sábado, julio 26, 2014

Gaza: el genocidio y sus (sin)razones

Atilio Boron

La haine En medio del espanto y del baño de sangre que inunda Gaza se oye una voz, metálica, glacial. Pronuncia un soliloquio similar al que en su obra 'Enrique VI' William Shakespeare puso en boca de Ricardo, un ser deforme, monstruoso, pero aguijoneado por una ambición ilimitada y orgulloso de su villanía: Gaza: el genocidio y sus (sin) razones

"Soy el espíritu del estado de Israel. Sí, agredo, destruyo y asesino a mansalva: a niños, ancianos, mujeres, hombres. Porque en Gaza todos son terroristas, más allá de sus apariencias.

Uno de los jerarcas de la dictadura genocida en la Argentina, el General Ibérico Saint Jean, dijo que ‘Primero vamos a matar a todos los subversivos, después a sus colaboradores; después a los indiferentes y por último a los tímidos’. Nosotros invertimos esa secuencia y comenzamos por la población civil, gente cuyo crimen es vivir en Gaza.

En el proceso caerán centenares de inocentes, gente que simplemente trataba de sobrevivir en ese encierro nauseabundo; luego iremos por los tímidos, los indiferentes y después de este brutal y aleccionador escarmiento llegaremos a los colaboradores y los terroristas. Sé muy bien que el rudimentario y escaso armamento de Hamas apenas puede ocasionarnos un rasguño, como lo demuestran las luctuosas estadísticas de nuestros periódicos ataques a las poblaciones palestinas.

Sus amenazas de destruir al estado de Israel son bravuconadas sin sentido porque no tienen la menor capacidad de llevarlas a la práctica. Pero nos son de enorme utilidad en la guerra psicológica y en la propaganda: nos sirven para aterrorizar a nuestra propia población y así obtener su consentimiento para el genocidio y nuestra política de ocupación militar de los territorios palestinos. Y también sirven para que Estados Unidos y los países europeos, embarcados en la ‘lucha contra el terrorismo’ nos faciliten todo tipo de armamentos y nos amparen políticamente.

En Gaza no me enfrento a ningún ejército, porque no le hemos permitido que lo tenga. Yo, en cambio, tengo uno de los mejores del mundo, pertrechado con la más sofisticada tecnología bélica que me proporcionan mis protectores: Washington y las viejas potencias coloniales europeas, y la que he podido desarrollar, gracias a ellos, dentro de Israel. Tampoco tienen los palestinos una aviación para vigilar su espacio aéreo, y una flota que custodie su mar y sus playas.

Mis drones y helicópteros sobrevuelan Gaza sin temor y disparan sus misiles sin preocuparse por el fuego enemigo, porque no hay fuego enemigo. Hemos perfeccionado, con las nuevas tecnologías bélicas, lo que hizo Hitler en Guernica. Soy amo y señor de vidas y haciendas. Hago lo que quiero: puedo bombardear casas, escuelas, hospitales, lo que se me antoje.

Mis poderosos amigos (y, seamos honestos, cómplices de todos mis crímenes) convalidarán cualquier atrocidad que decida perpetrar. Ya lo hicieron antes, en innumerables ocasiones y no sólo con nosotros: lo harán conmigo cuantas veces sea necesario. Su mala conciencia me ayuda: callaron desvergonzadamente durante la Shoá, el sistemático genocidio perpetrado contra los judíos por Hitler ante la vista y paciencia de todo el mundo, desde el Papa Pío XII hasta Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill.

Callarán también ante el genocidio que metódicamente y en etapas estoy realizando en Gaza, porque matar palestinos a mansalva es eso, genocidio. Como lo hacía Hitler cuando alguien de su tropa de ocupación era hecho prisionero o matado por los maquís de la resistencia francesa o los partisanos italianos: juntaban a diez o quince personas al azar, que tuvieran la desgracia de pasar por el lugar, y las ametrallaban en el acto, como escarmiento y como didáctica advertencia para que sus vecinos no cooperasen con los patriotas.

Nosotros ni siquiera esperamos que maten a uno de los nuestros para hacer lo mismo, y lo hacemos de modo más cobarde. Al menos los nazis veían los rostros de las víctimas cuyas vidas cegarían en un segundo; nosotros no, porque disparamos misiles desde aviones o navíos, o proyectiles desde nuestros tanques. Nos intranquiliza recordar que tanta crueldad, tanto horror, fue en vano. Seis millones de judíos sacrificados en los hornos crematorios y millones más que cayeron por toda Europa no fueron suficientes para evitar la derrota de Hitler. ¿Será diferente esta vez, será que ahora nuestro horror nos abrirá el camino a la victoria?

Eufórica por ver tanta sangre árabe derramada una de mis diputadas se fue de boca, y dijo lo que pienso: que hay que matar a las madres palestinas porque engendran serpientes terroristas. Desgraciadamente no todos en Israel piensan así; hay algunos judíos, románticos incurables, que creen que podemos convivir con los árabes y que la paz no sólo es posible sino necesaria.

Nos dicen que eso fue lo que hicimos por siglos. No entienden al mundo de hoy, mortalmente amenazado por el terrorismo islámico, y se dejan llevar por la nostalgia de una época definitivamente superada. No son pocos en Israel los que caen en este equívoco y nos preocupa que sus números estén creciendo.

Pero desde el gobierno trabajamos activamente para contrarrestar esa sensiblería pacifista y, para colmo, laica. ¡Laica, en un estado en el que para ser ciudadano se debe ser judío (y tenemos cerca de un 20 % de árabes, que han vivido por siglos en la región y no son ciudadanos) y dónde no existe el matrimonio civil, sólo el religioso! Para combatir estas actitudes contamos con los grandes medios de comunicación (de Israel y los de afuera) y nuestras escuelas le enseñan a nuestros niños a odiar a nuestros indeseables vecinos, una raza despreciable.

Para involucrarlos en nuestro esfuerzo militar los invitamos a que escriban mensajes de muerte en los misiles que, poco después, lanzaremos contra ese gentío amontonado en Gaza. Otros niños serán los que caerán muertos por esos misiles amorosamente dedicados por los nuestros.

No ignoro que con mis acciones arrojo un asqueroso escupitajo a la gran tradición humanista del pueblo judío, que arranca con los profetas bíblicos, sigue con Moisés, Abraham, Jesucristo y pasa por Avicena, Maimónides, Baruch Spinoza, Sigmund Freud, Albert Einstein, Martin Buber hasta llegar a Erich Fromm, Claude Levy-Strauss, Hannah Arendt y Noam Chomsky. O con extraordinarios judíos que enriquecieron el acervo cultural de la Argentina como León Rozitchner, Juan Gelman, Alberto Szpunberg y Daniel Barenboim, entre tantos otros que sería muy largo nombrar aquí. Pero ese romanticismo ya no cuenta.

Dejamos de ser un pueblo perseguido y oprimido; ahora somos opresores y perseguidores. Duras palabras y frases se utilizan para calificar lo que estamos haciendo. Criminal cobardía, delito de lesa humanidad, por agredir con armas mortíferas a una población indefensa, día y noche, hora tras hora. Pero, ¿no merece acaso la misma calificación lo que hizo Estados Unidos al arrojar sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki? Y quién se lo reprocha? ¿Terrorismo de Estado?

Mejor digamos realpolitik, porque ¿desde cuándo a mis amigos y protectores de Occidente les ha preocupado el Terrorismo de Estado o las violaciones a los Derechos Humanos que cometen ellos mismos, un aliado, o un peón? Apoyaron por décadas a cuantos déspotas y tiranos poblaron esta tierra, siempre que fueran funcionales a sus intereses: a Saddam Hussein, al Sha de Persia, a Mubarak, a Alí, a Mobutu, a Osama Bin Laden, y, en Latinoamérica, a Videla, Pinochet, Geisel, Garrastazú, Stroessner, “Papá Doc” Duvallier, antes a Somoza, Trujillo, Batista y tantísimos más.

Asesinaron a centenares de líderes políticos antiimperialistas, y Obama lo sigue haciendo hoy, donde todos los martes decide quién de la lista de enemigos de Estados Unidos que le proporciona la NSA debe ser eliminado con un cohetazo disparado desde un dron o mediante una operación de comandos.

¿Por qué habrían de escandalizarse ante lo que está ocurriendo en Gaza? Además me necesitan como gendarme regional y base de operaciones militares y de espionaje en una región del mundo con tanto petróleo como Medio Oriente, y saben que para cumplir con esa misión no sólo no deben maniatarme sino que es preciso contar con su inquebrantable respaldo, lo que hasta ahora jamás me ha sido negado.

Sé también que estoy violando la legalidad internacional, que estoy desobedeciendo la resolución Nº 242, de Noviembre de 1967, del Consejo de Seguridad de la ONU, que por unanimidad me exige retirarme de los territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días de 1967.

Incumplí esa resolución durante casi medio siglo, sin tener que enfrentar sanciones de ningún tipo como las que arbitrariamente se le imponen a otros, o las que aplican a Cuba, a Venezuela, a Irán y, antes, a Irak después de la primera guerra del Golfo. ¿Razones de tanta tolerancia? Mis lobbistas en Estados Unidos son poderosísimos y tienen a la Casa Blanca, al Congreso y a la Justicia en un puño.

Según Norman Finkelstein (un mal judío, enemigo del estado de Israel) la ‘industria del holocausto’ goza de tal eficacia extorsiva que impide percibir que quienes ahora estamos produciendo un nuevo holocausto somos nosotros, los hijos y nietos de aquellos que lo padecieron bajo los nazis. Por eso pese a que las víctimas mortales en Gaza ya superan los 500 palestinos (contra 25 soldados de nuestro ejército, uno de los cuales fue muerto por error por nuestras propias fuerzas, según informara este lunes 22 de Julio a medio día el New York Times) el presidente Obama hizo un estúpido llamado a evitar que israelíes y palestinos quedasen atrapados en el ‘fuego cruzado’ de este enfrentamiento.

¡Pobre de él si hubiera dicho que aquí no hay ‘fuego cruzado’ ni enfrentamiento alguno sino una masacre indiscriminada de palestinos, una horrible ‘limpieza étnica’ practicada contra una población indefensa! ¡Nuestro lobby lo crucificaría en cuestión de horas! Ahora que nuestras tropas entraron en Gaza tendremos que sufrir algunas bajas, pero la desproporción seguirá siendo enorme.

Claro, no puedo evitar que me califiquen técnicamente como un “estado canalla”, porque así se denominan los que no acatan las resoluciones de la ONU y persisten en cometer crímenes de lesa humanidad. Pero como Estados Unidos y el Reino Unido son violadores seriales de las resoluciones de la ONU, y por lo tanto ‘estados canallas’ también ellos, sus gobiernos han sido invariablemente solidarios con Israel.

Más allá de la turbación que por momentos puedan ocasionar estas reflexiones necesitamos completar la tarea iniciada en 1948 y apoderarnos de la totalidad de los territorios palestinos: los iremos desplazando periódicamente, aterrorizándolos, empujándolos fuera de sus tierras ancestrales, convirtiéndolos en eternos ocupantes de infectos campos de refugiados en Jordania, en Siria, en Irak, en Egipto, donde sea. Y si se resisten los aniquilaremos.

