificar que el poder se halle en manos de los varones, porque, al fin y al cabo, ya lo tuvieron antes las mujeres. La afirmación de Bachofen se cae por su propio peso en este punto porque implica una concepción de la creación intelectual humana como limitada por la realidad tangible: sólo se podría relatar lo que existe y todo pensamiento referido a la utopía o a la ficción _como podrían ser los escritos y leyendas que Bachofen denomina ginecocráticos_ sería imposible. Sólo existen dos sexos a los que se atribuyen, en la mayoría de las sociedades, dos géneros con características opuestas que definen lo que es ser mujer -o sea, lo que es no ser hombre- y lo que es ser hombre -que es no ser mujer-, los hombres gobiernan en la sociedad, echemos un vistazo a la historia: ¿no es común elucubrar sobre cómo serían las cosas si ocurriese lo contrario, es decir, si gobernasen las mujeres? Como ya he apuntado, los mitos que narran la existencia de matriarcados primitivos podrían funcionar como legitimadores del poder masculino porque, de acuerdo a estos relatos, si las mujeres perdieron su estatus y sus privilegios fue por no saber gobernar con diligencia y justicia.

Así, algunos mitos amazónicos cuentan que los varones vivían subyugados a las mujeres, las cuales poseían peligrosas vaginas dentadas. Los hombres se liberaron de la opresión femenina al arrancarles a las mujeres los dientes de sus vaginas _ y convertirlas en penetrables, podríamos añadir. Otros mitos, como el letuama y el macuma narran que las mujeres poseían los saberes de la caza, la pesca y la fecundación hasta que los hombres se rebelaron y vencieron al matriarcado, embarazando a las mujeres (PALMA, 1992).

Otras pruebas, irrefutables para Bachofen, de que los matriarcados existieron "no como abstractos pensamientos filosóficos de génesis tardía" sino como "la realidad de un modo de vida (Lebensweise) originario" son "el mayor culto ofrecido a la luna, más que al sol, la preferencia mostrada por la tierra concipiente más que por el mar fecundante, por el lado oscuro de la muerte en la naturaleza más que por el luminoso del ser, por los muertos más que por los vivos, por la tristeza, duelo o luto, más que por la alegría (..)" (BACHOFEN, 1988:62, 63). Sin embargo, debemos tener en cuenta que la atribución de características femeninas a la tierra, la luna, la noche y la muerte y la concepción del cielo el sol, el día y la vida como masculinos es propia de los sistemas patriarcales que establecen una jerarquía en la que lo feminizado de la Naturaleza es inferior, oscuro, misterioso y peligroso y lo masculinizado es superior, luminoso, claro y dador de vida.

El matriarcado aparece dibujado por nuestro autor como íntimamente ligado a lo religioso, a la religiosidad oscura y lírica que rodea la adoración de deidades femeninas porque "...siempre que la mujer está situada en la cumbre, tanto de la vida como en el culto, se preservará el misterio con todos los cuidados". Es el misterio que envuelve la religión ginecocéntrica el arma que usaron las mujeres para arrebatar el poder concedido por las leyes naturales al más fuerte con "...manos más débiles" (BACHOFEN, 1988:75 y 72).

Este matriarcado primigenio habría sido derrocado por el patriarcado cuando los varones descubrieron la paternidad, es decir al conocer su contribución biológica a la reproducción de la especie, que se traduce en el encumbramiento del masculino sol como astro más poderoso y venerado (BACHOFEN, 1988: 104-107). El autor explica este cambio de gobierno recurriendo a la Orestíada de Esquilo, donde se narra cómo el derecho paterno vence al derecho materno tras enfrentarse, porque según las palabras de Apolo en esta obra: "Del hijo no es la madre engendradora/ es nodriza tan sólo de la siembra/ que en ella sembró. Quien la fecunda/ ése es su engendrador (...).

El evolucionista Lewis Morgan estudia a los matrilineales amerindios iroqueses, en los que creyó encontrar el prototipo de ciudad matriarcal a la que Bachofen se refería. La organización social de estos pueblos permite a las mujeres controlar la economía cuya base es la horticultura (MORGAN,1970).