Podemos hacer eso por nuestra apabullante fuerza militar, el apoyo político de Occidente y la degradación y putrefacción de los corruptos y reaccionarios gobiernos del mundo árabe, que como era previsible (y así nos lo habían asegurado nuestros amigos en Washington y Londres) no les importa en lo más mínimo la suerte de los palestinos. A tal extremo llega nuestra barbarie que inclusive un amigo nuestro, Mario Vargas Llosa, se escandalizó cuando en 2005 visitó Gaza y nos sorprendió con unas críticas de insólita ferocidad.

Llegó a decir, por ejemplo, que ‘me pregunto si algún país en el mundo hubiera podido progresar y modernizarse en las condiciones atroces de existencia de la gente de Gaza. Nadie me lo ha contado, no soy víctima de ningún prejuicio contra Israel, un país que siempre defendí … Yo lo he visto con mis propios ojos. Y me he sentido asqueado y sublevado por la miseria atroz, indescriptible, en que languidecen, sin trabajo, sin futuro, sin espacio vital, en las cuevas estrechas e inmundas de los campos de refugiados o en esas ciudades atestadas y cubiertas por las basuras, donde se pasean las ratas a la vista y paciencia de los transeúntes, esas familias palestinas condenadas sólo a vegetar, a esperar que la muerte venga a poner fin a esa existencia sin esperanza, de absoluta inhumanidad, que es la suya.

Son esos pobres infelices, niños y viejos y jóvenes, privados ya de todo lo que hace humana la vida, condenados a una agonía tan injusta y tan larval como la de los judíos en los guetos de la Europa nazi, los que ahora están siendo masacrados por los cazas y los tanques de Israel, sin que ello sirva para acercar un milímetro la ansiada paz.

Por el contrario, los cadáveres y ríos de sangre de estos días sólo servirán para alejarla y levantar nuevos obstáculos y sembrar más resentimiento y rabia en el camino de la negociación.’ [1] Pero nada de lo que diga Vargas Llosa, y tantos otros, nos hará mella: somos el pueblo elegido por Dios (aunque los ilusos estadounidenses también creen en eso), una raza superior y los árabes son una pestilencia que debe ser removida de la faz de la tierra.

Por eso construimos ese gigantesco muro en Cisjordania, peor aún del que erigieran en Berlín y que fuera apropiadamente caracterizado como el ‘muro de la infamia’. Nuestros lobbies han sido muy eficaces en invisibilizar esta monstruosidad y nadie habla de nuestro ‘muro de la infamia’. Reconozco que nuestra traición a los ideales del judaísmo nos inquieta.

No era esto lo que querían los padres fundadores. Nos hemos convertido en una máquina de usurpación y despojo colonial que ya no guarda ninguna relación con nuestra venerable tradición cultural. Algunos dicen que Israel es al judaísmo como Hitler lo era al cristianismo. Por eso es que a veces nuestro sueño se perturba y las muertes y sufrimientos que hemos causado durante tantos años –y que para ser sinceros, comenzaron mucho antes de que naciera Hamas- nos acosan como el fantasma de Hamlet.

Pero retrocedemos horrorizados ante la posibilidad de una paz que no queremos porque perderíamos los territorios arrebatados durante tantos años, envalentonaríamos a la turbamulta árabe que nos rodea y le haríamos perder miles de millones de dólares a nuestros amigos del complejo militar-industrial estadounidense, que es el verdadero poder en ese país, y a sus socios israelíes que también lucran con este estado de hostilidades permanentes. Por eso seguiremos en esta guerra hasta el final, aun a riesgo de que esta actitud pueda desencadenar un cataclismo universal. El horror padecido bajo el nazismo justifica todo lo que estamos haciendo.”

[1] Mario Vargas Llosa, “Morir en Gaza”, El País (Madrid), 11 Enero 2009, en: http://elpais.com/diario/2009/01/11/opinion/1231628411_850215.html

La Haine

viernes, julio 25, 2014

"Historia de una desobediencia: Aborto y Feminismo", de Mabel Bellucci

Gabriela Mitidieri

La haine ¿Cómo se hace para contar una historia de una lucha, de una desobediencia colectiva? ¿Cómo rastrear orígenes, dar cuenta de prácticas, cuando quienes llevaron adelante esas luchas lo hicieron movidas por una urgencia política de reclamo de autonomía de sus cuerpos, de sus vidas, sin ponerse a pensar en la trascendencia de sus estrategias? El libro de Mabel Bellucci 'Historia de una desobediencia: Aborto y Feminismo', es, en tal sentido, un mapa de ruta, un relato polifónico, des-academizado, que nos guía por distintos tiempos, lugares geográficos, espacios de militancia, trayectorias de vida. Representa una indagación en primera persona, pero en primera persona del plural: la genealogía de la contienda por el aborto que llevaron adelante feministas de distintas procedencias – entre las cuales se cuenta también ella- y las alianzas potentes con otros colectivos desobedientes que dinamizaron esa pugna en diferentes contextos y coyunturas.

Un primer elemento interesante que encontramos en este texto es que a lo largo de sus 600 páginas, la propia lucha reseñada representa una suerte de prisma a través del cual podemos observar una diversidad de prácticas feministas: los grupos de estudios, de reflexión, la puesta en circulación de escritos y obras, los modos que adopta la misma disputa, en las calles, en la academia, en el parlamento, en la prensa, las trayectorias maravillosas de vida de personajes emblemáticos, clave para pensar el devenir de la conquista por el aborto voluntario (Néstor Perlongher, María Elena Oddone, Tununa Mercado, Nora Ciapponi, Moira Soto, Dora Coledesky, Alfredo Bravo, Martha Rosenberg, entre otras y otros protagonistas), los momentos de encuentros y desencuentros entre feminismos, izquierdas y comunidad LGTB.

Si bien podemos postular que siempre hay algo de arbitrario en la formulación de genealogías, la propuesta de la autora da cuenta de una voluntad internacionalista, de diálogos fluidos, de la importancia de poner de relieve prácticas subterráneas y pensamientos disruptivos e inspiradores que nos anteceden. Los ocho apartados en los que se divide el libro son puertas de entrada desde distintos ángulos hacia la temática. En el primero nos encontramos con las experiencias de colectivas feministas de Estados Unidos, Francia e Italia en el marco de los explosivos años '60, mientras que en el segundo nuestro recorrido nos guía de vuelta hacia tierras locales en donde nos convertimos en testigxs deslumbradxs de las actividades tenaces de mujeres que eran a un tiempo viajeras, traductoras, editoras, imprenteras, en una incansable labor de circulación de los clásicos del feminismo que se acuñaban en el Norte.

Al avanzar un poco más llegamos a los años '70 y a la efervescencia política que atravesaba todos los ámbitos de Buenos Aires. Allí esta ensayista se permite abordar el modo en que las cuestiones de género, los derechos de las mujeres a su propio cuerpo y a decidir acerca de la maternidad, permearon (o no) a las organizaciones político-militares y a partidos de izquierda revolucionaria, con honrosas excepciones. También logra situar sobre la palestra a aquellas iniciativas que pasaron desapercibidas pero que dejaron huellas intrépidas en el camino como la que constituyó el “Grupo de Política Sexual”, de la mano de Néstor Perlongher, Osvaldo Baigorria, María Elena Oddone, Sara Torres, Hilda Rais, Marta Miguelez, Martín Sagrera Capdevila, entre otros lúcidos activistas.

El cuarto apartado apunta a un análisis de aquellas prácticas que, entre las penumbras de la dictadura militar, materializaron distintas mujeres con la mira puesta en continuar activando de la manera en que se pudiera. Desde grupos de concienciación y estudio en Buenos Aires (lo que la autora recupera con la noción de “insilio” o “el exilio interno”), hasta experiencias de intercambio y fortalecimiento en el exilio. Los siguientes nos transportan al regreso de la democracia, al aborto voluntario como tema de agenda política y a la constitución del movimiento de mujeres en nuestro país. La reconstrucción pormenorizada de la trayectoria y desempeño de la Comisión por el Derecho al Aborto y de una de sus figuras destacadas, Dora Coledesky, es un aporte valioso que realiza la autora como testigo-participante de este proceso.

En lo que sigue, rastrea las distintas iniciativas que desde entonces hasta el presente, se encargaron de cristalizar la conquista por el derecho a decidir soberanamente sobre los cuerpos. Estrategias, alianzas, despliegues de política en las calles, en las casas, en las camas y en numerosos y concurridísimos Encuentros Nacionales de Mujeres, pueblan las últimas páginas de dicha obra. El devenir potente de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y Gratuito constituye un ejemplo sustantivo de estas exploraciones rizomáticas, como así también las novedades que significan el uso de misoprostol y la práctica politico-afectiva del movimiento socorrista. El último apartado “Testimonios Ineludibles”, condensa las palabras de la psicoanalista Martha Rosenberg, de la investigadora Alejandra Ciriza, de la periodista Dahiana Belfiori y del Colectivo Varones Antipatriarcales. Todxs ellxs activistas que aportan tanto sus miradas particulares como sus experiencias militantes y académicas para dar un cierre vivencial al recorrido propuesto por Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo.

Una nota aparte merece el aporte significativo que la autora llevó adelante en términos de puesta en valor de documentos históricos. Para quienes intentamos hacer historia de las mujeres o sobre diferentes sujetos subalternos invisibilizados por la “Gran Historia”, sabemos que la documentación con la que trabajamos muchas veces puede ser fragmentaria, dispersa, poco sistematizada. En este caso, cuando constatamos que la materia prima de la que se valió para componer este ensayo histórico fue desde los testimonios orales de compañeras de lucha, hasta revistas efímeras, panfletos, folletos, solicitadas garabateadas en reuniones, percibimos que hubo ahí un trabajo intenso de recopilación, revisión, catalogación de archivos personales que, sin duda, servirá para que futurxs investigadorxs del mismo modo puedan hacer sus propias indagaciones sobre la larga historia de esta ansiada demanda.

Por último, constituye también una investigación que invita a recuperar esos aprendizajes formativos que han sido tan característicos del feminismo en el que se fraguó la propia autora: los grupos de estudio, reflexión e intervención callejera, desobediencias y objeciones sexuales y de género que increpan y desmontan un orden opresivo. La autora nos habla de cuerpos que intentan sacudirse de un control biopolítico y que son entendidos como campo de batalla. Batallas contra la obligatoriedad de una maternidad no deseada, la apuesta por la construcción de un deseo diferente, un desobedecer a la heterosexualidad como régimen político. Desistir, decir basta.

Así, los nuevos feminismos -queer, antirracistas, trans- encontrarán sin duda en estas páginas, un insumo valioso para indagar en el pasado de esta disputa contra el heterocapitalismo. Para cruzar la contienda en las calles, con la lectura sobre la historia de nuestro movimiento, recuperar genealogías en las que sentirnos interpeladxs. Abrazar un feminismo, anticapitalista y antirracista que genere incomodidades. Cuestionar desde los márgenes a los centros de poder y a los discursos hegemónicos heteronormativos, blancos y occidentales. Y así, fortalecernos con las estrategias políticas de activistas históricas que hicieron camino al andar.

* Profesora de Historia – UBA
www.herramienta.com.ar

lunes, julio 21, 2014

Mujeres Sudamericanas con Solidaridad y Lucha junto al Pueblo Palestino

Alba TV El colectivo de Mujeres de la CLOC-Vía Campesina Sudamérica conformada por delegadas de organizaciones de Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Argentina, Colombia, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador, reunidas del 12 al 16 de Julio en la ciudad de Quito, denuncian al Estado Israelí y su aliado EE.UU, que en estas semanas han agudizado el expansionismo y el militarismo en su intento imperial de extinguir la liberación de Palestina, que no es otra cosa sino un genocidio contra un pueblo.

Las mujeres campesinas demandamos el respeto al principio de soberanía y el derecho de las campesinas y los campesinos palestinos, de vivir, producir y permanecer en su tierra y territorio. En ese sentido, haciendo eco de toda la comunidad internacional expresamos nuestra solidaridad frente a la invasión genocida y a las prácticas colonialistas que ejerce el Estado sionista de Israel, el cual ha demostrado ser un transgresor sistemático de los derechos humanos y de las resoluciones de las Naciones Unidas respecto a Palestina.

Palestina es hoy un símbolo de coraje, sabiduría y resistencia en su lucha por la tierra, por lo cual hacemos un llamado a movilizarnos en las embajadas y a hacer presión con los Estados para que se pronuncien a favor de Palestina, por la vida de hombres, mujeres y principalmente niñas y niños que cotidianamente están siendo asesinados por el sionismo.

Para vivir en un mundo con menos desilgualdad y paz, es necesario denunciar el atropello que sufren los pueblos del mundo y con más razón, el genocidio al que se somete al pueblo Palestino. Los movimientos sociales, populares del mundo tienen que alzar su voz de protesta frente a la masacre perpetrada en Palestina, viendo que los gobiernos de occidente en su mayoría callados son cómplices de este atropello.

Cese al fuego contra Palestina

Fuera Estado de Israel Genocida de Gaza

Paz y libertad para Palestina

Patria Palestina Libre: venceremos

Reunión de mujeres campesinas de Sudamérica: Mujeres en lucha!

Vía Campesina Con una mística que resaltaba la importancia de la unidad y la fuerza de las mujeres del movimiento campesino, se dio inicio a la Reunión de Articulación de Mujeres de la CLOC- Vía Campesina Sudamérica donde participan cerca de 30 delegadas de Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador que se realiza del 12 al 16 de Julio en Quito.

Esta reunión orgánica tiene como objetivos: hacer un balance y evaluación de la IV Asamblea de Mujeres de la CLOC, dinamizar de funcionamiento de la articulación de mujeres en los países y región, y construir un plan de acción y fortalecer la mística en la articulación.

En Abril de 2015 la articulación de Mujeres realizará su V Asamblea Continental de Mujeres del Campo en el marco del VI Congreso de la CLOC – Vía Campesina en Argentina. Para Itelvina Masiolli, de la coordinación, estos espacios han ayudado a recrear formas de luchas, con orientaciones claras por un proceso de liberación en contra del patriarcado y el capital.

Durante esta reunión también se plantea profundizar en el Feminismo Campesino y Popular, trayendo elementos del proceso de construcción en los países, recuperando el debate y puntuando desafíos en la práctica. “Del feminismo que hablamos es un feminismo que plantea un otro modo de relacionarse con la vida y la naturaleza, enmarcado en un proyecto político. No es posible construir Soberanía Alimentaria en un modelo capitalista, ser feministas para nosotras es ser agroecologas, cuidar y defender la tierra, las semillas. Defender la vida que está en extinción con el capital”, afirmó Rosangela participante de Brasil.

La reunión de Mujeres de la CLOC- Vía Campesina Sudamérica cerrará el próximo 16 de julio con una actividad de Solidaridad e Internacionalismo en el Porvenir, comunidad emblemática, de la lucha por la tierra ubicada al sur de Quito.

Fuente: Vía Campesina

viernes, julio 11, 2014

miércoles, julio 09, 2014

Violencia sexual y capitalismo: un círculo vicioso

Ángela Solano

La Hiedra Cuando hablamos de violencia sexista, tendemos a centrarnos en la violencia más visible, la física, y no es de extrañar. Según el Consejo de Europa, la violencia de género es la primera causa de invalidez y muerte para las europeas de entre 16 y 44 años. En el Estado español, 48 mujeres perdieron la vida a manos de su pareja en 2013; entre enero y marzo de 2014, ya han sido asesinadas 18. Sin embargo, existen muchos tipos de violencia contra las mujeres, aquí nos centramos en la violencia sexual.La violencia sexual hace referencia a cualquier acto que coaccione a otra persona para manifestar una determinada conducta sexual en contra de su voluntad. Puede ir desde el mal llamado piropo a la violación. Aunque en distinto grado, siempre se trata de presumir que el cuerpo femenino es un espacio que cualquiera puede tocar y del que puede opinarse libremente. Se trata de un reflejo del sexismo que las mujeres sufrimos a diario, una violencia que se ejerce contra nosotras en todos los ámbitos: el doméstico, el laboral y también en la calle. Cuando hablamos de “la cultura de la violación” (1), en realidad nos estamos refiriendo a esto. Podemos detectarla en canciones, películas y chistes; los medios de comunicación y la publicidad la normalizan, visualizando a una mujer objeto, complemento de su homólogo masculino, cuyo cuerpo hipersexualizado se expone públicamente como si de una invitación se tratara.

A menudo tenemos tan interiorizado este tipo de violencia que ni siquiera nos damos cuenta, pero su aceptación supone la banalización de la desigualdad entre hombres y mujeres, lo que conlleva que el foco se ponga demasiadas veces en la responsabilidad de estas últimas, culpabilizándonos en cierto grado de las agresiones sufridas. De hecho, las declaraciones de Michael Sanguinetti –policía que durante una conferencia en 2011 sobre seguridad civil en la Osgoode Hall Law School de Toronto sentenció que “las mujeres deben evitar vestirse como putas para no sufrir violencia sexual”– dieron lugar a la primera de las Marchas de las putas, organizadas en más de 60 ciudades del mundo para reclamar el derecho de las mujeres a vestirse como quieran sin sufrir agresiones sexuales por ello.

Pero el incremento de la violencia sexual también se relaciona con los cambios en la concepción de la sexualidad y de la posición de la mujer en la sociedad capitalista. El impacto del trabajo fuera del hogar, la disponibilidad de anticonceptivos o el aborto, unido a otras reivindicaciones feministas, ha proporcionado a las mujeres un mayor peso social y ha aumentado sus expectativas acerca del control de suscuerpos y sus vidas. Estos cambios han influido en la familia, disminuyendo su tamaño. Hoy es posible para hombres y mujeres experimentar relaciones personales y sexuales antes del matrimonio, hay algún tipo de educación sexual en las escuelas –aunque insuficiente y sesgada– y se reconoce a las mujeres como seres sexuales capaces de experimentar placer por sí mismas. Estas victorias fueron impulsadas por campañas políticas como el acceso al divorcio y al aborto, así como contra la criminalización de la homosexualidad, contra el maltrato y la violencia sexual. Las mujeres queremos ser tratadas en igualdad, con respeto y dignidad, y mantener relaciones personales satisfactorias. Sin embargo, los mensajes que se difunden desde los medios y la cultura dominante continúan retratándonos como objetos sexuales, siempre disponibles y accesibles para satisfacer a los hombres. La violencia sexual se recrudece cuando, en este contexto, las mujeres tenemos más poder y autonomía para decidir sobre nuestra sexualidad, cuestionando las antiguas formas de dominación.

Violencia y naturaleza humana

Debemos señalar que la violencia no es intrínseca a la naturaleza humana y que por lo tanto las relaciones entre hombres y mujeres tampoco han estado siempre regidas por la violencia y la desigualdad; sino que son susceptibles a los cambios sociales. Desde sus orígenes el ser humano ha sido un ser social. Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, señala las formas en las que la sociedad humana ha ido transformándose a partir de cambios cruciales en sus técnicas de producción. Para Engels, las sociedades cazadoras y recolectoras que había conocido estaban basadas en una división sexual del trabajo en la cual hombres y mujeres cooperaban para asegurar su existencia, pero la división del trabajo era igualitaria, concebida en función del hábitat y no dictada por el conjunto de los hombres, pues el trabajo de ambos sexos resultaba imprescindible para la supervivencia. También señala que estas sociedades eran de pequeño tamaño, todos se conocían dentro del grupo y no existían distinciones entre la esfera pública y la privada. De esta forma, promovían la socialización de hombres, mujeres, niñas y niños basándose en principios de cooperación libres de violencia interpersonal. La cooperación económica favorecía la cooperación social en todos los sentidos: entre ciertos grupos indios norteamericanos, el reconocimiento del derecho de las y los niños a elegir su rol de género era algo plenamente aceptado. Teorías similares sobre la socialización quedan recogidas por Eleanor Leacock en Myths of Male Dominance y por Colin Turnbull en The Wayward Servant.

Peggy Sanday (2) también afirma que los roles de género son culturales, no biológicos, y derivan de las circunstancias políticas e históricas en que las personas interactúan entre ellas y con el medio que les rodea. De otro modo no encontraríamos la variedad de formas en las que estos roles han sido repartidos entre distintas sociedades. Pero hace mucho que los seres humanos no inventamos nuevos caminos de una generación a otra. De hecho, estamos irremediablemente influidos por los patrones de nuestros padres y madres y siempre sentimos el peso de nuestra cultura e historia. Estos roles de género sólo cambian cuando la cultura es modificada por exigencias sociales o del medio en el que se desarrollan. En The State Formation in Sumer and the Subjugation of Women, Ruby Rohrlich habla de la consolidación de las clases sociales como un proceso simultáneo a la formación del Estado, la subordinación de la mujer a través de la familia y el fortalecimiento de todo ello mediante la Ley. La propia existencia de penalizaciones para las mujeres muestran que se resistieron a esta subordinación y que esa fuerza legal fue necesaria para acabar con su resistencia: si las mujeres siempre hubieran estado subordinadas a los hombres, estas sanciones no habrían sido necesarias.

Podemos concluir entonces que ni la violación ni la violencia contra las mujeres son premisas universales de la sociedad humana; tampoco son un producto de la biología masculina. La explotación de clase, la desigualdad y la violencia sistemática –incluyendo la violencia contra la mujer–, seguramente aparecieron de forma tardía en las sociedades humanas. Como afirma Chris Harman, “si hay una naturaleza humana biológica, sus características deben haberse definido en el presente período”.