Pero no puede hablarse de matriarcado porque, como han demostrado investigaciones posteriores, los representantes políticos son única y exclusivamente varones, luego la capacidad de decidir sobre asuntos que conciernen a toda la sociedad está vetada para las mujeres (PULEO en AMORÓS, 1995:40). Del mismo siglo y perteneciente a la misma escuela teórica que Morgan, Maine, con su libro Ancient Law, en el que no sigue un planteamiento evolucionista, afirma la prioridad histórica del patriarcado sobre el matriarcado. Basándose en el derecho romano y en la India antigua, Maine considera que la primera comunidad humana fue la de los parientes agnados o hermanos que cohabitan con sus mujeres y su descendencia, o dicho de otra forma, afirma que la primera familia fue de tipo extenso patrilocal (MAINE, 1893).

El debate sobre la existencia del matriarcado se cierra con Malinowski, que aclara la confusión evolucionista entre matriarcado y matrifocalidad (descendencia perteneciente a la línea materna de manera exclusiva y residencia del matrimonio en el lugar de nacimiento de la mujer). Aunque es cierto que en las sociedades con matrilinealidad o matrilocalidad (residencia del matrimonio en el lugar de nacimiento de la mujer) las mujeres disfrutan de un estatus más alto que en las sociedades patrilineales (con descendencia de pertenencia exclusiva a la línea materna) o patrilocales (con residencia del matrimonio en el lugar de origen del varón). Esto no significa que el poder lo detenten las mujeres. Ahora bien, no es lo mismo para una mujer ser “la extraña en casa de extraños”, como ocurre cuando prevalece el principio de patrilocalidad, que vivir en el asentamiento donde se crió y donde vive su familia. De la misma forma, es distinta la cantidad de poder que puede ejercer una mujer cuya descendencia pertenezca a su linaje que otra mujer cuyos hijo pertenezcan al varón.

La polémica sobre la existencia del matriarcado se retomó con el surgimiento de la Antropología del género y, en la actualidad, algunos sectores del feminismo sostienen que “el gobierno de las mujeres” primigenio fue una realidad y no sólo un mito. Lo cierto es que nunca se ha podido demostrar la existencia de dicho sistema de organización socio-política aunque tampoco hay evidencias suficientes para negar categóricamente que en alguna etapa de la historia humana de la que no nos ha quedado constancia, surgiera el matriarcado. Pero, teniendo en cuenta que las sociedades recolectorascazadoras de las que hoy se tiene noticia no son ni siquiera igualitarias, el patriarcado o sistema en que los varones poseen mayor poder y autoridad (HARRIS, 1986:503-504) parece presentarse como la forma organización social que ha acompañado a los humanos desde que lo son.

Si prestamos atención a las especies evolutivamente más cercanas al “homo sapiens” que pueblan hoy nuestro planeta (gorilas,chimpancés y orangutanes), observaremos que su organización es patriarcal y nuestros orígenes no debieron ser muy distintos a su situación actual. No estamos afirmando que el patriarcado se lleve en los genes y por tanto, sea inderrocable, sino que el sistema de organización social de los grandes simios _ que también son seres culturales y con cierta capacidad de abstracción (CAVALIERI y SINGER,1998) _ es, como el de todas las sociedades humanas conocidas, el patriarcado. Si se puede sostener que todas las sociedades humanas son patriarcales sin que ello implique esencialismo, no debe parecer un determinismo biológico indicar como dato significativo para la antropología que las sociedades de otros primates cercanos (los gorilas, por ejemplo tienen un cociente intelectual de 70, como los humanos con deficiencia mental leve) también son patriarcales.

Como se ha podido comprobar para el fenómeno de la agresividad masculina (MIEDZIAM, 1995), Naturaleza y Cultura se hallan en una continua relación de retroalimentación pero la Cultura tiene el peso determinante. Así, pues, la Cultura _ condicionada por las circunstancias materiales económicas y ecológicas, y quizá en cierta manera por la biología, por ejemplo, por la mayor agresividad de los machos por causas hormonales, lo cual no implica que los impulsos violentos no puedan neutralizarse o corregirse a través de la educación_ establece la jerarquía entre hombres y mujeres propia del patriarcado.