Violación sexual: un concepto relativamente nuevo

La mayor expresión de violencia sexual la encontramos en la violación. Actualmente, la violación se concibe como una ofensa a la persona violada, hacia su autonomía, no hacia su padre o marido. La violación se produce cuando el cuerpo de una mujer es asaltado sin su consentimiento, sin posibilidad de contraatacar o demasiado atemorizada para negarse, e incluye también la posibilidad de la violación entre personas LGTBI o dentro del matrimonio; pero estas acepciones son muy recientes. La violación en el matrimonio no se reconoció como delito hasta 1990 y durante muchos años, médicos, abogados y jueces no estaban dispuestos a considerar la negativa de las mujeres durante una violación si no existían evidencias de violencia, algo que todavía a día de hoy se pone en tela de juicio.

Para llegar a esta definición, ha sido fundamental el desarrollo de tres cuestiones básicas: 1) la posibilidad de sufrir una violación dentro del matrimonio, 2) indicar qué personas son susceptibles de ser violadas y 3) los indicios necesarios parar probar la falta de consentimiento. La organización y manifestación activa de hombres y mujeres para cambiar el significado del consentimiento y ejercer presión sobre políticos, jueces y fuerzas policiales jugó un papel importante. Este reconocimiento refleja un crecimiento en los derechos de las mujeres y de las luchas para alcanzar un mayor grado de igualdad de la mujer ante la Ley. Pero aunque el capitalismo ha permitido un espacio para el surgimiento de los derechos del individuo –una autonomía relativa que se ha logrado por medio de las ideas de igualdad y libertad burguesas, condiciones necesarias para la aparición del concepto moderno de violación–, se halla muy lejos de erradicar la violencia sexual. Más bien al contrario, como veremos a continuación.

Hay dos tipos de violación que están directamente influidos por las condiciones de la sociedad capitalista: la violación dentro del matrimonio y la violación por parte de un extraño. Un dato llamativo es que sólo una minoría de las violaciones son cometidas por desconocidos, mientras que el 75% de los violadores pertenecen al entorno de la víctima (novios, citas, amantes, examantes o conocidos), según demuestra el estudio de Ruth Hall (3), Ask Any Woman. Por otra parte, la promoción del sexo como reafirmación de la virilidad, así como la inexperiencia en relaciones personales y sexuales, también juegan un papel importante. Muchos de esos productos difusores de la “cultura de la violación” de la que hablábamos al principio –ya sean televisivos, cinematográficos o incluso literarios– y que naturalizan la figura de la mujer objeto, van dirigidos a un público adolescente cuya principal fuente de información sobre sexualidad es a menudo la pornografía, industria que reproduce actitudes de dominación absoluta del hombre sobre la mujer, incluyendo en muchos casos violaciones reales o excediendo los términos del acuerdo previo, como han denunciado algunas actrices del sector.

En las violaciones por parte de un extraño suele existir un mayor índice de violencia, muchas incluso se producen en el transcurso de algún otro crimen. La delincuencia está claramente relacionada con las condiciones sociales: una sociedad basada en una distribución desigual de la riqueza favorece los crímenes de propiedad. Bajo el capitalismo, la mayoría de la población depende de su fuerza de trabajo para cubrir sus necesidades, si el salario es demasiado bajo o está desempleada, la única forma de satisfacer sus necesidades es robando o endeudándose. No sorprende que, en una sociedad que nos bombardea con imágenes de cuerpos femeninos y alienta a los hombres a reafirmarse a sí mismos mediante el sexo, una parte de ellos decida “robar” sexo. Llegado este punto podría sugerirse que las clases con menor poder adquisitivo son más vulnerables ante cualquier forma de crímenes violentos, incluida la violación.

Fue Susan Brownmiller (4) la primera en decir, en 1981, que la violación no es una conducta aislada de individuos inadaptados. Su teoría era que este “terror” funcionaba como un mecanismo para condicionar el comportamiento de las mujeres. Desde una perspectiva socialista, lo interesante de su afirmación reside en la desmitificación de la figura del violador en relación a un sector específico y marginal de la sociedad. El mayor mito de todos es creer que la violación es una aberración en extinción, heredada de las formas en las que los hombres se acercaban a las mujeres emocional, sexual y físicamente, y constreñida a un único sector de la sociedad. Pero si la violación por parte de un extraño es menos común que otras formas de violación, aunque se denuncie con mayor frecuencia, esto significa que la mayoría de las violaciones –que son las que se producen en un entorno conocido– no quedan registradas.

El hecho de que las mujeres se sientan más seguras para denunciar cuando se trata de un desconocido es lo que explica que las estadísticas basadas en informes policiales perfilen al violador como un hombre joven de clase baja, lo que a veces se traduce como persona inmigrante. También define a las víctimas. Según el estudio de Ruth Hall, dos de cada cinco mujeres negras entrevistadas en Gran Bretaña, fueron asaltadas por su etnia o su nacionalidad. Muchas de estas mujeres también se sienten “señaladas y marcadas con un estereotipo racista” como exóticas y sexuales. Al racismo y sus dificultades económicas se suma, en el caso de las inmigrantes sin papeles, el miedo a ser deportadas si acuden a la policía. Las mujeres de clase media y alta, en cambio, cuentan con una mayor seguridad para enfrentarse a este tipo de violaciones que las mujeres de clase trabajadora, dado por un lado su posición en la sociedad y por otro factores circunstanciales: los lugares que frecuentan no son los mismos, ni tampoco su uso del transporte público, sus horarios de trabajo, la ubicación de su residencia y similares. Por otra parte, Sharon Marcus asegura que “la habilidad de un violador para atacar depende más de cómo se posiciona socialmente en relación con la mujer que de su supuesta fuerza física superior”.

Mecanismos para abarcar la violencia sexual

Existe una importante contrapartida cuando se asume que la violación y la violencia son algo innato a la naturaleza masculina: el foco vuelve a colocarse sobre nosotras. A las chicas se les enseña a “tener cuidado”, pero no a defenderse. Así, desarrollamos un miedo y una incapacidad de respuesta que recuerda al síndrome de indefensión aprendida del que hablaba Seligman, convirtiéndonos en “víctimas potenciales”. Los hombres y la calle se convierten en amenazas, lo que consecuentemente limita la autonomía y la libertad sexual de las mujeres. Sin embargo, tal y como afirma la socióloga Lohitzune Zuloaga (5), “el miedo que sentimos las mujeres a ser víctimas de una agresión sexual grave es muy desproporcionado en comparación con las probabilidades reales que tenemos de sufrirla”.

Por otro lado, la victimización resulta perjudicial para la recuperación de la persona que ha sufrido una agresión, traumatizándola y estigmatizándola a la vez. Sharon Marcus lamenta que, ante estas situaciones, se inste a las mujeres a no oponer resistencia, algo que también repercute en la autoestima, la seguridad y confianza. Según ella, dicho razonamiento convierte a las mujeres en “objetos de violencia y sujetos del temor”, y aporta datos acerca de que una resistencia activa frente al violador bloquea gran parte de las agresiones. Maitena Monroy (6) apoya esta reflexión: para ella, este tipo de mensajes “transmiten que la única solución a la violencia es que las mujeres dejen de hacer cosas, lo cual implica negar derechos como el de estar solas”. Según Monroy, nuestro objetivo debe ser que las mujeres adquiramos “la actitud vital de reclamar nuestro derecho a existir sin violencia”, refiriéndose a todas esas agresiones machistas que vivimos diariamente y que hacen que las mujeres caminemos más inseguras por las calles, haciéndonos más vulnerables y dependientes. Esto también significa analizar la forma en la que las mujeres ocupamos el espacio público, y para ello contempla la necesidad de identificar las agresiones a las que se enfrenta la población femenina en todos los ámbitos, buscar el origen de esa violencia y entonces armarse de recursos para enfrentarla.

Algunos sectores del feminismo explican la posición de las mujeres en base a una violencia masculina ejercida a nivel individual, pero esta aproximación oscurece lo que necesitamos explicar y reduce procesos muy complejos a la dimensión del comportamiento masculino. En lugar de contemplar la continuidad de la violencia sexual como el resultado de una falta de poder en la mayor parte de la población, indistintamente de su sexo, ciertas teorías atribuyen dicha permanencia al poder masculino. El resultado es dirigir la atención de las mujeres a combatir el sexismo en sus vidas personales sin llegar a combatirse con eficiencia las ideas de la clase dominante. Para lograr un cambio a nivel global, debemos atajar el problema de raíz, localizando el origen de la violencia sexual en el contexto de los cambios producidos en la sociedad capitalista y en la vida de las mujeres dentro de este sistema. Debemos desarrollar estrategias para luchar contra la opresión de la mujer en el plano individual, pero sobre todo colectivamente, buscando soluciones concretas a problemas concretos. Se trata de aunar fuerzas para superar una sociedad –la capitalistaque ha creado las condiciones para que se dé y se perpetúe dicha violencia.

Por todo esto, resulta imprescindible la organización y la solidaridad entre mujeres, pero también la implicación de nuestros compañeros a la hora de combatir la violencia sexista y cuestionar la concepción tradicional de los roles de género. Esta tarea no debe delimitarse únicamente a espacios feministas, sino que debemos manifestar nuestro rechazo a la violencia sexual de cualquier clase a diario y en todos aquellos ámbitos en los que intervenimos, especialmente el laboral. Pongamos en jaque al capitalismo, también a través de la igualdad.

Notas:

1 M., María, 2013: “La cultura de la violación”. Proyecto Kahlo, 1/08/2013. Disponible en: http://www.proyecto-kahlo.com/2013/08/la-cultura-de-la-violacion/

2 McGregor, Sheila, 1989: “Rape, pronography and capitalism”. International Socialism 2:45, Winter 1989, pp.3-31.

3 Mc Gregor, Sheila, 1989: op.cit.

4 Renton, David, 2013: “Three essays on violence: When did rape begin?”. http://livesrunning.wordpress.com/2013/10/08/when-did-rape-begin/ 8/10/2013.

5 Fernández, June, 2013: “No vayas sola, te puede pasar algo”, eldiario.es, 13/10/2013.

6 Goti, Nerea, 2011: “Igualdad de derechos contra la violencia sexista”, Gara, 25/11/2011

Ángela Solano (@Angela_Freebird) es militante de En lucha / En lluita

Fuente: http://lahiedra.info/violencia-sexual-y-capitalismo-un-circulo-vicioso/

EEUU y los yihadistas militarizan la prostitución en Irak

Nazanín Armanian

Público Las mujeres musulmanas, cristianas, judías, izadíes y ateas de Irak nunca habían oído el término Yihad Al-Nikah: lo que se conoce como Guerra Santa del sexo, el llamamiento del Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) para que las chicas solteras de las ciudades conquistadas se ofrezcan de forma voluntaria a los rebeldes para convertirse en sus esclavas sexuales bajo la denominación Sigué o el matrimonio “mota’a”, de placer: sexo para un tiempo determinado a cambio de algo material, un eufemismo de la prostitución, prohibida en el Islam. Como ellos se juegan la vida por el avance de un Estado Islámico, los padres de niñas solteras y aquellos hombres musulmanes que poseen varias esposas deben entregarles a algunas de ellas, como forma de recompensárselo, si no tanto ellos como ellas serán duramente castigados. La ONU ya ha denunciado el suicidio de cuatro muchachas agredidas sexualmente en estos falsos y forzosos matrimonios.

La vida del pueblo iraquí, y en especial de sus mujeres, se deteriora por instantes: tres décadas de guerras, pasando de una dictadura semilaica (ver: 7 motivos (reales) por los que EEUU derrocó a Saddam Husein) a una teocracia sectaria y totalitaria instalada por EEUU, que ha establecido un apartheid sexual contra la mujer y la ha colocado junto con los menores e incapacitados psíquicos, como persona necesitada de un tutor varón de por vida y sin considerar su nivel de inteligencia, además de legalizar la pederastia de niñas pequeñas, bajando la edad nupcial de 18 a nueve años, entre otras medidas misóginas.

Y aún sin poder asimilar esta pesadilla, ellas se enfrentan a la invasión de una banda armada despiadada compuesta por miles de delincuentes y mercenarios afganos, iraquíes, sirios, libios, chechenos o europeos, que exhibe la barbarie con el fin de difundir el terror (Ver: Irak, 23 observaciones sobre la nueva guerra líquida de EEUU). Y, cómo no, las mujeres son sus primeras víctimas: un matrimonio de Mosul ha sido flagelado porque ella en vez de niqab llevaba un pañuelo. La amenaza de castigos medievales a los desobedientes, incluida la lapidación y crucifixión, ha creado un clima de terror entre la población. Aún las heridas físicas y emocionales de masivas violaciones de soldados estadounidenses no se habían curado (¿se curarán alguna vez?). ¿Podrán los agotados hombres y mujeres iraquíes sobrevivir a este nuevo mazazo?

La punta del iceberg

“Mientras estábamos jugando a los naipes y bebiendo un whisky, surgió la idea de ir a una casa iraquí, violar a una mujer y matar a su familia”, confesó uno de los tres agentes especiales del ejército de EEUU, quienes encerraron a un matrimonio y a su hija de seis años en una habitación de su casa, y empezaron a violar a la hija mayor de 14 años, Abir Kasim Hamza al Yanabi, varias veces. Luego mataron a los padres y a la pequeña, y volvieron a violar el cuerpo destrozado de Abir, para después dispararla. Echaron queroseno de una lámpara sobre el cuerpo de Abir, le prendieron fuego a ella y a la casa y después fueron a comer un pollo asado. Los agresores, entre 19 y 23 años, portadores de libertad y democracia a Irak, fueron cubiertos por sus superiores, que redactaron un informe falso sobre los hechos hasta que la verdad salió a la luz e Irak se estremeció. La película Redacted, del director Brian De Palma, refleja parte de esta matanza. Barack Obama ha conseguido inmunidad para estos soldados sirviéndose de los gobiernos títeres de Irak y de Afganistán, países donde mantendrán a decenas de miles de efectivos.

Doble dirección del contrabando de mujeres

En Irak, las empresas contratistas privadas vinculadas con el Pentágono –que trafican con mano de obra barata masculina para las bases militares-, utilizan sus canales para hacer contrabando de mujeres, y lo hacen mediante su importación y exportación: reclutan mujeres chinas, rusas, etíopes, filipinas, surcoreanas y tailandesas, entre otras “no musulmanas”, -ya que al contrario de Vietnam, en Irak no pueden convertir en esclavas sexuales a las musulmanas de forma pública y masiva-, y las envían a las tropas de EEUU en Irak, mientras mandan a las mujeres iraquíes a los militares instalados en los países árabes del Golfo Pérsico.

En Dubai se reclutan a cientos de adolescentes vírgenes iraquíes y afganas para evitar el contagio de enfermedades, sin documentación y permiso de residencia, donde, además de recibir terribles abusos de obsesos sexuales, viven un estado de persecución continua por las fuerzas de seguridad, quienes lejos de proteger, añaden una vía al cautiverio.

El despliegue militar de EEUU en la región ha disparado la demanda de las esclavas sexuales y el comercio de mujeres en la región. A las mujeres importadas de otros países se las engañan con falsas ofertas de trabajo –de cocinera, telefonista, limpiadora, etc.-, la promesa de sueldos de hasta 3000 dólares y un destino como las petromonarquías de la zona. Una vez que las llevan a Irak, el ruido de las bombas y el estar atrapadas entre varios militares violadores las despierta del sueño hecho pesadilla. No podrán ir a ninguna parte ni habrá nadie que atienda su dolor y sus quejas. Si el 30% de las propias mujeres militares son violadas durante su servicio, el 71% asaltadas sexualmente y el 90% objeto de acoso sexual, se puede imaginar la vulnerabilidad de una trabajadora filipina.

Las imágenes publicadas de las atrocidades en la prisión de Abu Ghraib -entre las que hay fotos de violaciones colectivas a mujeres iraquíes-, muestran la coincidencia entre el perfil de los violadores y los clientes de la trata de mujeres y la industria del sexo.

Prostitución en una sociedad árabe-musulmana

En junio del 2007, el diario británico independent revelaba la escalofriante cifra de 50.000 niñas y adolescentes huérfanas y mujeres viudas o con cargos familiares iraquíes refugiadas en Siria, que se habían visto forzadas a prostituirse en aquel país aún en paz. Otras miles alquilaban su cuerpo en Jordania, Yemen y Emiratos Árabes Unidos, entre otros países. Años antes, en 1999, Saddam había mandado decapitar a decenas de mujeres forzadas a prostituirse por las duras sanciones económicas impuestas por EEUU y la ONU. Claro que nadie tocó a sus clientes.

Una vez, en la Siria de antes del 2011, las discotecas y los burdeles de Damasco se llenaron de mujeres y también de niñas de 11 ó 13 años, que pedían unas 1.500 libras sirias (22 euros) por hora. Adolescentes que se habían escapado de la violencia doméstica o del matrimonio forzado habían caído en las redes que acechan en las estaciones de autocares (ver: Así montaron la prostitución).

En su propia patria, estas mujeres temen más ser juzgadas por los vecinos y familiares que por Alá que es consciente de su drama. Si bien es cierto que los honorables hombres de la familia, mientras reciben dinero de ellas, no les preguntan de dónde vienen hasta que el secreto se hace público y su maldito honor, de repente, se ve manchado. Luego nadie querrá tener a las hermanas de ellas como nueras ni tenerlas como compañeras de trabajo o empleadas.

Los conflictos armados, las hambrunas, las crisis económicas y demás calamidades benefician a las empresas dedicadas a la prostitución. Tal es así que el 95% de las personas prostituidas en el mundo constituyen este ejército de la carne. Lo que contribuye a que las empresas del crimen organizado coticen en Bolsa y en los países capitalistas “con rostro humano” como Dinamarca y los Países Bajos, donde la industria del sexo constituye entre el 3% y 5% de su PIB.

Los crímenes de honor se disparan

“Sólo la sangre lava la vergüenza”. Así lo creían las sociedades tribales árabes que distinguían entre Sharaf, «dignidad» de la familia, el clan que se conservaba mediante un comportamiento modélico de sus miembros; e ‘ird, «la pureza y el honor de la mujer», que disminuye cuando ella cruza –con o sin la propia voluntad- las líneas rojas de la moral establecida (al ser violada, prostituida, cometer adulterio y otros delitos sexuales). De modo que, eliminando a la mujer se salvaba el Sharaf del hombre y del grupo. En una sociedad tan desestructurada como Irak, donde la muerte está en cada rincón, el instinto de supervivencia rompe las líneas de todos los colores, sin importancia de las consecuencias.

Los crímenes de honor, que sólo en Pakistán arrancan la vida de al menos unas 5000 mujeres al año, se diferencian de otras formas de violencia ordinaria de género por las siguientes características:

· Se cometen sólo contra la mujer, y si es contra algún hombre será por su comportamiento “afeminado”.

· Los motivos suelen ser sexuales-morales: transgredir las normas establecidas, coquetear con alguien, ser manoseada/violada, rechazar la autoridad masculina o un matrimonio arreglado, amar a un hombre no deseado por la familia.

· Estos crímenes de honor son planificados y ejecutados por varios hombres; el padre y los hermanos en el caso de las niñas solteras, y el marido si se trata de mujeres casadas.

· Tiene carácter público: se debe dar a conocer.

· El asesino, lejos de ser estigmatizado o sentir remordimiento, es considerado héroe: ha sido capaz de poner por encima del afecto hacia su familia, los valores y los deberes religiosos.

· Tiene un componente de la “Pedagogía del terror”: el asesinato o la mutilación de la mujer es aleccionador para otras mujeres de la comunidad.

Son mayoritariamente asesinatos de musulmanas por musulmanes (se practica en menor medida entre los no musulmanes de India) y algunos fanáticos lo justifican con aquel versículo del Corán que legitima la violencia del esposo (4:34) contra la cónyuge rebelde.

En Irak, en la misma medida en que se rompe el milenario tabú de la santidad del cuerpo de la mujer, aumenta la violencia de hombres que se niegan a aceptar la nueva realidad.

Guerra sin violación es posible

Si preguntamos qué clase de ideología empuja a un hombre a violar y matar a hijas, hermanas o madres de otros hombres o de las suyas propias en medio de un conflicto armado, se suelen ofrecer los siguientes argumentos:

- Que la mujer es el botín de guerra junto con los bienes materiales. En lugares como los desiertos de Oriente Próximo, donde ha habido escasez de mujeres, sus religiones legitimaban este tipo de agresión como un incentivo para los combatientes.

- Que dejando a las mujeres embarazadas se destruye la identidad de la comunidad enemiga.

- Que violarlas derrota psicológicamente a los hombres enemigos que resisten.

- Que la guerra en sí es violar otro territorio; y violar a las mujeres derrotadas forma parte del ritual del festejo de la conquista. Aunque por la cultura patriarcal se denuncie menos, los hombres también son agredidos sexualmente mucho más de lo que se publica. Los últimos casos, el del coronel Gadafi, líder libio, y el de Christopher Stevens, el embajador de EEUU en Bengazi, asesinados por los mismos rebeldes armados por la OTAN que ahora están destruyendo Siria e Irak.

- Que simplemente es un “efecto colateral” de la guerra. Este enfoque, despolitiza el abuso sexual en los conflictos, y lo presenta como un acto físico natural de unos individuos descontrolados hacia las mujeres “que estaban allí”.

Sin embargo, la manera de actuar de los ejércitos de los Tigres de Liberación de Tamil, del Frente Farabundo Martí o el PKK kurdo, y el hecho de que no hayan utilizado esta herramienta contra el enemigo señalan hasta qué punto la violación es una cuestión ideológica. Dichas formaciones, cuyos programas políticos anuncian el deseo de fundar una sociedad basada en la justicia social, la igualdad y el respeto mutuo, muestran que es posible matarse el uno al otro, manteniendo la dignidad de la víctima.

En una sociedad como la iraquí, donde la violada es la culpable y no existe el concepto de “violación en el matrimonio” –al revés, exige a la esposa una disposición sexual absoluta para el marido si quiere recibir la manutención-, ¿qué se puede esperar? (Ver: Si ahorcasen a todos los violadores).