Ya en el siglo XX comienzan los estudios antropológicos sistemáticos sobre el género o construcción cultural de la identidad sexuada. En esta temática, hay que destacar el trabajo pionero de la antropóloga Margaret Mead, perteneciente a la escuela “Cultura y Personalidad” creada por Franz Boas. En 1926, Mead viajaría hasta la Samoa americana, en Polinesia, para observar si los problemas considerados propios del desarrollo que experimentan los adolescentes en la sociedad estadounidense del momento se dan también en culturas muy diferentes. La conclusión que recoge en Adolescencia, sexo y cultura en Samoa es la siguiente: la permisividad sexual de la sociedad samoana evita la vivencia de la madurez sexual y del impulso erótico adolescente como conflictivos. En 1935, escribe Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas, obra en la que compara a los pueblos Arapesh, Mundugumor y Tchambuli de Nueva Guinea. Según Mead, en la sociedad Arapesh se da un solo género, el que en occidente denominamos femenino. Estas personas son extremadamente apacibles y cariñosas, y tanto hombres como mujeres encuentran un gran placer en el cuidado de los niños, en la cooperación y en atender las necesidades de los otros (MEAD, 1982: 118,119,235). Los Arapesh desconocen cualquier tipo de diferencia comportamental en las relaciones sexuales entre hombres y mujeres: los varones no son "espontáneamente sexuales" y las mujeres "ajenas al deseo", sino que ambos sexos se interesan por lo erótico después de que surja un "profundo interés afectivo ni precedido ni estimulado..." por el sexo (MEAD, 1982:122). De acuerdo a la descripción de Mead, los habitantes de este pueblo, tampoco están sometidos a presiones de tipo social para que hombres y mujeres se dediquen a tareas distintas. La ocupación es una decisión individual que no tiene relevancia para el grupo y está libre de los imperativos de género. El único deber que no puede ser olvidado por nadie es el de cuidar a los niños y a las niñas (MEAD, 1982:124). En cambio, los caníbales Mundugumor constituyen el prototipo de pueblo antisocial, donde el sistema de parentesco de cuerda _ en el que los hijos pertenecen al grupo de la madre y las hijas al grupo del padre _ genera constantes tensiones que hace de los miembros de esta sociedad seres agresivos, desconfiados y crueles, con una sexualidad violenta.

El sexo mundugumor es violento y rápido y deja en los amantes las huellas de su desenfrenada y dolorosa pasión en forma de rasguños, cardenales y ropas desgarradas (MEAD, 1982:183-184). Las malhumoradas madres mundugumor no desean descendencia ni son afectuosas con ella y el período de lactancia se caracteriza por el enojo (MEAD, 1982:167-169). Entre los Mundugumor, existe un solo comportamiento de género, el que tradicionalmente se ha considerado propio de los varones en la cultura occidental (MEAD, 1982:119,235). Los varones eligen mujer tanto como las mujeres eligen marido y "la sociedad está construída de modo que los hombres peleen por las mujeres, y las mujeres eludan y desafíen (...) Las niñas crecen, en consecuencia, tan agresivas como los muchachos" (MEAD, 1982:183). Muchas son las críticas que podrían hacérsele a Margaret Mead al respecto de esta última afirmación puesto que no implica el mismo grado de agresividad pelear que eludir. Por otro lado, como reconoce la misma M. Mead, entre los Tchambuli únicamente es apreciada la virginidad femenina y sólo a los varones se les cualifica para usar armas (MEAD, 1982:179), de manera que hablar de la existencia de un sólo género parece aquí, cuanto menos, exagerado.

El tercer grupo estudiado por Margaret Mead, los Tchambuli, aparenta una inversión de los roles y temperamentos de género: a las mujeres, esta cultura les asigna el género considerado en Occidente como masculino y a los varones el género concebido entre nosotros como propio de las mujeres.