El trauma emocional, graves lesiones físicas, ser señalada por una sociedad hipócrita, embarazos traumáticos, enfermedades, suicidios, muerte a mano de los familiares que te tenían que proteger, así como miles de bebés abandonados son parte de este acto vil contra la mujer.

La violación en las guerras no es sólo una acción privada de violencia, sino un acto de tortura cuyo responsable es el Estado al que pertenece, de forma que las guerras son un gran chollo para los mercaderes de la carne humana (Ver: Infinitas razones para no legalizar la prostitución).

Fuente original: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/1740/eeuu-y-los-yihadistas-militarizan-la-prostitucion-en-irak/

viernes, julio 04, 2014

Movimientos Sexo Diversos marcharon en conmemoración al Día Internacional del Orgullo LGBT

MinMujer Con cantos, consignas, pancartas y diferentes carrozas, este domingo, miles de mujeres y hombres de diferentes movimientos de la sexo diversidad del país, tomaron las calles de Caracas en una multitudinaria marcha para celebrar el Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales).

La movilización, que ya lleva 14 años realizándose, denominada en esta oportunidad "Sexo Diversidad, colectivos de Paz", tuvo como punto de partida las adyacencias del parque Generalísimo Francisco de Miranda del estado Miranda y como punto de llegada la Asamblea Nacional en el centro de la ciudad de Caracas donde se hizo entrega finalmente un manifiesto en apoyo al presidente, Nicolás Maduro y en el que también abordaron diferentes puntos en materia social, política, legislativa y de salud.

La actividad estuvo encabezada por la viceministra para la No Discriminación e Igualdad del Género del Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género (MinMujer), Rebeca Madriz quien expresó que con esta gran marcha “hoy esta comunidad reivindica sus derechos, dentro del marco de la Revolución Bolivariana con una agenda política, y banderas de lucha concretas, es así como creemos que bajo esta consigna de paz, este colectivo sigue manifestando su profunda vocación de abonar y aportar al crecimiento de la Revolución”.

Por su parte Ingrid Barón, representante de la sexo diversidad por el Gran Polo Patriótico manifestó que “esta marcha, en la que participan 23 estados del país se la dedicamos a Hugo Chávez Frías y a todos esos héroes de nuestra Revolución que han apoyado de alguna manera a este movimiento que fue vulnerado en la cuarta república con la Ley de Vagos y Maleantes, pero que hoy se ha levantado y hemos asumido la responsabilidad para la construcción de un país nuevo”.

Cabe destacar que al finalizar la marcha, se realizó un concierto en la Zona Rental, de Caracas, en la que participarán artistas nacionales.

“Esclavas del templo” luchan por liberarse en India

Stella Paul

(IPS) - “Estoy mareada. El tabaco me da dolor de cabeza y náuseas”, contó Nalluri Poshani, quien solo tiene 32 años, pero parece una mujer de bastante más edad. IPS la entrevistó mientras con destreza fabricaba “beedis”, un cigarrillo local, arrodillada en el suelo junto a una pila de tabaco y hojas.

Poshani no es una mujer común, es una jogini, que podría traducirse como “esclava del templo”. Es una de las miles de jóvenes dalits, la más baja en el sistema de castas hindú. Desde muy pequeñas las dedican a la diosa del pueblo Yellamma, porque se cree que su presencia en el templo alejará a los malos espíritus y traerá prosperidad para todos.

Actualmente, no puede hacer otra cosa que fabricar cigarrillos, que vende a dos dólares las 1.000 unidades y le deja unos 36 dólares al mes. “Ojalá pudiera tener otro trabajo”, anheló.

Tenía solo cinco años cuando protagonizó el ritual de dedicación.

Primero la bañaron, la vistieron como novia y la llevaron al templo donde un sacerdote le ató un “thali”, un hilo sagrado que simboliza el matrimonio, alrededor del cuello. Luego la condujeron afuera donde había una multitud reunida, la sujetaron para que la examinaran y la proclamaron nueva jogini.
“Ahora las mujeres consideran que el sistema jogini es una violación a los derechos humanos de la comunidad dalit": Kolamaddi Parijatam, activista del poblador de Vellpoor.

Durante varios años vivió y trabajó en el templo, pero al llegar a la pubertad, los hombres del pueblo, por lo general de castas altas que en otro contexto la hubieran considerado “intocable” como a todos los dalits, la visitaban por la noche y mantenían relaciones sexuales con ella.

Nunca fue una trabajadora sexual porque nunca cobró o le pagaron por sostener esas relaciones. Pero sí estaba atada al templo, mediante rituales y la firme creencia de los lugareños en sus poderes sobrenaturales.

Solo la consideraban más que una prostituta durante los festivales religiosos, cuando bailaba en trance oficiando de médium a través del cual se expresaba la diosa Yellamma. Si no, la mayoría de sus casi tres décadas de servidumbre estuvieron teñidas de violencia y falta de respeto.

Actualmente, hay una fuerte campaña contra las joginis en el pueblo de Vellpoor, en la región de Nizamabad en el sureño estado indio de Telangana, para prohibir esta práctica centenaria. Pero las mujeres como Poshani todavía no tienen mucho que celebrar.

Si bien está contenta de no tener más ataduras sexuales, no tiene cómo mantenerse sin casa, ni tierras y una deuda de 200.000 rupias (unos 3.000 dólares), que pidió prestados a un usurero.

Visiblemente desnutrida, Poshani representa la situación de muchas mujeres joginis adultas que se encuentran explotadas sexualmente, en la pobreza, enfermas y solas.

Tradición o un sistema de explotación

Según cifras oficiales, hay unas 30.000 joginis, también llamadas devdasis o matammas, en Telangana. Otras 20.000 viven en el vecino estado de Andhra Pradesh. En ambos estados, 90 por ciento de las joginis son dalits.

La prostitución en los templos está prohibida en Andhra Pradesh desde 1988. La Ley para la Abolición de las Jogini castiga la iniciación de una mujer en el sistema con penas de entre dos a tres años de cárcel y una multa de 3.000 rupias (unos 33 dólares).

Pero es un castigo demasiado suave para un delito tan atroz, observó Grace Nirmala, una activista de Hyderabad, capital compartida por ambos estados.

“Las joginis viven alejadas de sus familias y no tienen derechos”, explicó Nirmala, quien dirige la organización Ahsray (refugio) y hace 20 años se dedica a rescatar y rehabilitar a estas mujeres. “Su vida queda totalmente arruinada y el castigo son un par de años de cárcel o una multa de unas pocas rupias”, subrayó.

La mayoría de los agentes de policía ni siquiera conocen la ley, lo que dificulta la abolición de la práctica, apuntó.

Las supersticiones también contribuyen a mantener la tradición, pues muchos lugareños creen que las joginis tienen poderes divinos.

“Acostarse con una jogini es una forma de invocar el poder sobrenatural y agradar a la diosa”, explicó Nirmala. “En muchas familias, cuando hay algo que les molesta, la esposa le pide a su marido que tenga relaciones con la jogini para que el problema se vaya”, añadió.

Pero hay quienes atribuyen esta práctica al arraigado sistema de castas.

“El sistema jogini no solo viola los derechos de las mujeres, también los derechos humanos porque siempre es una mujer dalit la que se convierte en jogini, así como siempre son de las castas dominantes los que ella sirve”, arguyó Jyoti Neelaiah, defensora de los derechos dalits en Hyderabad.

Todo el sistema es un “juego de poder” en el que los grupos sociales dominantes oprimen a los más débiles y marginados de la sociedad, insistió.

La activista Kolamaddi Parijatam cuestiona la explicación de varias organizaciones, e incluso de académicos, sobre que esta práctica tiene profundas raíces culturales y que debiera preservarse.

La comunidad dalit constituye 17 por ciento de la población del nuevo estado de Telangana, por lo que muchas activistas creen que Vellpoor es un buen lugar para encabezar el movimiento a favor de una reforma legal. Parijatam hace seis años que moviliza a las mujeres rurales contra este sistema. Ha trabajado incluso en Vellpoor, donde hay unas 30 joginis.

Molestas por la incapacidad de las autoridades de frenar esta práctica, las mujeres se convirtieron en vigilantes en un intento por rescatar a sus congéneres de la ceremonia de dedicación.

La policía de a poco toma conciencia de la ley gracias a la presión de organizaciones civiles. Pero el proceso es muy lento y la mayor responsabilidad recae sobre las activistas que denuncian las violaciones y se aseguran que los responsables sean detenidos.

Las activistas reclaman al gobierno que destine recursos del Plan para el Componente Especial -que ofrece apoyo económico y social a las comunidades marginadas- a la rehabilitación de las joginis, quienes permanecen excluidas de los programas de asistencia.

Neelaiah hizo hincapié en que los hijos y las hijas de las joginis corren el riesgo de sufrir abusos verbales y acoso si se llega a conocer la identidad de sus madres. Las niñas están en una situación particularmente vulnerable porque pueden ser víctimas de trata u obligadas a reemplazar a su madre en el templo.

Tanto Neelaiah como Nirmala trabajan para que los hijos y las hijas de las joginis vayan a la escuela, lo que, según ellas, es la mejor forma de protegerlos.

Plan B - El éxodo de la infancia

Lydia Cacho

Argenpress Un niño hondureño de una ciudad perdida mira la televisión de una peluquería, el anuncio advierte que el turismo atrae recursos para la mejora del país, pero el pequeño no cree ser ciudadano de esa patria. Una pequeña de ocho años, proveniente de El salvador a quien entrevisté, piensa que la patria no existe, el hogar está sólo en su imaginación. Esos millones de niños y niñas expulsados del mundo, no hablan de sus países con ese masoquismo entusiasta de los adultos. Han madurado a golpes de realidad.

La inocencia de la que hablamos al referimos a la infancia se ha diluido. Después de entrevistar durante una década a niñas, niños y adolescentes que han sido víctimas de violencia aprendí más sobre el mundo. Es en la voz de esa generación menor de dieciséis años donde encontramos las respuestas sobre la crisis que han generado la violencia patrimonial y económica provocada por las políticas económicas que profundizan la brecha entre quienes tienen todo y quienes no tienen nada. No se puede hablar de migración sin hablar de economía y del Estado Policíaco.

Las últimas investigaciones del Instituto para las Mujeres en la Migración A.C nos dice que miles de niñas, niños y adolescentes de Centroamérica y México huyen de sus países debido a que su integridad y seguridad están en riesgo. En sólo nueve meses la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos ha detenido a 51 mil pequeños migrantes y 12 mil 146 eran de México; la respuesta de Washington ha sido incrementar el número de espacios con características carcelarias para encerrarles. De este lado de la frontera las autoridades mexicanas registraron la expulsión de mil 600 niñas, niños y adolescentes de Centroamérica y de 3 mil 724 mexicanos.

La niñez no acompañada es puesta bajo custodia de Protección de Aduanas Fronteriza (CBP) mientras se les envía a Reasentamientos de Refugiados, donde después se investiga si tienen familiares en E.U.A, a quienes se les entregan en custodia mientras llegan a juicio que posiblemente les deportará. El 65 por ciento serán devueltos al lugar del que huyeron. El 40 por ciento elegibles para alguna visa de protección de la niñez o como víctimas de delitos.

Las autoridades mexicanas dedicadas a la cacería de niñas, niños y adolescentes que quieren cruzar la frontera, les entregan a albergues y asociaciones con acuerdos con el DIF; pero si tienen más de 12 años, les envían a estaciones migratorias donde reciben trato inadecuado como adultas. En ninguno de los dos países se da rápido acceso a asistencia jurídica y psicológica que les permita impugnar la ilegalidad de su detención. Los estudios demuestran que esa migración masiva de la infancia es provocada por el miedo a perder la vida en manos de los cárteles, de pandillas, por violencia intrafamiliar y violencia institucional. No van atrás de un sueño, sólo huyen de la pesadilla.

El tratado de Libre Comercio ha dejado desde 1994 a Centroamérica y México sin posibilidades de crecimiento. El subdesarrollo económico y social de la mano de la incapacidad de los gobiernos para mejorar la Seguridad Humana, ha tocado a la infancia; la esclavitud en la región ha incrementado, lo mismo que la violencia sexual y las y los pequeños lo saben; está documentado.

Estados Unidos y México tiene la obligación de asegurar su integridad desde la perspectiva del interés superior de la niñez. No se les puede refugiar en condiciones carcelarias; deben recibir atención multidisciplinaria especializada de la mano de ACNUR. Esta crisis humanitaria no será solucionada si se niegan a discutir la venta de armas desde los Estados Unidos así como la demanda de drogas de ese país; las reglas del TLC, las políticas migratorias restrictivas y a seguir negando la importancia de atajar la violencia de género y familiar en cada país y región.

Fuente: http://www.argenpress.info/2014/07/plan-b-el-exodo-de-la-infancia.html

martes, julio 01, 2014

Foro Hemisférico Belém do Pará + 20: “Se debe enfatizar más el combate a los estereotipos culturales”

Sandra Chaher

COMUNICAR IGUALDAD- El 14 y 15 de mayo se realizó en Pachuca, Hidalgo, el Foro Hemisférico Belém do Pará + 20: La Convencion de Belém do Pará y la prevención de la violencia contra las mujeres: Buenas prácticas y propuestas a futuro, organizado por la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de Estados Americanos (OEA) con apoyo del Estado de Hidalgo, en México.

El objetivo del mismo fue reflexionar en torno a estrategias de prevención de la violencia, particularmente en el ámbito de la educación y los medios de comunicación, de tal forma de identificar buenas prácticas y líneas de acción a seguir en el futuro, a partir del diagnóstico de que la prevención es el área en la que menos se ha avanzado en el combate de la violencia hacia las mujeres.

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia hacia las Mujeres, conocida como Belém do Pará, fue aprobada en 1994 por la OEA y hasta la fecha ha sido ratificada por 34 países. Los únicos dos que no lo han hecho son Estados Unidos y Canadá.

Para hacer el seguimiento y evaluación de la Convención, fue creado en el 2004 el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI), integrado por un Comité de Expertas/os de cada país y del que también participan los estados partes y la sociedad civil. A partir de los informes publicados por ese organismo, la CIM evaluó que, a 20 años de sancionarse la Convención, aún falta mucho por hacer en el área de prevención de la violencia, razón por la cual el evento se focalizó en cómo la educación, los medios de comunicación y las políticas públicas pueden colaborar en la deconstrucción cultural de la violencia hacia las mujeres.

En esta línea, hubo paneles dedicados a evaluar cuánto se avanzó en el combate en general a la violencia en la región, 20 años después de la aprobación de la Convención; la aplicación de normas de segunda generación en algunos países; y estrategias de buenas prácticas de prevención en el ámbito jurídico, en la educación, las políticas públicas y los medios de comunicación.

En la tarde del segundo día, se realizaron grupos de trabajo específicos sobre políticas públicas, educación y medios de comunicación de los cuales salieron los lineamientos que integraron la Declaración de Pachuca.

El Foro estuvo presidido por Carmen Moreno, secretaria ejecutiva de la CIM, y representantes de los 32 países que ratificaron la Convención, además de especialistas en cada tema de las Américas y de Europa.

Por parte de Argentina participaron en los paneles la Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, Cynthia Ottaviano, y Flora Acselrad – integrante de la oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia, ambas refiriéndose al trabajo que llevan adelante desde los organismos que presiden.

Veinte años después

“Según el último informe MESECVI, tenemos en nuestra región la legislación más fuerte y contundente vinculada a la violencia de todo el mundo y también planes nacionales. Sin embargo, tanto la legislación como los planes adolecen de sistemas de medición. Es como quedarse en mitad de camino y eso está dificultando saber con claridad qué tanto avanzamos en la erradicación de la violencia” señaló Flor María Díaz Chalarca, presidenta del Comité de Expertas/os del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESCVI) de la OEA.

Alessandra Guedes –asesora regional de Violencia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cuyo organismo realizó en el 2012 un estudio fundamental para la prevención de la violencia en la región, La violencia contra la mujer en América Latina y el Caribe- Un análisis comparativo de los datos poblacionales provenientes de 12 países- observó también la necesidad de que los países realicen encuestas de prevalencia que den insumos para investigaciones comparativas entre naciones. “Necesitamos encuestas poblacionales con metodología de alta calidad y que se repitan a lo largo del tiempo. Varios países de la región están avanzando en esto: Colombia, Perú y México.” Argentina no tiene, hasta la fecha, ninguna encuesta de prevalencia sobre violencia.

Luz Ángela Melo –asesora regional de Género de UNICEF- y quien trajo al evento la sensibilidad sobre la vulnerabilidad de género específica de las niñas, observó: “Las niñas comparten las mismas causas de discriminación que las mujeres. Pero hay que agregarles que viven en mundo de adultos, manejado por adultos. Pensemos en la gran invisibilidad de las niñas cuando son víctimas de violencia, porque sus padres son quienes la infligieron, ellas están totalmente desprotegidas”.

Estereotipos sociales y culturales

Bárbara Bailey, experta del Comité de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación sobre la Mujer (CEDAW), expuso sobre la forma en que tanto esa convención como Belém do Pará abordaron la dimensión cultural de la violencia hacia la mujeres y, para ello, revisó los reportes de los dos comités.

“Descubrí, y esto es desafortunado, que los comités realizaron hasta ahora muy poco énfasis sobre la prevención de la violencia –observó-. Se centraron en la protección de las víctimas, el castigo y la reparación de daños, pero no encontré ningún indicador que se fijara específicamente en los modelos de conducta. Lo que encontré parte de la suposición de que las mujeres seguirán siendo víctimas. Pero debemos pensar en detener el hecho antes de que ocurra. Ambos comités deben enfatizar más el combate a los estereotipos culturales.”

Varones

Cómo debe ser el abordaje de la violencia en los victimarios fue un tema que sobrevoló varios paneles del Foro. “Debemos hablar con los varones jóvenes sobre las ventajas de redefinir sus masculinidades, cómo mejoraría esto su calidad de vida. Un colega escribió un blog diciendo que los varones no sexistas tienen mejor sexo, yo creo que un argumento así puede interesar a varones jóvenes” señaló Andrew Morrison, jefe de la Unidad Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En la misma línea, Alice Taylor –integrante del Instituto Promundo de Brasil, dedicado a la resocialización de los varones en vínculos igualitarios- señaló: “Hemos hecho nueve evaluaciones de impacto que nos muestran una relación positiva entre las actitudes equitativas de género y los comportamientos menos riesgosos y violentos. Hacia el futuro, debemos trabajar en la transferencia intergeneracional del cuidado entre los varones, más que en la violencia. Sería un cambio de actitud importante hacia el problema”.

España: 100.000 firmas de varios países para exigir la retirada del anteproyecto de ley sobre aborto

AmecoPress. El anteproyecto de Ley orgánica sobre aborto no respeta las obligaciones que el Estado tiene contraídas en materia de derechos humanos y pone en riesgo la salud y la vida de las mujeres y las niñas. Así lo ha asegurado Amnistía Internacional que ha recogido cerca de 100.000 firmas que exigen la retirada del anteproyecto.

La organización está haciendo llegar en estos días las firmas, procedentes de más de diez países, a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ante el riesgo de que pueda ser aprobado en Consejo de Ministros próximamente y mantendrá la acción internacional mientras sea necesario.

AI ha recordado que el anteproyecto limita el derecho de las mujeres y niñas a tomar decisiones libres e informadas por sí mismas, cuestionando su capacidad en la adopción de este tipo de decisiones, y restringiendo su autonomía. “Además, es una medida que afecta de manera desproporcionada a las mujeres en situación de vulnerabilidad, entre ellas las jóvenes y las mujeres migrantes y, por lo tanto, es discriminatorio”, ha asegurado Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España.

Por otro lado, el anteproyecto de ley introduce una serie de obstáculos para acceder a un aborto seguro y legal. Uno de ellos es la propuesta de que las mujeres y las niñas que sufran una agresión sexual deberán poner una denuncia para acceder a servicios de aborto. Esto puede suponer una gran barrera para mujeres migrantes en situación irregular, que al denunciar, en ciertos casos, podrían ser expulsadas del país.

Asimismo, el anteproyecto de ley introduce disposiciones penales que tendrían un impacto negativo en el trabajo de los profesionales de la salud, creando un clima de miedo que podría llevar al personal médico a rechazar casos y no poder informar adecuadamente a las mujeres.

“El gobierno debería escuchar las recomendaciones de los diversos organismos internacionales que aseguran que las leyes restrictivas, en lugar de reducir el número de abortos, lo que hacen es incrementar el número de abortos ilegales e inseguros y contribuyen al aumento de la mortalidad materna”, ha explicado Marta Mendiola, responsable del trabajo sobre derechos económicos, sociales y culturales de Amnistía Internacional España. Cada año mueren 47.000 mujeres en todo el mundo a causa de abortos inseguros.

Firmas desde varios países

Amnistía Internacional lanzó hace algunos días una Acción Urgente internacional, distribuida en 150 países en los que AI tiene presencia, para que todas las personas preocupadas por la tramitación de esta ley puedan contribuir con su firma a la retirada del anteproyecto y soliciten el cumplimiento por parte del Estado español de sus obligaciones internacionales.

Miles de personas de países como Argentina, Australia, Finlandia, Irlanda, Italia, Portugal, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos muestran así su rechazo al anteproyecto. “Las últimas recomendaciones provenientes de Naciones Unidas, específicamente del Comité de derechos económicos, sociales y culturales instan al Gobierno español a garantizar la plena aplicación de la Ley Orgánica 2/2010, actualmente en vigor”, concluye Esteban Beltrán.

Con esta reforma, España se alejaría de la mayoría de Estados de la Unión Europea en lo relativo a la legislación sobre acceso al aborto. Asimismo, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en una declaración escrita ha destacado que "con este proyecto de ley, las mujeres españolas pasarán a ser objetos de derecho que deben ser supervisadas".