Las mujeres Tchambuli son dominantes y gustan de un trato impersonal con los otros, se dedican a la pesca y a la manufactura de mosquiteras, mientras que los varones, emocionalmente dependientes de sus mujeres, emplean la mayor parte de su tiempo en tareas artísticas como confeccionar vestidos y maquillarse y vestirse para las danzas rituales. Además las Tchambuli viven en continuo contacto unas con otras, integrando grupos de colaboración, los Tchambuli, en cambio, se asocian sólo en momentos concretos y su solidaridad es "...más aparente que real" (MEAD, 1982:204,214,236). Según Mead, ellas tienen el poder ya que de su pesca depende la supervivencia del grupo. El pescado, además de constituir la fuente de alimento por excelencia, es cambiado por otros productos, y en manos femeninas, como ya he mencionado, se hallan también las manufacturas de mosquiteros. Las mujeres permiten a sus esposos comprar comida en el mercado y realizar intercambios de productos, lo cual es considerado por los hombres como "...una ocasión de gala; cuando un hombre tiene entre sus manos la negociación final de un mosquitero de su mujer, se marcha resplandeciente con sus plumas y adornos de conchillas y pasa varios días deliciosos para realizar la transacción. Dudará y se equivocará, avanzará aquí, retrocederá allá, (...) en fin, hará de la elección una verdadera orgía, tal como una mujer moderna, con su cartera bien provista, revuelve en la tienda de una gran ciudad en un día de compras.

Pero solamente con la aprobación de la esposa podrá gastar ..." el hombre
Tchambuli (MEAD, 1982:215). A las mujeres les divierten los juegos y bailes e los varones, que aunque poseen nominalmente la casa, la familia e incluso a la esposa, no tienen poder real de decisión.

La importancia del trabajo de Mead reside en que demostró que no existe correspondencia natural estricta entre sexo y género y que lo hizo en una época en la Antropología daba esta correspondencia por supuesta.

Hasta la década de los 70, parejo al resurgir de los movimientos y la teoría feminista, el tema de las mujeres no será tratado desde una perspectiva crítica, aunque las mujeres irán cobrando paulatino protagonismo. A finales de los años 60 y comienzos de los 70 aparecen las teorías bio-behavioristas que exponen el proceso de evolución homínida que hizo surgir al “homo sapiens” como el fruto de la práctica de actividades cinegéticas de los machos de la especie. En 1968, Washburn y Lancaster, y en 1971 Tiger, desarrollarán, entre otros autores, la “teoría del hombre cazador” que afirma que la caza cooperativa de los grandes animales provocó el desarrollo de las habilidades intelectuales que distinguen al ser humano de los otros animales. Mientras los varones cazaban y desarrollaban su capacidad de planificación, de cooperación y de comunicación y construían los primeros objetos artísticos, las mujeres supuestamente permanecían en el campamento base, ocupadas en tareas de recolección y de cuidado de los niños, actividades que, según esta explicación no requieren desarrollo cultural, sino que se llevan a cabo de forma natural.

Sally Linton en su artículo "La mujer recolectora: sesgos machistas en Antropología" realiza una brillante crítica a la idea del “hombre cazador” como motor de evolución humana. Linton argumenta que entre los cazadoresrecolectores las mujeres consiguen por sí mismas suficiente cantidad de alimento como para abastecerse a ellas y a sus criaturas, ya que la recolección en estas sociedades supone la mayor parte de la dieta (LINTON en HARRIS y YOUNG, 1979:41). Además la recolección y la crianza son actividades para las que hay que poseer un gran número de conocimientos diversos - geográficos, climáticos, botánicos- y capacidad organizativa, pero sobre todo requiere la capacidad de transmisión cultural, o sea de enseñanza. Por otro lado, señala que los hallazgos arqueológicos más antiguos podría ser de instrumentos destinados a la recolección. No tienen por qué ser armas, y sin embargo, se les ha atribuído esta función sistemáticamente (LINTON en HARRIS y YOUNG, 1979:43). Parece que a los investigadores les resulta más excitante y más sencillo imaginarse que las manos que construyeron el primer instrumento humano pertenecían a algún rudo varón primitivo, cazador de enormes mamuts, que pensar en la posibilidad de que el primer artefacto lo construyera una mujer para recolectar, cocinar o transportar a su bebé.

En “La mujer recolectora...” se afirma que el incremento del tamaño del cerebro y la aparición del lenguaje tuvieron que ser anteriores al desarrollo de la caza mayor. Puesto que la caza de los grandes animales es posterior a la recolección, no sería extraño que estas actividades fuesen las primeras que exigieran innovaciones técnicas. En el momento en que los grupos de cazadores empezaron a marcharse en expedición de los asentamientos, ya debía de existir un lenguaje que permitiese comunicar cuándo estaba previsto el regreso o la presencia de peligros en el poblado.

Como resulta evidente de lo expuesto, Sally Linton se cuenta entre las antropólogas que en la década de los 70 se dedicaron a dotar a la disciplina de una perspectiva crítica de género. Así surge lo que ya se puede denominar Antropología feminista, que en estos años se ocupó principalmente de responder a la pregunta de por qué es universal la opresión de las mujeres, dando por sentado, obviamente, que esta opresión es universal, pero sin apelar a explicaciones esencialistas (THUREN, 1993:7, 19).

La Antropología del Género en los años setenta se ocupó de recoger nuevos datos sobre las mujeres y de revisar los ya existentes para reinterpretarlos de forma crítica e incorporar la visión femenina a la Antropología. Se presentó a las mujeres como miembros activos en sus sociedades, que si bien no pueden denominarse igualitarias, no reducen siempre a las mujeres al papel de reproductoras pasivas o de mercancía, una imagen que había sido dominante en la literatura de la disciplina.

En este período destacan las antropólogas Sherry B. Ortner y Michelle Rosaldo, pero antes de exponer sus teorías brevemente, hemos de repasar la hipótesis de Nancy Chodorow, que aunque presente un enfoque más psicoanalítico que antropológico, es un claro exponente del tipo de explicación unicausal que se dió a la cuestión de la universalidad de la sumisión femenina entre los años 1970 y 1980 e influyó directamente en los trabajos de Ortner. Chodorow, teórica de las relaciones objetales, explica la opresión de las mujeres como el efecto de que éstas se ocupan de la crianza de los hijos e hijas (CHODOROW, 1984). Según esta autora, el primer objeto de amor para las criaturas de ambos sexos es la madre, con la que se establece una fuerte relación de dependencia y afecto. La niña, al percibirse "igual" a su madre se identifica con ella, lo cual se refuerza además socialmente, por lo tanto, cuando llega la etapa de individuación de la pequeña, ésta puede mantener sus lazos emocionales con la progenitora sin demasiados problemas, porque, al fin y al cabo, representa el modelo al que debe aspirar. Pero el varón, que se percibe distinto a la madre, no puede identificarse con su modelo, sino que tiene, precisamente, que negarlo para convertirse en lo contrario, o sea en hombre (CAVANA en AMORÓS (dir.), 1995). Además, el primer modelo de masculinidad para un niño es su padre, que a su vez ha aprendido, por medio de la socialización de género, el distanciamiento emocional y suele estar, más que en casa, atendiendo sus responsabilidades del ámbito público. Así, el círculo de la socialización se perpetúa como legado de padres a hijos y de madres a hijas y las mujeres se encuentran de esta forma situadas en desventaja frente a los varones, porque a ellas se les enseña a dar apoyo emocional y a necesitarlo, y a ellos, a ser distantes y autónomos. Desde la Antropología, se ha replicado que no en todas las sociedades los varones adoptan una actitud pasiva en la crianza de los hijos. Por lo tanto, no resultaría válida esa explicación de la opresión de las mujeres (THURÉN, 1993:7,33).

Sin embargo, es innegable que la identidad de género es una construcción social, por lo que, como ha demostrado Miryam Miedziam, puede ser transformada a través de la enseñanza. Miedziam, educadora y psicóloga, desde su experiencia en programas educativos con infantes y adolescentes, ha constatado que el desapego típico de los varones occidentales y las conductas violentas pueden reducirse si se les enseña a los chicos los valores del cuidado (MIEDZIAM, 1995).

La antropóloga feminista Sherry Ortner en su ya clásico artículo "¿Es la mujer a la Naturaleza lo que el hombre es a la cultura?", nos ofrece su explicación de la universalidad del estatus secundario de las mujeres. Para esta autora, la valoración inferior de las mujeres se debe a que son consideradas en todas las culturas como más próximas a la Naturaleza que los varones. Así, la dicotomía Naturaleza/Cultura se revela como una construcción que no es neutra en cuanto al género: la Naturaleza se caracteriza como femenina y la Cultura como aquello que trasciende y domina la Naturaleza, lo propiamente humano, lo masculino (ORTNER en HARRIS y YOUNG, 1979:114-115).