Apoyo de diversas fuerzas políticas al reclamo de las mujeres que se autodenominan trabajadoras sexuales

Mariana Fernandez Camacho

COMUNICAR IGUALDAD- La actividad convocada por Ammar contó con la presencia de las legisladoras por el Frente para la Victoria María Rachid, Gabriela Alegre y Claudia Neira; de Edgardo Form, de Nuevo Encuentro; y de Pablo Bergel, del bloque Verde Alameda.

Tras la presentación del informe “Cómo las políticas anti-trata criminalizan el trabajo sexual”, Alegre tomó la palabra y dio su compromiso para mejorar la legislación: “Las leyes no son en sí mismas una herramienta válida si no están inmersas en un contexto que realmente garantice los derechos”.

Por su parte, Neira, presidenta de la Comisión de la Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud de la Legislatura porteña, planteó la importancia de dar espacio a la voz de Ammar en los debates: “La idea del rescate avanza y al mismo tiempo invisibiliza y calla a quienes se pretende rescatar”.

Form se reconoció recién sumado a una discusión que entiende compleja, pero confirmó su apoyo: “Me sensibilizó el relato de los atropellos policiales. Este tema requiere de un análisis profundo sin que ello implique convalidar la práctica aberrante de la trata. Nos oponemos a toda forma de agravio a toda persona que, por la razón que fuere, eligió esta actividad”.

Para finalizar, fue el turno de Rachid y de su apoyo permanente para Ammar: “Se puede trabajar contra la trata sin vulnerar los derechos de las trabajadoras sexuales”. En esa línea, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos anunció la presentación de un proyecto para derogar el artículo 81 del Código Contravencional de la ciudad otro que va en camino a la habilitación del trabajo sexual.

México: Centros para el Desarrollo de las Mujeres en los municipios más pobres del país

Semlac En los próximos 6 meses se instalarán 198 Centros para el Desarrollo de las Mujeres (CDM) en los municipios más pobres del país. Impulsados por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), se informó que estos centros darán asesoría legal y apoyo psicológico a las mujeres, especialmente a quienes viven algún tipo de violencia de género.

Esta acción forma parte de la Cruzada del Hambre con orientación a la población femenina, explicó la directora de Inmujeres, Lorena Cruz Sánchez, al poner en marcha el CDM de en Kanasín, Yucatán, una zona indígena cercana a la capital del estado.

Los centros operarán con promotores y promotoras comunitarias, con recursos para su desarrollo, en el caso de Yucatán los centros tendrán una asignación de 300 mil pesos cada uno. Los centros estarán articulados a la Cruzada Nacional contra el Hambre, y también promoverán proyectos productivos. Actualmente están identificados los municipios prioritarios, considerando que la decisión de las autoridades nacionales es dar prioridad al bienestar de las mujeres, a sus hijos e hijas.

A propósito de este proyecto federal la presidenta de Inmujeres destacó como un problema sensible, ligado a los usos y costumbres es el de la venta de las niñas y consideró que ello es un delito, y cuando éste se puede documentar es importante que se castigue, “con el apoyo de jueves y magistrados, del gobernador, de los diputados, de los presidentes y presidentas municipales”. Explicó que la ciudadanía está buscando confiar en las autoridades.

La funcionaria federal en la inauguración del CDM de Kanasín, entregó recursos para fortalecer las acciones tendientes a lograr la igualdad entre mujeres y hombres. Subrayó que el Gobierno Federal canalizará un presupuesto aproximado de 400 millones de pesos para asignar a estados y municipios donde están localizados los municipios más pobres, con este objetivo. El INMUJERES es el responsable de la política de igualdad entre mujeres y hombres.

Para Yucatán es año se entregarán más de 17 millones de pesos, para las acciones de igualdad y para más de 30 municipios.

Aprovechó para felicitar el trabajo en Yucatán, señalando que el gobernador de la entidad, Rolando Zapata, está comprometido con la igualdad y promoción de las mujeres, y que está cumpliendo con el mandato de transversalizar la perspectiva de género.

Ahí el gobernador destacó que la fuerza productiva de las mujeres es una oportunidad para el desarrollo económico del estado, sin embargo, reconoció, la violencia por razones de género merma su crecimiento y afecta su productividad.

Por ello, señaló, el apoyo del Instituto Nacional de las Mujeres es muy importante. Refirió que en 2013 se abrieron en Yucatán cuatro Centros para el Desarrollo de las Mujeres y ocho más se abrirán este año.

Brasil: ¿se descontrolará el consumo de sexo y el tráfico sexual durante el Mundial?

Florencia Goldsman

COMUNICAR IGUALDAD- Brasil es el segundo destino, después de Tailandia, para viajerxs, turistas y proxenetas implicados en el turismo sexual. El 25% de los 1500 destinos turísticos que tiene Brasil tienen como uno de sus negocios más importantes la prostitución. A menos de 10 días del comienzo de la Copa del Mundo, en un país en plena convulsión social y reacción política al Mundial de Fútbol, se espera que la demanda de oferta sexual crezca.

Según datos de UNICEF, 500 mil niñas y niños menores de edad son víctimas del delito de explotación sexual. En este mismo marco, se estima que 600 mil turistas asistirán a la Copa, de lo que se deduce que el mercado de la compra y venta de sexo podría incrementarse debido al vínculo entre el aumento del consumo de prostitución y la ocurrencia de los grandes eventos deportivos.

En relación al estatus legal de la prostitución, existe en Brasil un proyecto que reglamenta la actividad, llamado Proyecto de Ley Gabriela Leite, que está parado en la Cámara de Diputados. Mientras tanto la Marcha de las Vadías (o Marcha de las Putas) no para de crecer junto con el debate legalización / abolicionismo, y un enorme abanico de consignas que abarcan desde el acoso callejero, la legalización de la prostitución y la denuncia de las injusticias de la FIFA.

Andrea Dip es una periodista brasilera que recorrió durante tres meses el nordeste del país junto al ilustrador De Maio para hacer periodismo de investigación en una excelente y realista serie de historietas acerca de la vida de las jóvenes que se prostituyen (o son forzadas a hacerlo) en la ciudad de São Gonçalo do Amarante, municipio brasileño del estado del Ceará, perteneciente a la región metropolitana de Fortaleza.

Entrevistada para COMUNICAR IGUALDAD, Dip señaló que a partir de la investigación “Meninas en jogo” (“Chicas en juego”) pudieron identificar varios tipos de prostitución, explotación sexual y trata. Una de ellas son las poderosas redes de narcotráfico que trabajan con conexiones internacionales que permiten el tránsito de las mujeres hacia Europa desde el litoral brasileño, las que son perseguidas por fuerzas especiales de la policía nacional. “La gran mayoría de las mujeres que hicieron parte de nuestra investigación son personas que van circulando por todo el país”. Muchas mujeres jóvenes que viven en condiciones de pobreza, comparte Dip, negocian la venta de su cuerpo (“hacen programa”) a cambio de una piedra de crack (conocido en Argentina como “pasta base”, derivado de la cocaína).

mund1Las historietas son efectivas en la precisión de la información que brindan y en la visualización de estos casos a través de la narrativa en viñetas. Asimismo, el reportaje de Dip remarca que, para el desarrollo del turismo sexual, las redes organizadas se sustentan en dos pilares: por un lado la oferta generada por la vulnerabilidad socio-económica, emocional y/o psicológica de la persona victimizada y, por el otro, la demanda, o el cliente, beneficiado por la impunidad en una cultura machista.

Las cifras también hablan por sí solas: el año pasado las denuncias sobre tráfico de niñxs y adolescentes aumentaron un 86%, al tiempo que las formas de explotación aparecen de maneras no tradicionales. Unicef informó de 1,2 millones de niñxs que son traficadas en el mundo- se trata de niñas negras, asiáticas y de origen latinas como las principales víctimas-. Según Pestraf la mayoría de las mujeres explotadas en Brasil son afrodescendientes y de clases populares con edades que oscilan entre 15 y 27 años.

Preocupante legado pos Copa

Representantes de organizaciones de mujeres señalan la falta de atención en las políticas sociales que generen empleo efectivo durante la Copa, así como el cuidado en los impactos sociales del evento. “Vamos a vivir en un Estado de excepción” resumen ante el endurecimiento de las leyes que reprimen la protesta social pero que protegen de manera laxa a los turistas y extranjeros durante el evento futbolístico.

En virtud de las responsabilidades del Estado en función de la disminución del delito de explotación sexual, Brasil cuenta con un 2° Plan Nacional de tráfico de Personas, compuesto por 17 ministerios y 115 metas a cumplir hasta 2016, entre ellas la capacitación de profesionales de varias áreas, la creación de más de diez puestos de atención en ciudades de frontera, la aprobación de proyectos de ley que impliquen la pérdida de bienes implicados con el tráfico de personas y la internacionalización del mismo. También se han creado los servicios de denuncia telefónica “Disque 100” y “Disque 180”, centrales de denuncia que funcionan 24 horas al día.

Consultada respecto de la efectividad de estas instancias de denuncia, Dip detalla: “Lo que nosotros vimos en Ceará fue que existe una delegación de combate de la explotación sexual de niñxs y adolescentes para toda la ciudad. Cuando las denuncias llegan son encaminadas a los Consejos tutelares y a esa delegación. Las delegaciones no tienen gente suficiente para dar seguimiento a todas las denuncias y además que la denuncia de explotación sexual es diferente a la de abuso. Si el caso de explotación es flagrante, y si la delegada o la policía llega allá tres días después no va a encontrar a esa chica en esa situación. Entonces, es muy difícil que se pueda penalizar a una persona, principalmente cuando es extranjero, allí se pone más difícil todavía. Cuento en el reportaje que la primera noche cuando estaba entrevistando a una persona en un bar, en la mesa de al lado había una chica de 12 o 13 años con un hombre viejo, entonces llamamos a una comisión tutelar y nos respondieron ‘no tenemos carro para poder ir’. Después llamamos a la policía y nos dijeron ‘si no están haciendo nada obsceno no podemos hacer nada’, ahí quedó clara esa impunidad… podemos tener leyes más duras pero ¿cómo la gente es responsabilizada, penalizada de hecho?”.

Meninas en Jogo recuerda en cada tramo los derechos que protegen a niñxs y adolescentes y cita literalmente: “Todo niño/niña tiene derecho a una plena protección contra todas las formas de explotación y abuso sexual” (Declaración de Estocolmo sobre explotación sexual de niñas y adolescentes, 1998). Dip resalta su sensación de que las políticas públicas que están siendo implementadas no facilitan el diálogo con las mujeres y niñas que están sufriendo la vulneración de sus derechos. “Hay chicas que hacen ‘programas’ a cambio de 5 reales y esto es un fenómeno nuevo que está aumentando. Hay muchas caras para el problema del tráfico de personas, pero generalmente hay una relación con la extrema pobreza y la falta de perspectivas. Los programas sociales son raros y son muy hechos ‘desde arriba‘. No se conversa ni se intenta un diálogo con esas chicas, entonces se les ofrece una beca de estudios pero las niñas tienen que ser mayores de edad o tener la primaria completa, y eso no sucede porque muchas abandonaron la escuela. Esa falta de diálogo dificulta todo aún más”.