Pero, ¿por qué esta correspondencia y no otra?, ¿por qué se considera a las mujeres más cercanas al mundo natural? Desarrollando una observación de Simone de Beauvoir, Ortner contesta : las funciones reproductoras de las mujeres son más evidentes que las de los varones y obligan a una inversión de tiempo más prolongada en éstas. De esta percepción de las diferencias biológicas entre los sexos proviene la construcción de roles sociales distintos para hombres y mujeres. La distinta biología de varones y mujeres fundamentaría, de este modo, la creación de los roles de género, pero su jerarquización masculino- superior/ femenino- inferior sólo se explica como resultado de una valoración cultural. La condición de "segundo" sexo de las mujeres tiene formas distintas de concretarse en cada cultura, incluso contradictorias, pero lo universal es la valoración de lo femenino como inferior a lo masculino, porque las diferencias "sólo adoptan la significación de superior o inferior dentro del entramado culturalmente definido del sistema de valores" (ORTNER en HARRIS y YOUNG, 1979:114).

Si lo físico fundamenta los roles, la existencia de éstos, a su vez crea estructuras psíquicas según el género, dos formas de vida y dos ámbitos distintos para hombres y mujeres: el doméstico feminizado y el público masculinizado. Por otra parte, no se puede negar totalmente la capacidad simbólica femenina, porque las mujeres hablan, piensan, enseñan..., así que las mujeres quedan en un punto a caballo entre lo cultural y lo natural, como intermediarias. Ortner sostiene que la reclusión de las mujeres en el espacio doméstico se produce por sus funciones reproductoras y de crianza de los hijos, y que a su vez, este contacto continuo con la infancia les hace parecer más cercanas a la Naturaleza ya que los niños, como los animales, no caminan bípedamente, ni controlan sus funciones fisiológicas (ORTNER en HARRIS y YOUNG, 1979:119-120).

La hipótesis de Sherry Ortner ha suscitado una gran polémica. Se le ha criticado que la dicotomía Naturaleza/ Cultura es una creación occidental, por lo que no es válida para explicar la universalidad del patriarcado (MACCORMACK y STRATHERN, 1980). Esto habría que analizarlo con detenimiento: quizás la división del mundo en Naturaleza y Cultura sea universal, pero lo que en unos contextos es calificado de cultural, en otros se concibe como natural.

El artículo de Ortner ha sido uno de los pilares teóricos del ecofeminismo (PULEO en AMOROS, 2000) porque pone en relación el estatus inferior de las mujeres y de la naturaleza, demostrando que lo que hacen los varones se considera automáticamente cultural y lo que hacen las mujeres es percibido como instintivo, natural, como algo que no trasciende la animalidad. Por ejemplo, el dar la muerte propio de las actividades de caza y de guerras masculinas ha sido considerado superior a la capacidad femenina de dar la vida y cuidarla. Matar y parir, ambos son hechos naturales y culturales (los animales cazan y se reproducen), pero se ha valorado cada actividad de forma desigual. El ecofeminismo parte de la idea de que la Naturaleza como categoría sociológica ha sido feminizada y, por tanto, devaluada y oprimida, y las mujeres han sido naturalizadas y, por tanto, devaluadas y oprimidas.

Otra destacada antropóloga, Michelle Rosaldo, explica la subordinación femenina como el resultado de la dicotomía público/ doméstico. Una vez más se ve la maternidad como el factor que relega a las mujeres al espacio de lo familiar. La gran dedicación de tiempo y esfuerzo que supone la crianza imposibilitaría a las mujeres para realizar las actividades del espacio público que los varones, en cambio, tienen la posibilidad de realizar porque no soportan las mismas cargas que las mujeres. Ellos son libres para administrar la sociedad. Estos dos modelos de ser persona se perpetuarían, como afirma Chodorow, a través de la socialización: los niños se identifican con los varones adultos y con el ámbito público, y las niñas se identifican con las mujeres adultas y con el ámbito doméstico. La configuración de la personalidad es, por tanto diferente: las mujeres no se sentirán seguras en el espacio público, donde se toman las decisiones, donde se ejerce el poder. De la división doméstico/ público se deriva, según Rosaldo la percepción de las mujeres como más cercanas a la Naturaleza que los varones, porque convertirse en mujer no parce tan complicado como hacerse hombre, ya que las niñas no tienen que romper con el ámbito y los roles de lo doméstico, mientras que los niños tiene que convertirse en adultos saliendo del mundo femenino "natural" de la madre y pasando a integrar el mundo masculino "cultural".

Cabe señalar, finalmente, que Rosaldo, como Ortner, ha sido acusada de etnocentrismo ya que, según sus críticos, las categorías público y doméstico son invenciones de la cultura occidental (THURÉN, 1993:7,39).
En los años ochenta, resurge el interés por los temas de parentesco desde la perspectiva del género y se intensifica el conflicto entre el relativismo y el feminismo. En este enfrentamiento serán decisivas las aportaciones que desde el Tercer Mundo hará un feminismo que no admite homogeneizaciones artificiales ni imposiciones occidentales. Henrietta L. Moore es un referente obligado de este periodo. La posición de esta autora es la del relativismo cultural y, por tanto, pone el acento en las diferencias entre las mujeres de distintas culturas. Moore denuncia el etnocentrismo de la Antropología y del Feminismo: la situación de las mujeres no puede medirse con parámetros occidentales porque lo que en un lugar es valorado como dador de poder, en otra cultura puede no ser relevante para el estatus: las grandes teorías no pueden explicar la situación de un colectivo, el de las mujeres, que no es homogéneo (MOORE, 1991).

En estos años se cuestiona una idea que en la década anterior parecía un dogma: la universalidad del bajo estatus de las mujeres. La Antropología se preguntará si tal afirmación no es producto del sesgos etnocéntricos y androcéntricos.

Se distinguen tres niveles de androcentrismo en la disciplina: el de los antropólogos, el de los propios informantes varones y el que impregna los supuestos teóricos de la Antropología (THURÉN, 1993:7,24). Por ello, se discute si solamente las mujeres pueden etnografiar la vida de otras mujeres, a la vista de estudios que demostraban que antropólogos y antropólogas fijaban su atención en objetos de estudio diferentes e interpretaban los datos también de forma distinta.

Sea como fuere, considero que no puede pretenderse que el estudio de las mujeres sea llevado a cabo sólo por mujeres, porque, de la misma manera, se podría prescribir que el estudio de los varones lo ejecutaran sólo antropólogos de sexo masculino. Siguiendo esta lógica, una mujer blanca de clase media tampoco podría estudiar cómo viven y piensan las mujeres de otra raza o de otra clase social.

En los noventa, la literatura antropológica sobre el género ha sido muy prolífica y ha continuado presente en ella la tensión entre las grandes teorías que pretenden explicar fenómenos comunes a todas las mujeres y la necesidad de etnografías que desvelen cómo viven mujeres concretas en contextos culturales concretos.


3. A modo de conclusión:

La promesa de la antropología feminista.


La Antropología feminista permite una comprensión más completa del mundo humano. La aportación de datos y teorías que explican el origen y las formas que adopta la opresión de género crea la posibilidad un sistema más justo para todas las personas. Por ello, la Antropología aplicada, rama de la Antropología actualmente en expansión, provee de especialistas en Antropología del Género a ONG e instituciones que los necesitan para que tengan éxito los proyectos de ayuda al desarrollo o las intervenciones con vistas a resolver ciertos problemas concretos de una región o barrio. No debemos intentar reducir a las mujeres a una sola categoría: la situación de una mujer afgana no tiene nada que ver con la de una mujer española, de la misma forma que la situación de una profesional liberal no es comparable a la de una mujer sin recursos económicos, con unas cargas y unas preocupaciones diferentes; sin embargo, todas tienen algo en común: con respecto a un varón de su misma sociedad y de su mismo estrato social se ven afectadas por un estatus de género inferior. Las mujeres no son un grupo homogéneo, pero son un grupo que, estadísticamente, tiene menor acceso a los recursos y ocupa posiciones de menor poder y prestigio.

La grandeza de la Antropología reside en que históricamente ha dado voz a colectivos que existían silenciosamente para el mundo académico de las ciencias, construcciones, al fin y al cabo insertas en los presupuestos culturales y la cosmovisión occidentales. El feminismo, como expresión política y crítica de las voces tantas veces ignoradas de las mujeres, debe exigir a esta disciplina que no olvide que cualquier análisis de una sociedad debe tener en cuenta las relaciones de género como relaciones de poder presentes en cualquier tipo de organización humana, al tiempo que la Antropología ha de mostrar cuáles son las variaciones culturales en las que se concreta el fenómeno universal del sistema de género-sexo o patriarcado, sus grados y sus peculiaridades.


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